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Ana García: "Que el Gobierno nos criminalice para pararnos demuestra su absoluta debilidad"

ANNA FLOTATS

La marea blanca. El barrio de Gamonal. Los barrenderos de Madrid. Las luchas en las que la ciudadanía ha vencido recientemente a los poderosos son los espejos en los que se mira el Sindicato de Estudiantes (SE) y, por ende, Ana García (Madrid, 1986), su secretaria general. Convencida de que las manifestaciones y las huelgas son las únicas formas de detener las políticas del PP, celebra el 'éxito rotundo' del último paro en las aulas, aunque urge el compromiso de los dirigentes sindicales de toda la comunidad educativa.

¿Cómo valora los últimos dos días de huelga?

Estamos muy contentos, muy satisfechos porque pensamos que el objetivo se ha cumplido. La convocatoria ha tenido un seguimiento del 90% en la segunda jornada y un 80% en la primera. Pensamos que es una respuesta más que rotunda por parte de la juventud ante los recortes y ataques del Gobierno. En esta protesta no solamente destacábamos la destrucción de la escuela pública y, en definitiva, el intento del PP de robarnos el derecho a la educación a los que somos hijos de trabajadores —que somos la inmensa mayoría de los jóvenes— sino también la situación de la juventud. Más allá de la cuestión educativa, cada vez más insostenible, tenemos prácticamente un 60% de paro juvenil y una precariedad en aumento entre los que tienen la suerte de trabajar. La respuesta ha sido que no nos resignamos a que nos roben el futuro y eso es lo que se ha visto con la gente que ha secundado la huelga y las manifestaciones, a las que han acudido decenas de miles de personas en todo el país. Ha sido un éxito brutal que, sin lugar a dudas, levanta de nuevo la bandera de la lucha, de la marea verde.

El SE ha manifestado que este éxito también es un toque de atención a lo sindicatos.

Sí, es un toque de atención muy serio a los dirigentes sindicales de CCOO, UGT, STES y especialmente a la CEAPA, para que escuchen lo que ha pasado en las calles. Los jóvenes queremos luchar. Nuestros padres y profesores nos han estado apoyando en esta convocatoria, como nunca antes, y pensamos que tienen que escuchar este sentir, continuar la lucha y que el próximo paso sea una huelga general de toda la comunidad educativa.

No es una reivindicación nueva. ¿Se siente solo el SE en este sentido?

No, no nos sentimos solos. Si lo pedimos es porque no hacemos una demanda desde los estudiantes sino que es una demanda que existe y es muy sentida dentro del conjunto de la comunidad educativa. Por ejemplo, estos días, cuando íbamos a los institutos, los padres nos ayudaban a convocar las asambleas, los profesores participaban en ellas, dándonos apoyo. Había profesores que nos decían: 'Nos parece muy bien que luchéis, nosotros también queremos luchar, pero no tenemos la oportunidad de salir a la huelga'. Y es que los docentes son víctimas de lo que está pasando: clases con 40 alumnos, falta de medios, ellos lo sufren en primera persona. Son los primeros que entienden que o se lucha o vamos a perder todo. No nos sentimos solos porque sabemos que la mayoría de padres y profesores nos apoyan. Precisamente por eso se lo pedimos a sus dirigentes.

A diferencia del año pasado, esta vez, habéis convocado la huelga en solitario, sin padres ni profesores.

Es que venimos pidiendo la huelga de tres días en toda la comunidad educativa desde el 24 de octubre, que fue el último paro de padres, profesores y estudiantes. Desde entonces llevamos insistiendo. En ese momento, Wert estaba arrinconado. La posibilidad de ganar estaba al alcance de la mano, había una sensación de fuerza en la marea verde, era el momento de golpear con más fuerza que nunca. Los dirigentes sindicales, lamentablemente, no siguieron la demanda que había dentro del movimiento. Volvimos a convocar en solitario el 20 de noviembre para demostrar que sí se podía luchar a pesar de que hubiera gente que no estuviera por la labor. Pero esta vez ha sido tremendo. Se ha paralizado la educación pública en enseñanzas medias y en la universidad. Y hemos tenido muchos apoyos. Que vengan trabajadores de Coca-Colaco, de Panrico en Barcelona, marineros de Cée en Galicia o trabajadores de Telemadrid refleja que nuestros padres están con nosotros, pero que los dirigentes no escuchan. Tienen que dar cauce a esas ganas de luchar porque hay posibilidades de ganar.

La marea blanca ha ganado, los barrenderos de Madrid han ganado, ¿por qué nosotros no podemos ganar? Si hemos estado en la calle como ellos de forma incansable, tenemos fuerza, la gente quiere. El motivo es que no se da la oportunidad a la ciudadanía de que exprese todo este malestar en las calles. Eso es lo único que falta, por eso insistimos tanto.

Con la 'ley Wert' aprobada y previsiblemente en vigor el próximo curso, ¿el SE se plantea un cambio de estrategia?

