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Rajoy y Rubalcaba dejan la pelea sobre la corrupción a sus segundos

La primera sesión de control al Gobierno en 42 días se emplea en vagas promesas de alcanzar acuerdos sobre creación de empleo y contra la corrupción, pero sin compromisos concretos entre los dos partidos mayoritarios

JUAN ANTONIO BLAY

Los 42 días que han transcurrido desde el pasado 19 de diciembre, fecha de la última sesión de control al Gobierno, no han dejado apenas poso alguno ni en el Gobierno ni en la oposición a juzgar por el contenido del debate entre el presidente del Ejecutivo, Mariano Rajoy, y del líder socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba. El primero no hizo referencia alguna al caso Bárcenas, entre otras razones porque su oponente apenas le forzó a ello.

La consecuencia fue que este asunto de corrupción política, que afecta directamente al corazón del PP, partido que gobierna con mayoría absoluta, pasó de soslayo en uno de los momentos clave del sistema parlamentario, el control al Ejecutivo. Fueron los segundos espadas, la portavoz del grupo parlamentario socialista, Soraya Rodríguez, y la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, quienes se enzarzaron, pero cuando ya sus respectivos jefes de fila habían marcado el paso, no muy ágil por cierto.

Rubalcaba preguntó formalmente por la situación económica, reclamando en línea con su iniciativa política desde el pasado domingo un pacto por el empleo. Rajoy le contestó con cifras y más cifras. 'Si hemos dado 40.000 millones de euros en ayudas a la banca la gente se pregunta po qué no ayudamos a crear empleo; le planteo dedicar 20.000 millones, solo la mitad. Si no lo hace la gente no lo entenderá', dijo Rubalcaba con énfasis.

Solo al final, el líder socialista aludió a la corrupción en el PP: 'Usted tiene un problema de corrupción, actúe usted con contundencia, celeridad y ejemplaridad', dijo el socialista. Rajoy, sin inmutarse, le contestó con cierta frialdad: 'Estoy de acuerdo con combatir la corrupción – dijo – y solo se me ocurre es hacerle a usted las mismas recomendaciones que me ha hecho a mí', expresión que arrancó aplausos desde su bancada.

Ya con apenas unos segundos de tiempo Rubalcaba afirmó: 'En el Partido Socialista hace muchos años que hemos aprendido la lección, mientras ustedes se fueron de rositas y se creyeron impunes, pero afortunadamente la impunidad no existe en este país'. “No ha estado muy afortunado usted hoy, supongo que por la situación interna en su partido que le obliga a tener que hacer estos pepelones', fue la contestación de Rajoy.

Pues bien, con este sucinto 'y tú más' acabó el enfrentamiento entre ambos. Previamente hubo otro capítulo, protagonizado por el líder de Izquierda Unida, Cayo Lara. No dio para mucho, la verdad. El portavoz del grupo La Izquierda Plural reclamó a Rajoy un pleno monográfico para debatir la corrupción política y adoptar medidas para erradicarla. Rajoy le animó a sumarse a las reformas propuestas, como la financiación de partidos y sobre todo con el proyecto de ley de Transparencia. 'Haga aportaciones y presente enmiendas' le recomendó Rajoy.

Lara, que llevaba la respuesta escrita ya que leyó sus papeles, le insistió en la necesidad de celebrar un pleno específico. Tras calificar la iniciativa de pacto formulada por el Ejecutivo como 'un lavado de cara', el líder de IU dijo: 'Hay una alarma social porque se ha creado un modelo perverso al calor de la burbuja inmobiliaria al tiempo que se asfixia a los partidos. Si no actúa la bomba de Bárcenas le estallará también al Gobierno'. El presidente no se inmutó. 'Le invito a sumarse a un acuerdo conjunto', le respondió de forma escueta.

El rifi-rafe quedó para los segundos espadas, la portavoz socialista y la vicepresidenta del Gobierno. Tanto Rubalcaba como Rajoy permanecieron en sus escaños como queriendo apoyar a sus respectivas colaboradoras. Tal vez para comprobar de la que se habían librado momentos antes. El caso es que este momento tampoco pasará a los anales del diario de sesiones de la Cámara baja.

La socialista Rodríguez, quien siempre habla con vehemencia y convicción, puso el dedo en la llaga sobre el caso Bárcenas; pero se da la circunstancia de que su interlocutora apenas tiene responsabilidad interna en el PP.

Sí la tiene en la regulación conocida como amnistía fiscal, y ahí incidió la portavoz socialista al afirmar que si bien esta iniciativa 'no esta hecha para el señor Bárcenas, sí es cierto que se ha podido beneficiar directamente con la medida del Gobierno de su propio partido', en alusión al lavado de 10 millones de euros de los 22 que el ex tesorero del PP almacenó en una cuenta en Suiza.

La vicepresidenta salió con una versión ampliada del 'y tú más' al comparar la amnistía fiscal de este Gobierno con las regularizaciones que adoptaron los gobiernos socialistas en la década de los noventa del siglo pasado. 'Eso sí fueron amnistías y, además, opacas al fisco, con la ironía de que recibieron intereses adicionales por la compra de deuda pública', dijo Sáenz de Santamaría. Sin embargo, reconoció que 'la corrupción nos afecta a todos, no tiene color político. Si hay que reformar el código penal se reformará', sentenció.

La portavoz de UPyD, Rosa Díez, también interpeló a la vicepresidenta por el asunto de la corrupción. En términos muy agrios, como es habitual en su discurso, Díez receló de 'los pactos vacíos de contenidos', en alusión a las palabras del presidente Rajoy minutos antes. 'Así no se combate la corrupción política; se hace con medidas concretas y ejemplarizantes cuando se descubren los casos'.

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