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Una empresa gaditana asegura que podría disponer de la vacuna contra el ébola

EFE

La empresa gaditana Bionaturis, compuesta por una quincena de doctores y científicos, está investigando una forma de desarrollar una vacuna contra el ébola a partir del cultivo en larvas de mariposas inoculadas con una proteína del virus.

Juan José Infante, director científico de la firma, ha informado que lo novedoso es aplicar una 'manera de fabricar distinta' a la de las vacunas tradicionales que permitiría, a partir de la implicación de una multinacional farmacéutica que costeara los ensayos clínicos, fabricar 200 millones de dosis en apenas cuatro semanas, con lo que se evitaría tener que almacenarlas en caso de alerta sanitaria.

El sistema parte de las llamadas vacunas recombinantes, como la comercializada para el virus del papiloma humano o la hepatitis B, que inoculan una proteína de la envoltura del virus para que el cuerpo fabrique defensas contra el desarrollo de la enfermedad, ha explicado Infante.

Esas proteínas se fabrican desde los años ochenta en fermentadores que contienen células en suspensión extraídas, en muchos de los casos, de ovarios de hamsters chinos y tienen el inconveniente de que dan lugar a 'fármacos muy caros que se fabrican sólo para enfermedades que afectan a las poblaciones del primer mundo'.

Bionaturis propone utilizar como fermentador larvas de mariposas, dentro de lo que se conoce como 'plataformas alternativas', siguiendo un modelo implantado con éxito en EEUU y Japón, donde ya hay antivirales en el mercado de uso animal elaborados bajo esta pauta.

Según Juan José Infante, en la planta que Bionaturis posee en Jerez de la Frontera (Cádiz) se pueden inocular unas 200.000 larvas al día, que 'en apenas tres días se convierten en un saco de vacunas', con lo que se podrían cubrir 'nichos de mercados no cubiertos hasta ahora' como enfermedades consideradas 'minoritarias' como el ébola o el dengue que apenas tienen incidencia en los países desarrollados. Los científicos estiman que en un plazo máximo de 24 meses sería viable disponer de dosis experimentales de la nueva vacuna con la seguridad y eficacia testada en modelos animales y lista para ser evaluada en primates y humanos, o para ser usada en casos de emergencia como los acontecidos en el último mes.

El principal inconveniente para desarrollar este tipo de productos es encontrar el 'socio' que realice primero los ensayos en primates, que duran alrededor de seis meses, y más tarde los ensayos clínicos humanos, que exigen, además, una inversión económica entre los 500 y los 1.000 millones de euros.

Si estos supuestos se dan, la vacuna tardaría al menos seis años en poder comercializarse una vez que recibiera el visto bueno de la Agencia Europea del Medicamento.

No obstante, en casos excepcionales, como alerta sanitaria o individuos infectados con altas probabilidades de no sobrevivir, la Organización Mundial de la Salud autoriza el suministro de medicamentos que no han pasado por ensayos, como el aplicado al religioso español Miguel Pajares, que, según Infante, forma parte de un ensayo realizado en EEUU en plantas de nicotina.



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