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Los traidores a Suárez se llenan la boca de elogios ante su féretro

JUAN ANTONIO BLAY

'¡Si Suárez levantara la cabeza!'. La exclamación la han proferido casi al unísono un ujier y un camarero del Congreso de los Diputados, ambos testigos directos de la actividad parlamentaria durante la Transición, tras escuchar algunas de las declaraciones realizadas en el patio de la Cámara Baja una vez ha finalizado el acto estrictamente institucional y los reyes han abandonado la sede parlamentaria.

En su memoria reverdecían pasajes que no casaban con lo que escuchaban en boca de algunos declarantes. Uno de ellos, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, es identificado como el activista principal para derrocar a Adolfo Suárez como líder del partido Unión de Centro Democrático (UCD) durante su segunda legislatura y propiciar la desestabilización del Gobierno que presidía sin mayoría absoluta tras la aprobación de la Constitución, a partir de marzo de 1979. Esta misma mañana, a escasos metros de donde estaba colocado el féretro, Herrero y Rodríguez de Miñón se ha deshecho en elogios. 'Figura histórica y las figuras históricas no desaparecen nunca', ha dicho entre otras loas.

'Fue capaz de lograr acuerdos y consensos; su legado es múltiple', ha dicho en otro momento de su breve comparecencia ante los medios de comunicación. Consciente del tirón mediático que todavía mantiene como uno de los padres de la Constitución, el exdirigente de UCD que acabó desertando de su grupo parlamentario para integrarse en UCD en 1982 se ha explayado en comentarios elogiosos.

Sin embargo, periodistas veteranos y diversos políticos no han podido evitar el recuerdo de los convulsos momentos que vivió el expresidente Suárez como consecuencia de las guerras internas entre las familias de UCD, coalición convertida en partido político para afrontar las primeras elecciones generales tras la entrada en vigor del texto constitucional. Herrero y Rodríguez de Miñón fue uno de los instigadores de las trifulcas internas desde su privilegiado puesto de portavoz parlamentario en los años 1980 y 1981. Estas peleas internas, junto a otros factores como la presión de los militares franquistas y del sector más conservador de la Iglesia católica, fueron determinantes para la dimisión de Suárez como presidente del Gobierno.

Dos semanas antes de su dimisión, la celebración del II Congreso Nacional de UCD, celebrado en Palma de Mallorca, fue el detonante pese a que el duro enfrentamiento interno entre las familias centristas se dilucidó con la victoria de uno de sus aliados, Agustín Rodríguez Sahagún, frente a Landelino Lavilla, cabeza visible del sector democristiano que formaba parte del ala derecha de la formación centrista.

Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, el principal conspirador para derrocar a Suárez, ahora lo elogia ante su féretroPrecisamente Lavilla fue otro de los artífices del 'calvario' --expresión de un antiguo correligionario de Suárez en UCD que luego le siguió al CDS-- que tuvo que sufrir por los ataques desde sus propias filas partidarias. 'Cuando conocí el fallecimiento de Adolfo Suárez sentí una sensación de desgarramiento interno similar a la que experimenté cuando su hijo me contó los detalles de su enfermedad', ha dicho Lavilla esta mañana a los periodistas tras visitar la capilla ardiente tras su excompañero Herrero y Rodríguez de Miñón. Y ha añadido una reflexión personal: 'Es posible que con su desaparición estén llegando a su final muchas cosas. Deja en mí un sentimiento muy profundo'.

Lavilla también es identificado como uno de los impulsores de la muerte política de Suárez al frente del Gobierno y de UCD. Los ataques del sector democristiano que encabezaba Landelino --así, con el nombre propio, era reconocido--, desde su privilegiada posición de presidente del Congreso de los Diputados, fueron muy fuertes para oponerse a la ley de divorcio que, finalmente, fue aprobada.

Este sector también presionó para mantener vínculos particulares desde las instituciones con el catolicismo. Tras la salida de Suárez de La Moncloa y del Gobierno se enfrentó, ya como líder del CDS, a Landelino Lavilla en los comicios generales de octubre de 1982 para la Presidencia del Gobierno. Lavilla cosechó un estrepitoso fracaso al obtener sólo 11 escaños, mientras que el expresidente logró un acta de diputado junto con su compañero y amigo Rodríguez Sahagún, ambos por Madrid. Aquella campaña fue muy dura entre los antiguos correligionarios y Lavilla y los restos de UCD, se emplearon a fondo para descalificar a Suárez cuando el ganador de aquellas elecciones fue el PSOE con Felipe González como cabeza de cartel.

El féretro del expresidente Adolfo Suárez, a su llegada al Congreso. REUTERS / Susana Vera

Pero entre los halagadores en la capilla ardiente también ha estado el expresidente del Gobierno José María Aznar, político con el que Suárez mantuvo duros enfrentamientos en la campaña para las elecciones generales de octubre de 1989 que, a la postre, conllevó dos años después el hundimiento definitivo como opción electoral del CDS y de la carrera política del expresidente fallecido. Años después, sin embargo, hubo un acercamiento entre ambos, ya que su hijo mayor fue candidato del PP a la Presidencia de Castilla-La Mancha en las elecciones autonómicas de 2003, que perdió ante el socialista José Bono.

Pero antes de esa confrontación, en la que Aznar y el Partido Popular trataron de forma displicente al CDS y a su cabeza de lista, en la campaña para los comicios de junio de 1986 el choque con Fraga, que era cabeza electoral de la llamada Coalición Popular (Alianza Popular, Partido Democrático Popular y Partido Liberal) fue brutal. Suárez tuvo entonces enfrente a muy significados antiguos compañeros.

Por la capilla ardiente han pasado también viejos correligionarios que se mantuvieron fieles a su liderazgo. Sin duda el más significativo de ellos ha sido José Ramón Caso, portavoz del grupo del CDS tras el resurgir de esta formación en las elecciones de 1986 (obtuvo 19 escaños). Junto con Caso ha acudido a la capilla un pequeño grupo de compañeros en el CDS como Rafael Martínez Campillo y Antoni Fernández Teixidó, entre otros, pasadas las cuatro de la tarde. 'No queremos ningún tipo de protagonismo. Todos venimos a testimoniar a la familia nuestro afecto personal por Adolfo Suárez', ha dicho Martínez Campillo a Público.

Uno de los ministros más cercanos a Suárez, Jaime Lamo de Espinosa (lo fue de Agricultura) también ha estado presente de forma discreta. 'La verdad es que de aquella época quedan ya muy poquitos y la mayoría deben tener achaques; ahora ya no estarán para las guerras internas que le plantearon a Suárez. O tal vez tengan vergüenza de acercarse por aquí', ha dicho el ujier a primeras horas de la tarde. 'A lo mejor vienen ya de noche', ha apostillado el veterano camarero.

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