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El Gobierno prohíbe llamarse Lenin porque invita a confusión

Considera que para el 'sentir popular' es un apellido, pese a que fue un seudónimo, y obliga a los Lenin sudamericanos que se registran en España a cambiarse el nombre

ANDRÉS MUÑIZ

Llamarse Lenin de nombre de pila en España está prohíbido. La razón es que invita a confusión, porque el 'sentir popular' -errado- piensa que es un apellido, aunque en realidad fue el seudónimo del líder de la revolución rusa de 1917.

Este rocambolesco argumento es el que esgrime el Gobierno en una respuesta parlamentaria por escrito que ha enviado al diputado de IU Gaspar Llamazares, que se había interesado por los motivos por los cuales los jueces del Registro Civil prohíben en España la inscripción del nombre Lenin, frecuente en América Latina, a un extranjero que obtiene la nacionalidad española, obligándole así a cambiar su denominación de origen.

El Ejecutivo destaca que los que se llaman Lenin deben sustituir su nombre en el registro por 'otro ajustado a derecho', ya que el mote del líder bolchevique infringe las normas del Registro Civil. En concreto, añade la respuesta, 'según doctrina reiterada de la Dirección General de los Registros y del Notariado, están prohibidos los nombres que hagan confusa la identificación de las personas'.

Esta circunstancia concurre 'cuando el nombre pretendido puede ser confundido con un apellido'. Pero la realidad es que Lenin no era el apellido de Vladimir Ilich Ulianov, sino su sobrenombre.

Pero para este contratiempo impuesto por la realidad tiene también contestación el Gobierno: 'Esta doctrina --la de que un nombre se confunda con un apellido-- se extiende por identidad de razón a los supuestos de hecho donde el nombre pretendido se identifica con un seudónimo que para el sentir popular se puede entender como apellido --independientemente de qué personaje en concreto ostentase tal seudónimo--'.

Como alternativa, el Ejecutivo permite que se adopte el nombre de 'Vladimir Ilich'

Así sucede, continúa  la respuesta, con Lenin, que 'es identificado con el apellido de un personaje histórico aunque el mismo correspondiera sólo al seudónimo con el que fue conocido dicho personaje'. O sea, que el sentir popular manda, aunque esté completamente equivocado como es el caso.

Además, el Ejecutivo da una salida a los admiradores del revolucionario ruso: 'Cuestión distinta sería que lo que se tomara del personaje histórico en cuestión fuera el nombre, en cuyo caso no habría obstáculo legal'. Llamarse Vladimir Ilich, entonces, sí es correcto, o lo que es lo mismo, no está amenazado por algún sentir popular.

El diputado Llamazares recordó que en la actualidad son aceptados nombres de fantasía o históricos, por lo que no entendía lo de Lenin. Desde 1977, la Ley suprimió la referencia al nombre impuesto en el bautismo católico, y estableció la libertad de imposición de nombres con el límite del 'respeto a la dignidad de la propia persona'. O lo que es lo mismo, se prohibían los nombres que, 'por sí o en combinación con los apellidos, resulten contrarios al decoro de la persona'.

También están vetados los que induzcan en su conjunto a confusión en cuanto al sexo del nacido; poner el mismo nombre que ostente uno de los hermanos, a no ser que hubiera fallecido; y los que hagan confusa la identificación, que es a lo que se agarra el Gobierno para prohibir llamarse Lenin.

Llamazares también reclamaba en su pregunta que se unificaran en la práctica los criterios del Registro Civil, 'a la luz de la realidad social y cultural de un mundo globalizado', y se evitaran casos, como ha ocurrido, en que un juez conceda la inscripción de un nombre que por otro juez se prohíbe.

En este terreno, la respuesta dice que el Ministerio de Justicia es consciente de los problemas derivados de esa disparidad de resoluciones que pueden producirse, y de la importancia de la inscripción del nombre elegido, entre otras cosas, al afectar al derecho al libre desarrollo de la personalidad. Por ello, anuncia que está clarificando y unificando criterios que plasmará en el futuro en una instrucción.

La imposibilidad de llamarse Lenin ya estaba instalada en España en los años treinta del siglo XX, como le ocurrió a un vecino de Lugo que quiso llamar a un hijo como el líder ruso, y a la hija, Igualdad. El resultado, que Público contó en junio de 2011, es que el cura se negó a refrendar con agua bendita este bautizo.

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