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Londres vota tory

Boris Johnson destrona a Ken Livingstone

LOURDES GOMEZ

El conservador Boris Johnson estaba anoche a un paso de hacerse con la alcaldía de Londres, retando con su arrollador avance los ochos años consecutivos del reinado del laborista Ken Livingstone. Compañero de universidad del líder tory, David Cameron, célebre periodista y con un escaño en el Parlamento de Westminster, el carismático Boris es el único candidato cuya campaña electoral puso en dificultades al rojo Ken.

De confirmarse su victoria, que anoche muchos daban por segura, Johnson será, con 44 años, el primer alcalde conservador que elige el electorado londinense desde la creación del cargo, en 2000.  Supondrá un doble triunfo para el partido de Cameron, que ayer celebró su clara ventaja sobre los laboristas de Gordon Brown en los comicios locales de Inglaterra y Gales.

Controlar el ejecutivo de Londres, una urbe de 7 millones de residentes, vibrante, multicultural y con duros contrastes entre ricos y pobres, dará aliento al programa renovador del líder tory. Cameron confía en que la capital sirva de trampolín a la conquista del resto del país. El primer ministro puede demorar las elecciones generales hasta 2010, pero los conservadores demostraron ayer su potencial como alternativa de gobierno.

La participación fue relativamente alta en los 14 distritos londinenses. Según las estimaciones oficiales, 2.4 millones de personas votaron anteanoche frente al 1.9 millones de votantes registrados en 2004. Representan el 45% del electorado, un aumento del 8% respecto a la cita anterior, que decidirá la composición de la nueva asamblea municipal de Londres, además de su alcalde. Este cargo unitario se elige por un mecanismo con dos preferencias de voto que fuerza un segundo recuento cuando ningún candidato supera el 50% en el primer escrutinio. Johnson y Livingston fueron los más votados, y ambos se repartieron las segundas preferencias.

Algunas proyecciones daban anoche una ventaja justa, en torno al 4%, al aspirante tory. Johnson centró su campaña en las zonas suburbanas, más prósperas y más blancas que la bulliciosa mezcolanza de etnias y culturas de los barrios próximos al centro. Seis meses atrás pocos daban crédito a su propuesta de cambio y renovación en la alcaldía de Londres.

Cameron se arriesgó seleccionando a un candidato célebre pero sin experiencia en la alta política, propenso a meter la pata y a cargar su afinado humor contra cualquier objetivo. Su campaña tambaleó en las primeras semanas, para remontar una vez que se comprometió a no probar el alcohol hasta hoy. El partido, mientras tanto, vigiló cada paso e intervención de Johnson.

El bufón Boris se convirtió en el Johnson serio que prometía ahorros en la alcaldía y combatir la delincuencia juvenil, tanto en las calles como en el transporte público. Cumplió su parte del guión aunque, con frecuencia, flaqueó en los detalles de su programa electoral y, en una ocasión, se salió de la línea oficial del partido defendiendo la amnistía para los inmigrantes ilegales.

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