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Rajoy se pone de perfil ante el independentismo de la Diada

El Gobierno minimiza las previsiones de éxito de la cadena humana. El PP catalán no acude a los actos institucionales por considerarlos de 'división y ruptura'

ANA PARDO DE VERA

Mariano Rajoy ha decidido optar por su actitud favorita ante la cadena humana por la independencia convocada para hoy por la Assemblea Nacional Catalana (ANC): pasar de perfil y, además, esperar a que finalice el día y la reivindicación se vaya con él. Ni declaraciones altisonantes, ni rasgado de vestiduras. El Gobierno cree que esta convocatoria -a pesar de aportar con la cadena una imagen más aparatosa que la manifestación de Barcelona el 11 de septiembre de 2012- nace con mucha menos fuerza, por una parte, debido a la propia debilidad de Artur Mas, que el año pasado tenía una docena de escaños más que hoy y, por otra, porque el clima de crispación entre Gobierno y Generalitat se ha rebajado mucho en estos 365 días. Sin los aspavientos del Govern, el clima de exaltación bajará, creen los conservadores, aunque la presidenta del PP de Catalunya anunció ayer en el Senado que su partido no acudirá a los actos oficiales de la Diada, que considera de la 'división y la ruptura'. Alicia Sánchez-Camacho pidió ayer al president que recupere la celebración de la Diada como un 'acto festivo'.

La cadena humana convocada para esta tarde a las 17:14h (en referencia al año en que Barcelona cayó ante las tropas de Felipe V en la Guerra de Sucesión) se extenderá unos 400 kilómetros desde el norte al sur de Cayalunya y cuenta con 350.000 personas incritas. Miembros del Gobierno razonan incluso numéricamente lo que consideran una indicación de que la convocatoria independentista de 2013 tendrá menos éxito que la de 2012: la manifestación del año pasado congregó en Barcelona a un millón y medio de personas, según la Guardia Urbana, y a 600.000 catalanes según la Delegación del Gobierno, desbordando todas las previsiones. 'Una cadena necesita a menos gente para ser larga que una manifestación para ser multitudinaria', razonan desde el Ejecutivo. Tampoco preocupa al Gobierno la imagen que puedan recoger los medios internacionales y si ésta pudiera perjudicar más a la imagen general de España, pues consideran que la foto no tendrá gran repercusión aparte del efectismo de la cadena en sí.

El presidente del Gobierno y el de la Generalitat intentan desde hace unos meses recomponer una relación que tocó fondo el 20 de septiembre de 2012, cuando Rajoy rechazó la propuesta de pacto fiscal de Mas. Desde entonces, ha habido al menos cinco encuentros de ambos mandatarios (en la conferencia de presidentes de octubre de 2012; en la inauguración del AVE a Figueres en enero de este año; una cita 'secreta' en marzo; el salón del automóvil de Barcelona en mayo, y otra reunión 'privada' el pasado 29 de agosto), aunque en La Moncloa admiten la existencia de más conversaciones telefónicas y reuniones que pertenecen a la 'agenda privada' del presidente del Gobierno y de las que no se informa.

El Ejecutivo trata de crear así un clima favorable que vaya relajando la postura soberanista de la CiU de Mas y alejándola de las posiciones de ERC, aunque sin que el president salga perjudicado frente a su electorado, lo que -a tenor de las encuestas- daría aun más bazas a los de Oriol Junqueras, algo que en absoluto beneficia a Rajoy. Una fórmula con tantos y tan delicados ingredientes es complicada pues, en definitiva, se trataría de poder celebrar el referéndum en 2014 ó 2016 (Mas se comprometió en su programa electoral a celebrar la consulta, aunque no acaba de confirmar la fecha) sin que se incumpla la legalidad, como exige el Gobierno. Casi una paradoja.

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