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Músicas, ruidos y sonidos para crear cultura

El Museo de la Ciencia de Valladolid muestra una exposición de 41 recuerdos sonoros, del Big Bang a 'La barbacoa'

DANIEL AYLLÓN

¿Quiere saber cómo es el ruido con el que se tortura a presos en países del tercer mundo? Estridente. Muy estridente. Escucharlo medio minuto ya pone los pelos de punta. Luis, un vallisoletano de 47 años, lo define así: “La versión metálica de la tiza cuando rasca una pizarra. Me da dolor de cabeza sólo pensar en que torturen a la gente con esto”.

Este sonido, junto a otros 40, forma parte de la nueva exposición del Museo de la Ciencia de Valladolid, que se hará eco, hasta el próximo 27 de enero, de una selección de delicatessen sonoras. La colección se llama Escucha el Universo. Una exposición cómoda, y está compuesta por 41 sofás de colores, en los que los visitantes se sientan para escuchar otros tantos sonidos históricos, curiosos y sorprendentes.

“¿De verdad se puede escuchar el eco de un pato? La gente dice que es imposible”. José se ha quedado parado frente a uno de los paneles de la exposición. A sus 69 años, tiene problemas de oído pero disfruta de los grandes expositores que cuelgan de las paredes, que cuentan anécdotas, teorías y curiosidades sobre la historia de los sonidos.

En el panel, cuentan que en 2003 un grupo de investigadores británicos encerraron a un pato en una sala de estudio sonoro para ver si hacía eco. “Imagínese la situación: todos los científicos agachados pendientes del ruido que hacía el animal”, dice asombrado.

Cuatro secciones

La comisaria de la exposición, Victoria Toro, cuenta que ofrece “emociones y pinceladas que acercan a la gente a la realidad. Algunas, imposibles de oír si no fuese por esta exposición”. La muestra se divide en cuatro sectores, clasificados por la temática de sus sonidos: Cosmos, centrada en el espacio; Tierra, en el planeta; Vida, en el cuerpo humano y los animales, y Civilización, en creaciones humanas. En Cosmos, cuenta Toro, “los niños quedan fascinados al escuchar cosas como la reproducción del sonido del Big Bang. Es un buen apoyo para explicar científicamente cosas intangibles”.

La creación sonora ha sido, desde que Julio César contrató al primer experto en acústica para sus teatros, una de las grandes protagonistas del ocio de las personas. Pero no sólo de la música, el cine o la radio, sino, como muestra la exposición, también de los fenómenos naturales o los seres vivos. La reproducción del grito de un dinosaurio y la primera llamada telefónica desde la cima del Everest son otros de los ejemplos que los visitantes tienen a su disposición.

“Aquí he encontrado alguna joyita, como la canción Johnny B. Goode, de Chuck Berry. Es mi preferida”, cuenta Daniel, un visitante de 35 años fascinado por la originalidad de la muestra. “Esto es genial. La gente suele atender más a la vista que al oído. Pero todos tendríamos que parar más a menudo a disfrutar de los sonidos”, cuenta mientras se mueve al ritmo de la canción.

Entre semana, la exposición se abarrota de visitas de los colegios de la ciudad. Pero también de otros municipios, que acuden expresamente a Valladolid para ver el museo. Sus sonidos preferidos son el himno del Liverpool y la canción de La barbacoa. Marta, una guía de la galería, cuenta que “el otro día, vino un grupo de 80 chavales y hacían cola para escucharla. Se divierten mucho y aprenden, que a fin de cuentas es lo que importa. ¿No?”.

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