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El acoso obliga a las niñas afganas a dejar la escuela

Reuters

Cada día, mientras van a la escuela, Maryam Mansoor y su hermana debían soportar la intimidación y el acoso de jóvenes armados con cuchillos.

"Muchas de mis compañeras y otras estudiantes ya no vienen a la escuela porque temen el acoso y el secuestro por parte de los jóvenes", dijo Maryam, de 18 años, que acabó dejando de estudiar a instancias de su preocupado padre.

Asaltos con ácido, asesinatos, quemas de escuelas o ataques sexuales. La violencia contra las estudiantes está truncando los sueños de miles de niñas afganas, sedientas de una educación que podría ayudar a rejuvenecer la economía y sociedad de un país destrozado por la guerra.

"Quiero ir a la escuela y luego ir a la universidad para ser doctora o alguien importante en el futuro, pero no quiero enfadar a mi familia por mi educación. Lo que sea que mi padre haya decidido es lo correcto", suspiró desanimada Maryam.

En las aldeas, y particularmente en el sur, profundamente conservador, los talibanes han quemado escuelas, han matado a estudiantes y maestras y han atacado a niñas en edad escolar arrojándoles ácido en la cara. En Kabul, relativamente más segura y menos conservadora, las niñas padecen abusos, acoso sexual y secuestros.

"La situación de la seguridad está empeorando día a día. A pesar de todos los problemas, yo seguí dejándolas ir al colegio pero ahora siento que las cosas están empeorando", dijo el padre de Maryam, Mohamad, que tiene una frutería en Kabul.

"No estoy en contra de que mis niñas completen su educación, pero su seguridad es más importante (..) No quiero que tengan que salir para estudiar", agregó Mohammad, que llevó a su familia a Afganistán desde Irán hace unos dos años.

Bajo el régimen talibán, derrocado por las fuerzas estadounidenses y afganas en noviembre de 2001, las mujeres tenían prohibido estudiar y trabajar y estaban en gran medida imposibilitadas de dejar sus casas sin un pariente masculino.

El Gobierno afgano ha buscado mejorar el acceso a la educación tanto para niños como para niñas. Unos 6,2 millones de jóvenes, incluyendo dos millones de niñas, van ahora a la escuela, en comparación con menos de un millón de estudiantes varones que estudiaban bajo el control talibán.

HONOR EN DUDA

Incluso sin los talibanes, algunos en Kabul se oponen a que las jóvenes vayan a la escuela. Muchos sienten que una vez que las niñas llegan a la pubertad, dejar su casa, incluso para ir a la escuela, podría poner en duda su honor. Muchos de los matones que merodean a las puertas de las escuelas y persiguen a las niñas hasta sus casas piensan así.

"A pesar de la presencia policial cerca de cada escuela, los chicos se las arreglan para molestar a las chicas e incluso secuestrarlas y abusar de ellas sexualmente", indicó una maestra que pidió no ser nombrada. "Decenas de niñas en edad escolar no vienen más a clase debido a la inseguridad e intimidación de los niños en la calle".

El Gobierno sostiene que el aumento de los acosos y el riesgo de los secuestros podrían privar a una generación de afganas de educación ya que ellas se refugian en la seguridad de sus hogares.

Esto se da además de los ya enormes problemas de seguridad que padece la educación en Afganistán.

"En los últimos ocho meses, alrededor de 138 estudiantes y maestras han perdido la vida y otras 172 han sido heridas en ataques criminales y terroristas", sostuvo Asif Nang, un portavoz del Ministerio de Educación.

"En todo el país, unas 651 escuelas han dejado de funcionar mayormente debido a la inseguridad y otras 122 instituciones educativas han estallado o han sido incendiadas", indicó Nang.

Agregó que el Ministerio de Educación estaba trabajando para mejorar la protección y la seguridad de maestros y alumnos de toda la nación.

Unos 173.443 estudiantes, tanto chicos como chicas, tampoco pueden ir a la escuela o acceder a una educación porque según Nang la inseguridad está impidiendo que se construyan nuevas escuelas.

Mientras que detrás de los ataques en las provincias y en el sur están los talibanes, quienes luchan por derrocar el Gobierno respaldado por Occidente y expulsar a las tropas extranjeras, los que acosan a las niñas en Kabul suelen ser jóvenes desempleados, sostuvo Nang.

A veces la policía detiene a grupos de jóvenes, pero Nang señala que muchos de ellos "tienen buenas conexiones con agentes policiales, los chicos son liberados después de ser detenidos porque están bien conectados", agregó.

"Pedimos a las fuerzas afganas y extranjeras, incluyendo a los líderes tribales, que tomen cartas en el asunto e implementen medidas adicionales para proporcionarles seguridad a todos los estudiantes y docentes", pidió Nang.

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