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El amor y la muerte, protagonistas de "La carta cerrada" de Martín Garzo

EFE

El escritor vallisoletano Gustavo Martín Garzo vuelve con "La carta cerrada" al mundo del relato, de los mitos y los cuentos, pero a través de una historia realista en la Castilla de posguerra en la que habla de la "intrahistoria" de las emociones de una familia que un día sufre la perdida de un hijo.

"El libro relata una generación concreta, la de la posguerra de los años 40 y 50, pero también es un libro de mujeres. De esa generación de las madres a las que les tocó vivir la vida que no querían pero que en el fondo vivieron intensamente y amaron lo que era digno de amar", señala a Efe este escritor, que hoy vuelve a recalcar que los dos temas eternos de la literatura son "el amor y la muerte".

Publicada por Lumen, en la colección que lleva el nombre del propio autor, "La carta cerrada" es la última novela de Martín Garzo (Valladolid, 1948) y, en ella, este amante de los cuentos, los mitos y, sobre todo, del arte del relato, que hace visible lo invisible, vuelve a unir planos y mundos que la realidad se empeña en diferenciar: el mundo de los muertos con los vivos, el de los animales con los seres humanos, los hombres con las mujeres o los niños con los adultos.

"Todos estos planos -argumenta el autor- desde el punto de vista racional son realidades distintas; sin embargo, el relato hace posible esta unión. Por eso necesitamos que se sigan contando historias, porque a través de la facultad de la imaginación tendemos puentes entre esas realidades y las unimos".

"Podemos hacer que los muertos puedan visitar a los vivos, que los animales sean nuestros compañeros de vida o que los adultos puedan recuperar al niño que fueron", matiza.

Y es que "La carta cerrada", donde "los sentimientos se guardan en sobres cerrados", y cuya lectura hace viajar hasta los relatos de Miguel Delibes por esa prosa limpia con la que cuenta mil historias de la posguerra, tiene una madre como protagonista, porque para Martín Garzo la relación con la madre es "el paradigma de todas las relaciones".

"Ya me gustaría tener esa capacidad que tiene Delibes -espeta rápido- para nombrar y, a través de ese nombrar, que aparezcan las cosas que tiene que evocar lo poético. Ese es mi objetivo y es lo que Joyce llamó 'epifanía', ese momento de deslumbramiento, de esplendor e iluminación es lo que busco", añade el escritor.

Una iluminación que el autor de "El lenguaje de las fuentes", "El pequeño heredero" o "Las historias de Marta y Fernando", entre otros, pone a la historia muda y sorda de esta mujer que un día fue una joven alegre y muy enamorada de un apuesto policía (machista y pendenciero) que la encandiló. Que se casó y tuvo dos hijos. Pero a la que el destino le arrebató el hijo mayor.

A partir de esa pérdida y ese dolor, "una locura callada se instala en la mente de Ana y en la de Daniel, el hijo menor de la pareja y autor del nostálgico relato.

"Donde tenemos razón no crecen las flores", dice el poeta israelí Yeduha Amijai. Una cita que le sirve también a Martín Garzo para explicar que su protagonista es una mujer apasionada, con un conflicto extremo, y que no renuncia a lo que ama. "Una pasión que me parece de lo más literario. Las familias felices no tienen historia, venía a decir Tolstoi", recalca Martín Garzo.

La posguerra, Valladolid, el cine, los amantes y sus locuras, la muerte y la tragedia, pero también "la inmensa belleza de la vida", integran esta última carta cerrada que el autor entrega a sus lectores.

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