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Las cinco caras del caso Fabra

El empresario que destapó el soborno, en prisión por violador, se desdice: 'Nunca dimos nada a Carlos'. Fabra dice que les presentó una 'verdulera', y su exmujer, que no sabía qué es un fitosanitar

JUAN E. TUR

Si de una misma historia se dice que tiene al menos dos caras; de la que narra los hechos posiblemente constitutivos de un delito (o varios) se debería decir que tienen tantas como sospechosos de haberlo cometido. Así quedó corroborado de nuevo en la segunda jornada del juicio del 'caso Naranjax', popularmente conocido como 'caso Fabra', en el que se produjeron las siempre vistosas declaraciones de los cinco acusados de haber cometido varios delitos de cohecho, tráfico de influencias e infracciones contra la hacienda pública.

Suelen ser éstas las jornadas con mayor atención mediática y a las que mediáticamente se saca más jugo, pues los acusados siempre aportan alguna llamativa revelación, aunque cabe señalar que son precisamente los acusados los únicos que no cometen ningún delito en caso de mentir en sus testimonios al tribunal, por lo que sus declaraciones deben ser valoradas con toda la cautela que les otorga esta naturaleza.

No obstante, esto no evitó que hasta en la sala de prensa en la que buena parte de los periodistas siguen el juicio se armara un revuelo cuando Vicente Vilar —el empresario que con sus querellas acusando a Carlos Fabra de cobrar cantidades millonarias a cambio de interceder por sus productos, levantara las sospechas que desembocaron en la causa que ahora se juzga— aseguró que ni él ni su mujer entregaron dinero al expresidente de la Diputación. 'Nunca dimos nada a Carlos'.

'¿Y qué hacemos aquí?' se preguntaba una colega a modo de respuesta, obviando que el alcance del testimonio de Vilar —como el del resto de los acusados— deberá en las próximas jornadas confrontarse con los de varias decenas de testigos obligados a decir la verdad, y a un alud de pruebas que, estas sí, no pueden mentir.

Pese a ello, el testimonio de Vilar fue demoledor. 'Aquella denuncia fue fruto de mi cabreo con Fabra', señaló el empresario, que —como adelantó este diario el pasado martes— situó el origen del enfrentamiento que dio origen al caso en las relaciones personales de sus protagonistas, y aseguró que, si bien nunca realizó los dos pagos millonarios —de 30 y 25 millones de pesetas en un periodo de pocas semanas— que se le atribuían al expresidente de la Diputación de Castellón, sí los hizo su exmujer, Montserrat Vives, a la exmujer de Fabra, Maria Amparo Fernández.

'Mi mujer le entregó los 30 millones a Maria Amparo, no a Fabra, porque pensaba que con ella iba a progresar', aseguró Vilar, que dijo con vaguedad que estos pagos se hicieron como 'un agradecimiento', aunque no aclaró en concepto de qué.

Sin embargo, su cordial relación cambió cuando Vives denunció a Vilar por violación y él consideró que Fabra le daba la espalda. 'Le llamé tres veces al móvil pero no me lo cogió, y yo interpreté que no me llamó porque pensaba repartirse el dinero con ellas. Me dije, 'Carlos, ¿vas a por mí? Pues ahora voy a ir yo a por ti', apuntó, mientras seguía sin dar fe a que Fabra aún no le hubiera dado explicaciones: 'que se creyera a mi mujer o guardara silencio cuando él y yo hemos ido mil veces de fiesta y sabe lo que hay...'.

No fueron estas las únicas perlas que dejó caer Vilar —'en la cárcel no hablo mucho', aclaró el empresario, que compareció de nuevo  esposado y cumple pena de prisión por la violación a Montserrat Vives—, que también trató de desmentir la influencia de Fabra en su reunión con el entonces ministro y actual presidente del Congreso, Jesús Posada. 'No se nos concedieron los permisos por influencias, sino porque todo era legal [...]. no creo que la presencia allí de Fabra influyera mucho, porque eso significaría que Posada es un delincuente y no lo creo', aseguró.

Sin embargo, Vilar insistió en que el tráfico de sobornos es moneda común y explicó así el modus operandi: 'Hay despachos de influencia donde se deciden las cosas y los maletines se entregan en esos despachos. Tú no sabes en qué manos acaba el contenido de esos maletines pero lo que sí sabes es que al poco de entregarlos se aprueban las cosas'.

Vicente Vilar ponía la traca final de las declaraciones pero la mascletá empezó a primera hora con el testimonio del principal protagonista, el antiguo barón del PP en Castellón, Carlos Fabra, que por segunda jornada asistía a la Ciudad de la Justicia sin el calor de la compañía de ningún peso pesado de su partido. Fabra inició la costumbre que copiarían todos sus compañeros de banquillo a excepción de Vilar de negarse a responder a las preguntas de la Abogacía del Estado y de la Acusación Popular, y lo primero que hizo fue negar con rotundidad haberse reunido jamás con ningún alto cargo del Gobierno de Aznar para favorecer los productos fitosanitarios del empresario o de las empresas en que ambos y sus ex esposas acabarían cruzándose.

