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"No se necesita ser cachas, supermujer, ni marimacho para ser militar"

Han pasado 25 años desde que la primera mujer accedió al Ejército. Las militares de la UME, el cuerpo más moderno de las Fuerzas Armadas pero con menor cuota femenina, repasan la situación actual de la mujer en esta

MARTA RODRÍGUEZ DOMINGO

En la base aérea de Torrejón de Ardoz viven, las 24 horas del día, en turnos rotativos de quince días, los 16 soldados que forman parte del primer elemento de intervención de la UME (Unidad Militar de Emergencias). El estado de alerta permanente y la rapidez de actuación tras saltar las alarmas son dos de las máximas de este cuerpo especializado de militares. El cabello rubio recogido en una coleta permite distinguir a la única mujer entre los 16 efectivos que componen esta unidad. Hace 25 años, este hecho –hoy, escaso pero normalizado– marcó un antes y un después en las Fuerzas Armadas (FAS), ya que hasta 1988 ninguna mujer había logrado hacerse un hueco en sus filas. España rompía así los esquemas de uno de los sistemas organizativos más tradicionales y anquilosados del Estado, el Ejército.

No obstante, éste sigue siendo un mundo dominado por hombres y tópicos, todavía muy anclados, en el que las féminas representan un reducido porcentaje. Actualmente, la UME está integrada por 3.632 efectivos, de los cuales 232 son mujeres, lo que supone sólo un 6% del total. Pese a ser la facción más moderna de las Fuerzas Armadas –creada el 7 de octubre de 2005, bajo el Gobierno de Zapatero– es la unidad con menor cuota femenina. La paridad está lejos de ser una realidad en cualquiera de los ejércitos pese a que dupliquen la proporción de la UME: en Tierra representan el 12%; en Aire, el 12,5%; y en la Armada, el 11,7%.

'Las pruebas físicas para acceder al cuerpo son de las más duras del Ejército. A pesar de que nosotras tenemos otro baremo para entrar, en el día a día no hay distinciones y la exigencia es igual para todos', explica la soldado Mari Luz Laredo, la única mujer de su sección y una de las tres jóvenes que forman parte de los efectivos del batallón de primera intervención. 'Sin una fuerte vocación, no se soportaría este ritmo de vida. La mayoría de mis compañeras prefiere estar en oficinas', añade.

Su estatura no supera el metro y 70 centímetros y la holgura con que viste el uniforme deja entrever su cuerpo menudo. Sin embargo, Mari Luz asegura: 'No soy la última de mi grupo, ni de mi sección; ni soy la que más sufre, al contrario'. Es por eso que reconoce que 'hay muchos estereotipos con respecto a los militares'. 'Parece que todos tenemos que ser muy fuertes y corpulentos, pero no se necesita ser cachas, supermujer, ni marimacho para estar en la UME. En la calle no se creen que soy militar por el físico y nadie imaginaba que lo conseguiría por mi estatura', añade.

En la UME la igualdad entre hombres y mujeres parece que es una obligación no sólo moral, sino también profesional, tanto en el día a día como en las misiones. 'Cuando vas a apagar un incendio la preparación es muy importante, ya no sólo para llevar a cabo la misión o por tus compañeros, sino por tu propia seguridad. Este puesto de trabajo exige igualdad en todos los sentidos. Tanto una mujer como un hombre tienen que saber utilizar los aparatos y poder coger peso sin distinciones', recalca la soldado.

La incorporación de la mujer a los cuadros de mando es otro de los tabúes que poco a poco se ha ido rompiendo. El ascenso por méritos es la clave del éxito en el Ejército, al menos así lo considera la capitán Mónica Urbano, que accedió al de intendencia de la UME hace dos años y medio tras estudiar la carrera de Administración de Empresas. 'Entiendo que hace 25 años chocara, pero ahora ya no tiene sentido que pase. Cada vez se va conociendo mejor el Ejército y de hecho, cada vez somos más'.

Sin embargo, habrá que esperar hasta 2016 para conocer a la primera general, que es muy probable que pertenezca a los Cuerpos Comunes del Ejército, –esto es Sanidad, Intervención o Jurídico–, donde la promoción es más rápida que en el resto de los ejércitos. 'Antes sólo entrábamos en campos comunes o en enfermería. Ahora ya estamos en todos los Cuerpos y en cualquier escala. Se ha evolucionado mucho', cuenta Urbano. Aun así, admite que en su entorno 'se extrañan de que sea capitán'. 'Algunos me dicen ‘¡Qué suerte mandar a tantos hombres!', pero es que cuando estás dentro, la cuestión no es mandar a hombres sino hacer bien tu trabajo. Sólo así se consigue el reconocimiento de todos y no se logra por ser una mujer guapa o fea, sino por si corres y lo das todo o no'. 

La capitán Mónica Urbano además de militar es madre. En base a su experiencia, la compatibilidad entre la vida laboral y familiar no ha sido más complicada que para una mujer que trabaje en una empresa privada. 'A nosotros nos ampara la ley de Destinos. Mi marido también es militar en la UME y durante cuatro meses tiene que trabajar en la campaña contra incendios. Si por cualquier cosa yo tengo también que marcharme mientras él está fuera la ley nos ampararía. Tendrían que mandar a otra persona en lugar de a mí o a mi marido para que mi hijo de cuatro años no se quedase solo', explica Urbano.

Pero no es oro todo lo que reluce, hay algo que la ley no ampara: la designación de diferentes destinos geográficos entre los cónyuges. En el caso Mónica Urbano, ambos son andaluces y por eso eligieron Madrid como destino, ya que la mayor posibilidad de que les destinaran juntos era en la capital. 'Puede que algún día nos toque desplazarnos de destino, pero siempre tienes la posibilidad de volver a tu sitio o a tu casa en un año o año y medio. Aunque esto ocurre también en casi todas las profesiones'.

Aunque la vida dentro de la UME para la soldado Mari Luz Laredo y para la capitán Mónica Urbano sean completamente distintas, ambas coinciden en que las Fuerzas Armadas han avanzado bastante en estos 25 años. Sin embargo, aún parece que queda lejos la meta de la paridad por completo. 'Desde luego, en cuanto al número no hemos llegado a la igualdad ni aquí ni en ningún lado y en el Ejército se nota aún más, es algo que todavía se ve desde fuera', comenta Laredo.

Por eso, ahora el mayor deseo de estas militares, en palabras de Urbano, no es otro que 'eliminar ese viejo debate de si la mujer vale o no vale para ser militar'. 'Nosotras estamos demostrando que si se quiere se puede', concluye.

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