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Kathryn Bigelow, ante "la implacable lógica del terrorismo"

'La noche más oscura' recibe una entusiasta acogida de parte de la crítica, mientras otra parte la acusa de justificar los métodos de tortura y de ensalzar a la CIA

BEGOÑA PIÑA

Máxima favorita en las quinielas por el Oscar, Zero Dark Thirty, la nueva película de Kathryn Bigelow narra los diez años de investigación de la CIA hasta encontrar el escondite de Bin Laden y la operación que terminó con su vida. Aclamada por algunas de las asociaciones de los críticos de Estados Unidos, no ha recibido idéntico entusiasmo por parte de otros, que ven en ella un enaltecimiento de la CIA y una reivindicación encubierta de la tortura. La polémica que acogió este proyecto desde el principio continúa ahora, cuando acaba de estrenarse en los cines de Los Ángeles y Nueva York y llega hoy a España.

Un híbrido entre ficción, documental y periodismo casi perfecto, para unos, el filme se ha convertido a los ojos de otros en un producto hecho a mayor gloria de la CIA, que, además, muestra la eficacia de la tortura. El vigor narrativo de la película, el indudable talento en la realización y las notables interpretaciones de los actores ocultan espléndidamente lo que para muchos es un fondo turbio escondido tras la historia.

Un grupo de soldados de las fuerzas especiales Navy SEAL (Grupo de Desarrollo de Guerra Naval Especial de los Estados Unidos) asesinó a Osama Bin Laden la noche del 1 de mayo de 2011, en el complejo de Abbottabad, en Pakistán, donde se encontraba junto a miembros de su familia. La operación secreta se realizó en coordinación total con la CIA. ¿Cómo llegó la Agencia Central de Inteligencia a descubrir el escondite de Bin Laden? ¿cómo se organizó la operación? ¿quiénes y cómo eran las personas que participaron en ella? es lo que cuenta la nueva película de Kathryn Bigelow, Zero Dark Thirty (en España se estrenará con el título de La noche más oscura).

'Gracias a esta historia, salen a la luz personas como Maya, héroes anónimos que marcan la diferencia'

Jessica Chastain es la protagonista de la película. Interpreta a Maya, una agente especial, poco más que una recién llegada, que empeñó diez años de su vida en descubrir el paradero de Bin Laden y darle caza. Es un personaje femenino arrollador, una mujer con aspiraciones, llena de fuerza y de tesón, al que la propia actriz ha puesto el calificativo de 'heroína'. 'Gracias a esta historia -dice-, salen a la luz personas como Maya, héroes anónimos que marcan la diferencia'.

'Se sabe muy poco de la vida de los héroes anónimos de las operaciones secretas, y así es como debe ser, pero aquí tenemos la oportunidad de ver a los hombres y mujeres que participaron en una de las operaciones más secretas de la historia', dice la directora. Y en declaraciones como ésta y como muchas otras hechas por otros miembros del equipo aparecen las primeras fallas. La supuesta narración objetiva de lo que ocurrió ‘sin juicios morales' comienza a resquebrajarse cuando los propios implicados -para ellos los agentes de la CIA son héroes- la describen con estos ojos y se ponen única e indefectiblemente del lado de los hombres y mujeres que participaron en esta ‘caza'.

Los primeros 45 minutos de película -que comienza con las voces de las víctimas de los atentados del 11-S sobre fondo negro- se dedican a presentar al personaje de Maya y a mostrar las brutales sesiones de tortura que llevaron a cabo los agentes de la CIA para descubrir el paradero de Bin Laden. La ‘heroína' de esta historia está presente en estos interrogatorios y, por supuesto, tira de ellos para seguir la pista definitiva.

A pesar de que la directora Kathryn Bigelow y el guionista Mark Boal han negado repetidas veces que la película haga apología de estos métodos, su postura en el filme no está tan clara. No hay una declaración explícita a favor de la tortura en la película, es cierto, pero hay más de media hora de escenas oportunamente colocadas que conducen a la victoria de la operación contra Bin Laden. Y, más allá, los personajes que llevan a cabo estas torturas no encuentran en este relato una respuesta emocional o psicológica que les sancione, su barbarie no les pasa factura.

La revista New York señaló que Zero Dark Thirty 'bordea lo política y moralmente reprensible por mostrar la eficacia de la tortura', mientras que The Huffington Post habló de una 'reivindicación implícita de estas prácticas'. Son solo algunas de las voces críticas que se han levantado contra una película, que, en opinión de una gran mayoría, jamás hubiera llegado a ver la luz sin el consentimiento de la CIA.

La clave de su éxito en EEUU tal vez se encuentra en la identificación de los ciudadanos norteamericanos con el personaje principal

La clave del éxito que la película está teniendo en Estados Unidos -en algunos multicines ha superado las cifras logradas por El Hobbit- tal vez se encuentra en la identificación de los ciudadanos norteamericanos con el personaje principal. 'De algún modo, el desarrollo del personaje, que pasa de la inocencia al horror y acaba con una determinación inexorable, refleja la evolución de una nación que lucha para entender la implacable lógica del terrorismo', dicen las notas de producción del filme.

Una producción de casi tres horas en la que aparece una imagen televisiva del presidente Obama pronunciando las conocidas palabras: 'América no tortura', un momento que en ese contexto abre la puerta del recuerdo del espectador y trae a la memoria esas otras declaraciones, aquellas que pronunció refiriéndose a Guantánamo: 'Hay que mirar hacia delante y no hacia atrás'.

'La intención es darle a la audiencia una idea de cómo puede haber sido encontrar una aguja muy pequeña en un pajar inmenso. Es humanizar esa búsqueda, es la historia de esos hombres y mujeres que la protagonizaron', dijo en una entrevista con BBC Mundo Kathryn Bigelow, la primera mujer en conseguir un Oscar a la Mejor Dirección que ahora ha vuelto a colocarse en primera línea de salida en esa carrera por la estatuilla de Hollywood.

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