'Nuestra relación era la normal de dos matrimonios, él me invitaba a cenar y yo le invitaba a los toros', declaró Fabra tras rememorar cómo fue su verdulera la que puso en contacto a los dos matrimonios. En su declaración continuó asegurando que su asistencia a las reuniones fue a título de presidente de la Diputación o del PP para temas 'de interés para los castellonenses', aunque reconoció haber acompañado a Vilar 'en condición de amigo' a alguna de las reuniones relativas a su empresa.

Fabra trató a su vez de acabar con la fiabilidad como testigo de Vicente Vilar, el empresario cuyas denuncias impulsaron la investigación del caso, tildándole de fanfarrón. 'Siempre iba por ahí diciendo que daba maletines a todo el mundo, pero yo nunca lo vi. Incluso dijo que nos dio maletines a mi mujer y a mí. Yo nunca le creí'.

El momento más delicado para el acusado en el sorprendentemente breve interrogatorio de la fiscalía se produjo cuando se le preguntó por los presuntos delitos fiscales, donde no pudo más que dar cuenta de su anómala manera de llevar sus cuentas. 'Cada vez que pedía un préstamo era para pagar otro, y si alguna vez no me los concedían, sacaba el dinero de la 'caja familiar'. Así me apañaba yo, no tenía problemas', declaró. Del mismo modo, sobre sus ingresos no justificados, apuntó 'unas veces los hacía yo, otros mi chófer, otros, mi escolta, depende...'. 'Es que usted me habla del 99', respondió Fabra tratando de salir del paso.

A continuación la defensa de Fabra centró su interrogatorio en los movimientos de capital del acusado y diferentes compras y ventas de inmuebles para tratar de tumbar los delitos fiscales. Del mismo modo condujo a Fabra a apuntar que los ingresos recibidos de Vilar fueron debidos a sus negocios comunes y no fruto de ninguna gestión. 'Que me pagara maletines es rotundamente falso. Era con ánimo de perjudicarme porque (cuando violó a su mujer) le apoyamos a ella y no a él', aseguró el ex dirigente conservador, en una declaración en la que a la postre coincidiría con el acusado. Al fin y al cabo, si todo era falso, ambos serían inocentes de varios de los delitos por los que se les acusa.

Llegado el turno de la exesposa de Fabra, Maria Amparo Fernández, esta escenificó no estar del todo al corriente en algunos de los negocios en los que figuró como titular. 'Nosotras hablábamos de cosas de mujer, no de negocios', apuntó sobre sus primeros encuentros con Vives, a la que cogió 'cariño' por ser 'de la edad de mis hijas'.  Sobre cómo montó la empresa Artemis con ella —pese a que, como apuntó, 'no tenía ni idea de lo que eran fitosanitarios'— señaló que Vives le hizo la propuesta y que, aunque en principio se negó, luego accedió para colocar a uno de sus hijos, que por entonces trabajaba de conserje en ASCER (la Asociación Española de Fabricantes de Azulejos y Pavimentos Cerámicos) después de haber abandonado los estudios. Pero según aseguró, cuando firmó 'estaba todo hecho, el nombre elegido, y Vilar ya era administrador único'.

Los interrogatorios fueron fluidos y breves y las defensas sólo preguntaron a sus representados. Vives, interrogada por el fiscal Luis Pastor, se limitó a refrendar desde otra óptica la versión de su participación en el entramado empresarial ya relatado por la exesposa de Fabra. Fue con el interrogatorio de su abogado defensor cuando apuntaló toda la responsabilidad de las posibles irregularidades en la figura de Vilar -'llevaba todo a título personal [...] Los libros de la empresa los firmaba su madre'-, al que negó toda credibilidad: 'Nada de lo que dice sobre mí, sobre Fabra o sobre nadie, es verdad'. 'Jamás he llevado dinero a nadie', aseguró.

Tras su declaración, le tocó el turno al exsenador y exdiputado del PP Miguel Vicente Prim, que reconoció haberse interesado por los problemas de los problemas fitosanitarios alrededor de los cuales se articulan todos los presuntos delitos, pero no más que en otros casos y siempre dentro de la legalidad. 'Yo he hecho esto por muchas personas, físicas y jurídicas; especialmente en todo lo relacionado con la citricultura, que es mi especialidad', apuntó Prim, que aseguró que 'Fabra nunca me dijo cómo actuar' y reconoció haber tratado con Vilar antes incluso de que éste conociera a Fabra.

Finalmente, Vilar, empezó su turno de declaración, apuntando que respondería 'a todos sin problemas' y que 'como dice el Gran Wyoming, yo he venido aquí a contar la verdad'. No obstante, como ya apuntamos, la verdad la aportarán las pruebas que cimentan una instrucción de cerca de diez años y que se detallarán en las próximas jornadas. El juicio que se reanudará el próximo martes con las declaraciones de los primeros testigos. Entre ellos, el diputado autonómico del PP Ricardo Costa.

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