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Entre Al Asad y Al Asad

PÚBLICO / AGENCIAS

Las urnas vuelven a Siria para mantener el statu quo de un país devastado tras más de tres años de guerra. Unos 16 millones de sirios están llamados a votar en las primeras elecciones en medio siglo en los que aparece otro apellido distinto a Al Asad en las papeletas. Serán dos caras nuevas, dos candidatos que servirán de figurantes para legitimar la reelección del presidente Bashar por un nuevo mandato de siete años.

Las condiciones de la candidatura y la campaña dan una ventaja incuestionable al mandatario. Pese a que hasta un total de 24 personas presentaron su candidatura a los comicios, el Tribunal Constitucional permitió que concurrieran a los mismos tres candidatos: Al Asad, el diputado Maher Hayar, originario de Alepo, y Hasan Nuri, otro parlamentario procedente, esta vez, de Damasco.

Los dos aspirantes son figuras relativamente desconocidas y cuentan con poca presencia pública. Ambos, a pesar de que han formulado someras críticas a la gestión de la crisis y la situación económica del país, han expresado su respaldo a las políticas generales del Gobierno. Hayar es un candidato independiente y exparlamentario del Partido Comunista, mientras que Nuri es un empresario integrado en los círculos de la oposición interna, tolerada por el régimen. Además, este último fue ministro de Estado para el Desarrollo de la Administración Pública y de Asuntos Parlamentarios entre 2000 y 2002.

Las normas establecidas en la ley electoral estaban hechas a medida de Al Asad y apenas dejaron margen de maniobra para la oposición. Un candidato debía tener al menos 40 años y contar únicamente con pasaporte sirio. Sus padres y su pareja, además, debían tener esta nacionalidad. Para confirmarse la candidatura, los postulantes debían recibir el respaldo escrito de 35 parlamentarios para que su solicitud no sea rechazada. Cada parlamentario podía dar su respaldo a un único candidato.

Además, el aspirante debía haber vivido de forma ininterrumpida en Siria durante los últimos diez años, aspectos que impedían una hipotética iniciativa para la actual oposición política afincada en el extranjero. Estos motivos, así como el hecho de que las elecciones se van a celebrar en un contexto de guerra y de división del territorio en zonas controladas por el Gobierno y la oposición -igualmente fragmentada-, han llevado a la mayoría de los países a denunciar que los resultados no tendrán credibilidad ni serán representativos.

Uno de los más críticos con la convocatoria ha sido Estados Unidos, que ha valorado que las mismas serán una 'parodia de democracia', al tiempo que ha sostenido que dañarán el proceso de conversaciones de paz de Ginebra. 'Convocar un referéndum 'de facto' suena especialmente hueco ahora, ya que el régimen continúa masacrando al electorado al que dice representar. La supresión violenta del llamamiento de la población en favor de la libertad y la dignidad es lo que desató este brutal conflicto', recordó a finales de abril la portavoz del Departamento de Estado, Jennifer Psaki.

La convocatoria de elecciones tuvo además un impacto directo sobre las conversaciones, después de que el enviado especial de Naciones Unidas y la Liga Árabe a Siria, Lajdar Brahimi, presentara su dimisión citando su frustración a la hora de poner fin 'a una brutal y cada vez peor' guerra civil que ha dejado un balance de al menos 160.000 muertos y millones de refugiados y desplazados. Los avances del Ejército hacen creer que las autoridades del régimen serán capaces de controlar la seguridad en las zonas bajo su dominio, si bien se teme que la violencia se incremente durante la jornada electoral. A mediados de mayo, al menos 21 personas murieron en un ataque con morteros contra un acto electoral de la campaña de Al Asad.

La más que probable victoria de Al Asad servirá para reafirmar al régimen en su posición. No servirá, en cambio, para cambiar la naturaleza del conflicto ni para legitimar su postura, muy dañada a nivel internacional. El propio Brahimi advirtió antes de abandonar el cargo -en el que aún no se ha nombrado a su sustituto- que la celebración de los comicios podría dañar las posibilidades de que las conversaciones de Ginebra tuvieran éxito tras dos rondas infructuosas.

En este sentido, la Coalición Nacional de Fuerzas de la Oposición y la Revolución Siria (CNFORS) ya ha tildado el proceso de 'farsa' y ha protestado contra las condiciones impuestas para la aceptación de candidaturas, por lo que no aceptará los resultados y se prevé que endurezca su postura. Pese a ello, el Gobierno ha presentado las elecciones como una muestra de su soberanía e independencia, así como un ejemplo de la democracia que asegura que existe en el país, a pesar de la dura situación que atraviesa, una postura que ha sido respaldada por sus aliados en la escena internacional.

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