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"Marruecos nos desgasta psicológicamente para no informar sobre la realidad de Sáhara"

I. ALCONCHEL / M. CABRERA

Más de 18 horas de espera en el aeropuerto de Marrakech sin comer ni dormir, sin saber cuándo ni cómo serán expulsados de Marruecos tras recibir el aviso de la policía del país, donde no son bienvenidos.  Cuatro jóvenes aragoneses viven desde el pasado miércoles, cuando intentaron acceder a El Aaiún para conocer la realidad social y política del Sahara Occidental ,  'una constante tortura psicológica por parte de los cuerpos de seguridad alauí que no quieren aquí a observadores internacionales', explica Diego Marín, integrante del grupo de activistas.

Irene Bailo, Laura Soteras, Diego Marín y Raúl Ramón llegaron a la capital de la antigua colonia española, donde pretendían permanecer durante una semana, para recoger testimonios de responsables de asociaciones de derechos humanos. Tras más de una decena de controles hasta llegar a El Aaiún, la policía marroquí los bajó del autobús en el que viajaban, los registraron e interrogaron durante tres horas, preguntándoles sobre su profesión, el motivo y duración de la visita y  sus contactos en la zona. 'Fueron tajantes. Nos dijeron que no teníamos permiso para entrar en la ciudad y nos obligaron a meternos en un taxi en dirección a Agadir sin más explicaciones', señala Irene Bailo.

Una vez allí, el grupo intentó regresar a Tan Tan, puerta al Sahara Occidental, donde otro taxi les aguardaba para llevarlos de vuelta a Agadir. 'Ya estábamos vigilados, más de una veintena de agentes nos estaban esperando y nos advirtieron de que si volvíamos a intentar acceder a los territorios ocupados tendríamos serios problemas. Dada la presión y constante vigilancia nos trasladamos a Marrakech', apunta Bailo. 

Varios estudiantes saharauis les ofrecieron su apartamento en la ciudad para descansar hasta su vuelta a España. 'Pensábamos que ahí acababa el acoso policial cuando en la medianoche del domingo, 15  agentes  se presentaron en la casa con varios furgones aparcados en la puerta del edificio', explica Raúl Ramón.  Según el grupo, la policía les comunicó que existía una orden de expulsión y que debían trasladarlos, de forma inmediata, al aeropuerto para salir del país en el primer vuelo disponible.

'Ni nos dejan quedarnos en Marruecos ni tampoco nos dan soluciones para salir del país y piden que esperemos. Durante horas nadie nos ha atendido pero sí vigilado. Desde la embajada nos han denegado el asilo político. Estamos exahustos', señala Diego Marín.

Aseguran que el cansancio físico es lo de menos, que 'el mareo constante' es la estrategia de Marruecos para frenar la llegada de observadores internacionales a los territorios ocupados en unas fechas muy sensibles para el conflicto que desde 1975 atraviesan Marruecos y el Sahara Occidental.

El Consejo de Seguridad de la ONU vota este mes la renovación de la MINURSO, la Misión de Naciones Unidas para el referéndum en el Sahara Occidental, una cita que la población saharaui aprovecha para demandar que el organismo internacional tenga competencia para vigilar los derechos humanos en el territorio.

'Lo que Marruecos pretende es reventarnos psicológicamente, con la complacencia de las embajadas y consulados, asustarnos y presionarnos para no acudir a las manifestaciones, donde se producen agresiones que pretenden ser silenciadas', concluye Bailo.

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