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Ari Folman estremece con la pesadilla de Sabra y Chatila

El israelí presenta un documental de animación sobre el trauma del soldado superviviente

ANDRÉS PÉREZ

Llegó el primer sobresalto. Con todo Cannes engalanado, con la escalinata todavía brillante de estrellas por la noche inaugural, el Festival de Cine descubrió ayer la primera cinta que le hizo entrar en cosas serias. Waltz with Bashir (Vals con Bachir), del israelí Ari Folman, es un viaje a los sótanos del subsconsciente colectivo de toda una generación de israelíes pringados, de una forma u otra, en la matanza de Sabra y Chatila.

Podría ser un simple documental, pero entonces, como dijo el director ayer, ¿qué se vería? ¿Unos señores maduros hoy contando lo que recuerdan de la primera guerra del Líbano?. Podría ser una ficción, pero entonces la pesadilla recurriría a fórmulas clásicas de cine de género.

La invención de un género

Para salir de esa alternativa estéril, la solución del cineasta, de 45 años, fue inventar un documental de animación. La película alimenta su relato con escenas reales y con lo sacado de las pesadillas del propio director, que participó en la invasión israelí del Líbano hace 25 años.

Tras la investigación en la memoria de unos y otros, Ari Folman escribió el guión y la puesta en imágenes con un director artístico, David Polanski, y un grupo de especialistas en animación. Juntos tradujeron el ensueño, la memoria, el tabú, el horror y las caras de víctimas y culpables en unas imágenes extrañísimas, propias del dibujo, del collage, del trucaje, del fotomontaje.

El resultado, sorprendente documental de animación, es a la vez un cuento en forma de fábula sobre los meandros de la memoria en tiempos de guerra, y el retrato de una generación israelí dispuesta hoy a romper los tabúes, pero desarmada para hacerlo.

Un grupo de amigos, cuarentones o más y con la vida resuelta, se da cuenta, al azar de encuentros en bares o en torno a un canuto, de que todos tienen un lapsus en sus recuerdos de guerra: no se acuerdan de qué hicieron el 16, 17 y 18 de septiembre de 1982.

El problema es que durante los tres días de orgía asesina de los milicianos falangistas en los campos palestinos de Sabra y Chatila, su aliado, el Ejército israelí, organizó la custodia bloqueo y supervisión de los campos. Todos los entonces jóvenes reclutas, por lo tanto, estuvieron allí y, contra su voluntad, fueron responsables, según Folman.

Buceando en la memoria se entiende la gente. Y eso harán los amigos. Bucear y salir del lapsus freudiano de una sociedad entera. Sólo después de ese atrevimiento, aparecerán los únicos 30 segundos de filmación real en los campos. Un acierto de Folman. Una bofetada a la cara de lo que queda de ciudadanía israelí.

El director no ha hecho una investigación con revelaciones sobre la realidad de la matanza, ya ampliamente difundidas por el informe palestino de Leila Shahid y el de la comisión israelí.

Ari Folman ha hecho algo mejor: rescatar el subconsciente colectivo para que los jóvenes israelíes de 2008 lo entiendan y puedan cambiarlo. Con una obra bella, que recuerda los mejores cuadros sobre la guerra: bonito regalo al Estado de Israel en su 60 aniversario, descubierto en Cannes el 15 de mayo, día de la independencia de Israel y día de la Nakba palestina.

Kung fu panda
'Todos podemos ser héroes, sólo hay que creer en ello'. O, como dijo Dustin Hoffman ayer: 'El superhéroe está dentro de ti'. La fraseología trillada de la superación personal vuelve al cine infantil, esta vez en forma de panda y con la voz de un Jack Black que lleva dos días chupando cámara a base de llaves orientales. La presentación del último largometraje animado de Dreamworks, Kung Fu Panda, fue el gran acontecimiento mediático de la jornada de ayer en Cannes.

Leonera
El argentino Pablo Trapero regresa a Cannes, después de haber presentado en 2002 El bonaerense en la sección Un Certain Regard. Lo hace en la competición oficial con Leonera, una película cruda sobre una joven encarcelada y la relación con su hijo. La interpretación de Martina Gusman ha sido ovacionada. Una mirada crítica, pero que no pierde de vista la narración de 'una historia de amor y de una mujer que intenta ser feliz', dijo Trapero.

Uç maymuc
También en competición, Los tres monos, de Nuri Bilge Ceylan, es una árida historia familiar de mentiras.

Fran Gallo

La sección paralela de Cannes, Un certain regard, arrancó ayer con la británica Hunger, dirigida por Steve McQueen, Premio Turner en 1999. Crónica impactante de la trágica huelga de hambre que Bobby Sands protagonizó en 1981 en la norirlandesa prisión de Maze, McQueen, con un background relacionado al circuito del arte, dirige con asombrosa solvencia y sin caer en la martirología. En su afán por lograr una empatía extremadamente física con el espectador no escatima en secuencias de gran crudeza combinadas con intermedios líricos.
Nos queda cuestionar si una historia de estas características se podría haber planteado con otras decisiones formales y dramáticas.
En la Semana de la Crítica, se pudo ver la belga Moscu, Bélgica, un crowd pleaser (película para un gran publico con inquietudes) al que le suponemos pocas ansias de manipulación. La cinta remite a un cine social europeo con guionistas capaces de concentrar en 90 minutos las temáticas de rigor (inmigración, feminismo, malos tratos, diferencia de clases, homosexualidad...) y dar a todo un acabado de normalidad. Reconociéndole algún gag, la cinta está más cerca de ser una sitcom bien acabada que una obra digna de salas.

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