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La abstracción pierde la sensibilidad plástica

Muere a los 86 años el pintor y poeta catalán Albert Ràfols-Casamada

LÍDIA PENELO

Armado con un cuaderno y un lápiz Albert Ràfols-Casamada fue un trabajador incansable. Reconocido como uno de los pintores más importantes de España, falleció la madrugada del jueves a la edad de 86 años. Siguiendo el supuesto de que ver es sentir, el artista buceó en los movimientos constructivistas, bebió de las vanguardias, quedó deslumbrado por el formalismo abstracto. Depuró todas las aportaciones formales que llegaron a sus manos, las sintetizó y se caracterizó por una abstracción lírica y coloristacon personalidad propia.

'Huyó siempre del referente objetivo para captar la sensibilidad de las formas plásticas. Tenía una gran vida interior marcada por unos grandes silencios. Gastaba la media sonrisa irónica de los sabios, que le libra de toda convención. Era irónico, curioso y un gran lector. Vivía movido por esa dimensión utópica de la belleza, inaprensible', contó José Francisco Yvars hoy a Público.

'Huyó del referente objetivo para captar la sensibilidad de las formas'

Recién llegado de Ginebra, el historiador del arte era amigo del artista desde los años sesenta y quiso destacar que 'los dietarios de Albert son fundamentales para entender su obra'.

Autor del libro Cincuenta aniversario de su vida de pintor, libro sobre la trayectoria artística y vital de Albert Ràfols-Casamada, Yvars acentuó también la importancia de la obra poética del artista.

Ràfols-Casamada nació en 1923, en Barcelona, y se escabulló de las clasificaciones para compaginar la creación con la docencia. En 1967 fundó la escuela de diseño Eina. 'Fue un maestro en mayúsculas y siempre trabajaba, incluso durante las vacaciones. Siempre iba con su cuaderno escribiendo o haciendo apuntes', contó a este diario el director de la escuela Eina, Oriol Pibernat.

'Fue un artista plástico con una gran carga poética y un poeta visual'

Hombre discreto y silencioso, los que lo conocieron cuentan que su circunspección no era inquietante ni tampoco excluyente. Dicen que cuando callaba creaba un clima de empatía que animaba a seguir su pensamiento. Rosa María Malet, directora de la Fundació Joan Miró, de la que Ràfols Casamada fue miembro de su Patronato, reivindica que la valoración del artista debe hacerse sin disociar sus facetas de pintor y escritor.

'Fue un artista plástico con una gran carga poética y un poeta visual muy importante. Trabajaba alejado del barroquismo, y a pesar de una simplicidad sólo aparente, sus obras son cálidas y sutiles', apuntó Malet. Al parecer, según cuentan sus amigos, recurría a la frase de Platón que dice: 'El que está educado para la belleza no puede esperar un momento de sosiego'.

Premio Nacional de Artes Plásticas en 1980, Chevalier des Arts et des Lettres en 1985, Ràfols-Casamada contó con numerosos premios y homenajes. Sus cuadros cuelgan de las paredes del Guggenheim de Nueva York, de la Tate Gallery de Londres y del Centro Pompidou de Paris, y aguardan en los almacenes del Reina Sofía.

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