No. La estrategia está muy clara. Precisamente, los ejemplos de las luchas que han ganado demuestran que lo útil en la práctica para ganar al PP son las luchas contundentes, serias y masivas. Eso es lo único que puede hacer cambiar al Gobierno, ni acciones vanguardistas ni dejar las huelgas o las manifestaciones. Las armas que tiene la clase trabajadora las tiene por algo, porque son útiles y porque son las que han permitido ganar otras luchas. Eso es lo que tenemos que hacer para conseguir lo que ellos han conseguido. No entendemos que porque la Lomce se haya aprobado, la lucha esté perdida. Para nada. Los barrenderos tenían más de 1.000 despidos encima de la mesa, la marea blanca tenía seis hospitales que iban a ser privatizados, el plan estaba aprobado, los vecinos de Gamonal tenían las grúas allí... y todo lo echaron atrás. Lo determinante no es que esté escrito en un papel o no. Lo determinante es que haya fuerza para echarlo atrás y sí la hay. Por supuesto la derogación de la Lomce sigue siendo una de nuestras reivicaciones, pero no queremos esperar dos años. ¿Qué hacemos en este tiempo? ¿Nos morimos de hambre, dejamos de estudiar, de trabajar, de qué vamos a vivir? No hay ninguna razón para esperar, tenemos fuerza de sobra para hacerlo ahora mismo.

Los estudiantes se han manifestado rodeados por un dispositivo policial desproporcionado. ¿Cree que es consecuencia del 22-M?

Del 22-M en sí, no. Pensamos que es consecuencia de la campaña que el Gobierno está tratando de hacer entorno a todo el que protesta y el máximo exponente de ello ha sido el 22-M, una manifestación multitudinaria a la que ha acudido gente de todo el estado. Evidentemente, hay una estrategia. Que el jueves hubiera cargas policiales cuando no había terminado la manifestación tenía un objetivo claro: asustar a la gente, desanimar a la gente para que no participe en manifestaciones, para que no se atreva y se quede en su casa. Ese es, por un parte, el objetivo del PP. Y por otra, deslegitimar, desacreditar y pintar a los que luchamos como violentos, criminales y delincuentes.

El rector de la UCM esperó al primer día de la huelga para pedir desalojar un encierro pacífico. ¿Eso también forma parte de esta estrategia?

Evidentemente, eso no fue una casualidad. Fue un intento de reventar la huelga, de presentarnos como violentos, como criminales. Pero esas mentiras tan burdas ya no cuelan y eso ha generado una indignación muy grande porque la gente ha entendido que lo que hacían esos chicos detenidos era completamente legítimo y que lo violento era lo que hizo el rector y la Delegación del Gobierno. Esa indignación se ha visto en las manifestaciones. Es un escándalo que a las víctimas de los recortes se nos trate como criminales.

En la manifestación del jueves había policías infiltrados, un hecho que hasta ha reconocido el propio Sindicato Independiente de la Policía.

Sí, hubo un grupo completamente ajeno a la manifestación y al movimiento estudiantil que trató de reventar el acto final. Pero la gente que estaba en la cabecera, que tenía entre 16 y 18 años, se quedó allí plantada, echó a los que estaban intentando reventar el acto y el incidente duró diez segundos. La gente entiende que lo que pasó en la manifestación del 22-M no puede volver a pasar y no podemos permitir que nadie —ni con la represión ni con la infiltración, ni con mentiras ni campañas de criminalización— calle la voz de los jóvenes y los trabajadores. Eso de la violencia por la violencia no sirve absolutamente para nada, sólo para hacer el juego a la derecha y sacar fotos de contenedores quemados.

Dice que el Gobierno criminaliza la protesta. ¿Cree que también criminaliza a los jóvenes?

Sí. Desde siempre, con la LOU, el botellón, las manifestaciones contra la guerra... El Gobierno trata de deslegitimar a los que más luchan. Teniendo en cuenta que siempre ha sido así, es un signo de debilidad muy fuerte por parte del Gobierno porque no puede recurrir a más que a eso. Tiene a dos millones de personas en la calle y tiene que infiltrar a gente, crear incidentes... eso es lo único que el Gobierno puede utilizar para paralizar la lucha, pero no tiene efecto. El movimiento es cada vez más masivo y consciente. El Gobierno se ha quedado completamente solo. Y no únicamente dentro de la izquierda, ni su propia base social lo apoya, ha mentido de una forma tan burda y evidente que nadie lo cree. Ni siquiera sus votantes. Este Gobierno está sumiendo a todo el mundo en situaciones cada vez más dramáticas y desesperadas para que estemos al servicio de los ricos, de los grandes poderes económicos, mientras que lo que le pasa a la mayoría de la sociedad le da absolutamente igual. Criminalizarnos es el único recurso que le queda, pero es un recurso muy desesperado que refleja la enorme debilidad y lo fácil que sería que hubiera una movilización contundente, pedir la dimisión del Gobierno y convocar elecciones anticipadas.

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