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Aduriz alimenta una polémica que no cesa

Agencia EFE

Aritz Aduriz, al marcar un gol con un rival tendido en el suelo, alimentó en el Ciudad de Valencia una polémica que no cesa, la de cómo se debe actuar cuando un contrario queda tendido en el terreno de juego, en principio, debido a un percance físico.

Aduriz, según dio a entender poco después de marcar disculpándose ante rivales y público local, y posteriormente tras el final del partido pidiendo perdón, aseguró no haber visto a Bruno Cirillo caído cuando entró en el área defendida por Storari y le batió con un tiro rebotado en un defensa levantinista.

Fuese del todo sincero o no Aduriz, lo cierto es que el central del equipo granota se encontraba bastante alejado de la que jugada que terminó en el 0-2 en el momento en la que se produjo.

A las quejas del equipo valenciano sobre el proceder de Aduriz respondió el Athletic recordando que unos minutos antes Riga remató sobre la meta de Iraizoz con Aitor Ocio aún doliéndose de un golpe recibido.

Esas reacciones, no obstante, son sólo consecuencia casi inevitable de un lance del juego en el que la deportividad de jugadores y equipos no está a la altura adecuada.

De todos modos, en contra de lo que puede parecer a priori, quizás el punto de fricción en este asunto no esté tanto en la respuesta de rivales y compañeros a una caída sino a la razón de ella. Es decir, si el que cae es de verdad por dolor o lesión o únicamente como una argucia táctica para parar al contrario.

Ahí radica la polémica. Ante la sospecha, y casi certeza, de que ese tipo de comportamientos son en la mayoría de las ocasiones recursos antideportivos, ya ha habido quien se ha mostrado contrario a parar el juego por decisión propia y dejar en manos de los árbitros la continuidad de la jugada.

Del primero que se tuvo constancia pública fue de José Luis Mendilibar, quien avisó que los jugadores del Valladolid no mandarían el balón fuera ante ese tipo de percances.

A los árbitros tampoco les gusta demasiado tener que cargar solos con una decisión que, a veces, puede crearles indeseadas consecuencias. Pero ellos son los que deben intentar aplicar justicia y el reglamento ya les concede la potestad de detener el juego cuando lo estimen pertinente.

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