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Excluidos por el mundo: Suecia

HENRIQUE MARIÑO

Ferrán Barber no terminaba de creerse las 'postales idealizadas' selladas en el norte de Europa. Por ejemplo, las que llegaban de la antaño socialdemócrata Suecia, ese país solidario, tolerante y generoso a la hora de conceder el asilo político a los refugiados que logran cruzar la frontera por su propio pie. Porque, al mismo tiempo, conocía casos de emigrantes que habían sido centrifugados a los márgenes del sistema, los españoles por el mundo fuera de campo, ignorados por las cámaras que retratan una vida idílica y exótica donde sólo caben los triunfadores.

Tampoco podía entender que el Gobierno español alentase a los parados a emprender un exilio laboral a la desesperada. 'Los animaron a irse de manera irresponsable, puesto que esos estados también están sufriendo la crisis y no iban a recibirlos con los brazos abiertos', cree este periodista aragonés, quien decidió grabar una serie de documentales para reflejar los obstáculos a los que se enfrentan los emigrantes en Alemania, Suiza, Bélgica y Escandinavia. 'Me planté allí pensando que iba a ser un paseíllo, pero nada más llegar descubrí que es uno de los peores destinos de Europa'.

Emigra o degenera: bienvenidos a Suecia trata de explicar los porqués. 'Existe un doble discurso. Por una parte, transmite una imagen de hospitalidad, como reflejan los cupos de refugiados. Por otra, la gestión de la inmigración es mala y el modelo multicultural ha fracasado, pues muchos inmigrantes viven en guetos', explica el director del documental. El auge de la extrema derecha podría ser un reflejo del creciente rechazo a los extranjeros en busca de un futuro mejor: si bien los Demócratas de Suecia lograron por primera vez representación parlamentaria hace cuatro años (5,70% de los votos, veinte escaños), el Partido Popular Danés y los Verdaderos Finlandeses ya son la tercera fuerza en sus respectivas cámaras.

'Resulta más fácil buscar empleo cualificado desde España', aconseja Barber, puesto que las autoridades suecas han levantado un 'muro burocrático' que dificulta la consecución de un puesto laboral. 'Hay dos maneras de echar a la gente: decir que no vengan, cosa que la políticamente correcta Suecia no se atreve a hacer, o poner todas las trabas del mundo para impedir que encuentren trabajo', reflexiona este oscense del 67, que pone como ejemplo los requisitos para obtener el personnummer (número de identificación personal necesario para abrir una cuenta en el banco, recibir asistencia sanitaria, dar de alta una línea telefónica y acceder a otros servicios básicos). 'Debes demostrar que posees dinero, lo que resulta una contradicción, pues si lo tuvieses no emigrarías. Luego, para trabajar, hay que acreditar el conocimiento del idioma. En fin, un laberinto administrativo para entorpecer la búsqueda de empleo, de modo que lo tiene más fácil una naranja que un ser humano'.

En julio de 2013, había 5.064 españoles censados. 'Buena parte se fueron allí para reunirse con su pareja nativa, lo que facilita los trámites', explica Barber, 'porque quienes viajan con contrato son una minoría casi aristocrática'. Luego ha conocido a quienes él denomina 'subhumanos sin derechos', víctimas del paro y de empleos precarios, que 'niegan y maquillan su fracaso porque se sienten culpables'. Tampoco supone un maná para los jóvenes suecos, ya que uno de cada cuatro menores de 24 años está desempleado. 'En otras palabras, el trabajo es un bien escaso, por lo que no le recomiendo a nadie irse a Suecia a pecho descubierto porque puede hallar unas condiciones laborales deplorables'.

En ese espejismo laboral se reflejan las políticas de inmigración restrictivas que aborda el documental, cuya posproducción está pendiente de las donaciones que reciba a través de la web de micromecenazgo Goteo.org. 'Yo mismo sufrí la esquizofrenia entre el discurso oficial y la cruda realidad: la corrección política y el antifascismo formal son una religión secular al tiempo que ocultan una xenofobia estructural y la pobreza es criminalizada', asegura Barber, quien denuncia haber sufrido identificaciones racistas por parte de la policía.

Eso, en Umeå, la ciudad norteña de cuño progresista –Capital Europea de la Cultura en 2014– que eligió como escenario para Emigra o degenera: bienvenidos a Suecia. 'Si allí la situación era brutal e inaceptable, no quiero pensar cómo sería en Malmö o Estocolmo', concluye el documentalista, consciente de que los españoles, cuando cruzan la frontera, también pueden ser ciudadanos de segunda. 'Recuerdo cuando entré en una peluquería a preguntar por una dirección y, antes de que dijese nada, me enviaron a la Cruz Roja. Eso hace mella en cualquier ser humano'.

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