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"Como animales selváticos nos iría mejor que como creyentes"

El músico y escritor sevillano Antonio Luque publica 'Enhorabuena a los cuatro', un disco luminoso sobre el fracaso del amor romántico

 

J. LOSA

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El músico y escritor sevillano Antonio Luque, más conocido como Sr. Chinarro, comparece ante los medios encomendado a una conocida bebida energética. 'Fue una noche larga', se excusa. Luque saborea estos días los alicientes capitalinos lejos de su centro de operaciones habitual en Málaga. 'A veces me llega un email de El Corte Inglés de Málaga que pone ‘agenda cultural' y entonces lo abres y flipas; son charlas de estas sectas que hay tipo Nueva Acrópolis y cuando llego a Madrid, ya el primer día, voy al Thyssen, salgo de noche y descubro que hay cantidad de bares y chicas, y me digo, pues me parece que estoy mejor aquí'.

Dos certezas, Madrid le mata y las promos le aburren sobremanera. Para muestra esta lacónica respuesta: 'Cuando me pongo a escribir una letra intento que me salga lo mejor posible, unas salen mejor, otras peor, luego se meten todas en un disco y tocamos en los conciertos las que quedan mejor, por suerte he publicado 14 discos, de modo que con haber hecho una buena canción por disco ya puedo dar un concierto'. De cajón, sin duda. Pero que esta elusiva explicación sobre el proceso creativo no lleve a engaño, quien esto farfulla es, probablemente, uno de los mejores letristas del panorama patrio. A medio camino entre el costumbrismo y el absurdo, sus juegos de palabras y su tímida melancolía convierten a Luque en una rara avis que comparte pedestal con otros pajarracos díscolos como Nacho Vegas, Josele Santiago o Joan Miquel Oliver (Antònia Font).


Antonio Luque anda promocionando su último disco titulado Enhorabuena a los cuatro, editado por Mushroom Pillow, número 15 de su carrera y el cuarto que publica en los últimos cinco años, lo que da muestras de su fecunda labor creativa. El nombre del disco viene de un chiste y hace referencia a una pareja y sus respectivos amantes. 'Quería reflejar el fracaso de la idea del amor romántico como el principio del fracaso en la sociedad en su conjunto. El fracaso comienza individualmente, se expande entre las relaciones más próximas y acabamos fracasando como país', apunta Luque más cenizo y entrópico que nunca.

'Estamos a punto de ser un Estado fallido, no hay que olvidar que los políticos salen de entre nosotros, todos tenemos familiares que no emiten una factura ni a palos, ¿vamos a pedir a los políticos que den ejemplo? Igual sí, no lo sé'. Del declive del amor platónico a las corruptelas mediáticas en un suspiro. Así es el discurso chinarro; interrelaciona lo cotidiano, pone la lupa y emite un impreciso y sugerente veredicto. Lo que sí tiene claro es que algo positivo debe tener el sálvese quien pueda que rige la coyuntura actual. 'Tiene plena vigencia la ley de la selva y parece que está bien, los monos tienen una vida sexual más intensa que nosotros. Creo que como animales selváticos, nos podríamos organizar mejor que como creyentes', apostilla burlón.

Bromas aparte, Luque tiene entre manos un disco luminoso que no renuncia a los tropos domésticos, la ironía fina y la guasa meridional. Un disco que avanza en esa nueva etapa de claridad que inauguró con El fuego amigo (2005) y que ha ido perfeccionando en El mundo según (2006), Ronroneando (2008), Presidente (2011) y ¡Menos samba! (2012). Un frenesí compositivo que, de cara al directo, le obliga a retrotraerse constantemente al momento feliz de la creación. 'He de recuperar las sensaciones que tuve cuando escribí las canciones para poderlas interpretar. En algunos conciertos estás cantando pero parece que estás pensando donde has aparcado la camioneta'.

En cuanto a su desbordante productividad —es autor también de varios libros— Luque no quiere oir hablar de inspiración ni de estados de gracia, 'eso le pilla al Papa, yo no llego a tanto, soy un simple trabajador, supongo que con más imaginación que la media por eso me dedico a esto, aunque igual no tanta y soy un farsante'. Una vez más, Sr. Chinarro jugando al despiste.

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