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La estación abandonada de Chamberí vuelve a la vida convertida en museo

Fue clausurada en 1966 y desde entonces ha sido la estación 'fantasma'. Hoy, tras 15 meses de rehabilitación y 3,8 millones de euros, ha vuelto a la vida convertida en el museo del Metro. 

JESÚS CENTENO

Quien la ha visto alguna vez, pegado a la ventanilla entre las estaciones de Iglesia y Bilbao, se habrá preguntado qué hace una ruinosa estación en mitad de la nada de la línea 1 del metro de Madrid. Quienes han cruzado las vías y se han adentrado en ella para averiguar qué hay detrás aseguran que es como viajar en el tiempo. Que todo permanece igual. Que al fondo, en el vestíbulo, todavía se ven papeles, periódicos, paquetes de tabaco vacíos y billetes obsoletos. Que huele a goma vieja y que aún se conservan los bancos de madera, la cerámica azul y los azulejos blancos de la pared. Que es utilizada para cortas paradas por algún problema técnico e, incluso, que mendigos e indigentes la ocupan cada noche como en su día fue utilizada como almacén y refugio de los bombardeos aéreos en la Guerra Civil.

Ayer, cuarenta años después de su clausura y tras 15 meses de rehabilitación, la estación Chamberí volvió a la vida. No como parada, sino convertida en Andén 0, el museo de la historia del Metro de Madrid.

Situada en la esquina entre las calles de Luchana y de Santa Engracia, la estación de Chamberí cerró el 21 de mayo de 1966 debido a la ampliación de la línea 1, que se renovó con trenes de seis coches por los cuatro de entonces. Para ello, se ampliaron los andenes de 60 a 90 metros de longitud. Ante la imposibilidad técnica de reformar Chamberí, por su situación en curva, sumado a su proximidad a las paradas de Bilbao e Iglesia, el ministerio de Obras Públicas decidió tapiarla, sin más, dejando todo tal y como estaba.

Chamberí no era una estación muy rentable. Su ubicación, a 223 metros de Iglesia y a 310 de Bilbao, obligaba a los trenes a mantener una velocidad muy reducida. Eso sí, para no perjudicar a los viajeros, Metro habilitó nuevos accesos a la parada de Iglesia, en la calle Sagunto, y a la de Bilbao, en la calle Luchana.

Quien visite ahora la rehabilitada estación se encontrará con las taquillas, barreras de acceso e indicadores de la estación tal y como eran cuando se construyeron para conservar el encanto de entonces. En el andén, aún asoman los anuncios hechos en mosaico de Cafés La Estrella, Cementos Portland, la Naranjina, Gal, Longines y la Gota de ámbar. Además, se han incorporado pantallas gigantes que proyectan documentales de la época. Mientras, en las taquillas, un cartel amarillento informa de una 'rebajas de tarifas' y otro ofrece un pase especial para ir a los toros por 0,50 céntimos.

La Red de Metro fue inaugurada el 17 de octubre de 1919 como parte del Ferrocarril Metropolitano Alfonso XIII, un proyecto iniciado dos años antes bajo la dirección del arquitecto Antonio Palacios. Madrid vivía su revolución del transporte urbano, y su primera línea de metro cubría los tres kilómetros y medio que separaban la barriada obrera de Cuatro Caminos y la Puerta del Sol. La línea tenía seis estaciones intermedias: Ríos Rosas, Martínez Campos, Chamberí, Bilbao, Hospicio y Red de San Luis.

Desde su cierre y a pesar del silencio sepulcral que la acompañaba habitualmente, cientos de leyendas y mitologías urbanas han acompañado a esta misteriosa estación de culto paralizada en el tiempo. Jóvenes grafiteros se han adentrado en ella para dejar su firma e incluso sirvió de escenario para algunas escenas de la película Barrio. Hoy, Chamberí ha dejado de ser cosa del olvido. El mito es al fin real.

El visitante de Andén 0 Chamberí, al que se entra por una espiral de cristal que alberga la escalera y el ascensor, se encontrará con las taquillas, barreras de acceso e indicadores de la estación original, tal y como era hace 89 años . Su rehabilitación ha consistido en la restauración íntegra del interior, suelos, muros, bóvedas y carteles publicitarios, así como la recuperación del mobiliario y de los andenes originales, y la creación de un nuevo acceso, ya que el original había desaparecido.

Además, se conservan los ‘rombos' originales de Metro y los anuncios publicitarios en paños de azulejos de productos que ya no existen, de comercios que ya están cerrados y de teléfonos con cuatro dígitos, como el de una tienda situada en la calle de la Montera.

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