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En las antípodas del Alakrana

Las familias no hablan tras una decisión tomada 'con la cabeza'

ALBERT MARTÍN VIDAL

La consigna corrió de teléfono en teléfono. En las primeras y angustiosas horas después de que se conociera el secuestro de los cooperantes Albert Vilalta, Roque Pascual y Alicia Gámez, sus familiares y los responsables de Barcelona Acció Solidària decidieron que las familias no atenderían a los medios de comunicación y que se mantendría un 'perfil bajo' en los comunicados.

'Para tomar esta decisión utilizamos la inteligencia, la cabeza, no nos guiamos por el corazón ni por el impulso', explica Xavi Altozano, portavoz de la entidad. Estaban convencidos de que la prudencia era lo más importante y que este planteamiento, además, liberaba a las tres familias implicadas de la presión mediática que habrían sufrido en estas circunstancias dramáticas.

En las primeras horas del secuestro, sólo los familiares menos próximos desconocían la consigna de no hablar con la prensa. Desde el primer momento, sólo Francesc Osan, director de la ONG, ha atendido a los medios que le han requerido. Las familias quedan al margen, al contrario de lo que ocurrió en el secuestro del atunero Alakrana en el Índico, donde fueron un actor más y un factor decisivo en la resolución del conflicto.

'Si no actuáramos así, nos habríamos vuelto lelos', dice el portavoz de la ONG

Las múltiples peticiones de los medios que recibe la ONG con dos centenares de miembros se atienden sobre la marcha con la colaboración de un periodista free lance a quien Altozano conoció 'por casualidad' en Santa Coloma de Gramenet, de donde son muchos de los cooperantes. 'Vino aquí, estábamos desbordados de llamadas y se puso a atender al teléfono', explica. 'Su trabajo es gratuito, por supuesto'.

La ONG no explicaba ayer cuál era el estado de ánimo de los familiares y compañeros tras conocerse que Al Qaeda era la responsable del secuestro. 'No tenemos nada que decir', reiteraban. Cada comunicado se consensúa sólo cuando hace referencia a noticias confirmadas, como ocurrió ayer. Hasta que el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, no confirmó que el comunicado emitido en Al Yazira era creíble, nadie de la ONG dijo nada.

'Esto, de hecho, es lo primero verdaderamente fiable que sabemos', decía Altozano. El comunicado que leyeron los responsables de la ONG ayer por la tarde, ante los medios de comunicación, era una nueva muestra de la prudencia de los últimos días. En total,14 lacónicas líneas en las que condenaban 'enérgicamente' los secuestros y expresaban de nuevo su confianza en las autoridades para resolver el caso 'lo antes posible'.

Las familias no hablan tras una decisión tomada 'con la cabeza'

Altozano explica que si no hubieran adoptado esta actitud, tanto los familiares como los propios miembros de la ONG habrían vivido 'una pesadilla' el pasado día 1, cuando diversos medios dieron por localizados a los cooperantes secuestrados. 'Nos afectó mucho la noticia, pero no entramos a valorarla porque no estaba confirmada; si no hubiéramos actuado así, nos habríamos vuelto lelos', añade. El portavoz insiste una vez más: 'Hay que tener tranquilidad porque la precipitación no nos ayudará'. Además, explica que no tienen 'mucha más información' de la que se está haciendo pública. 'El Gobierno nos llama, es verdad, pero no hay nada que hayamos tenido que callar', añade Altozano.

Barcelona Acció Solidària pudo confirmar ayer que la mayoría de los cooperantes que han participado en la Caravana Solidaria por África regresan hoy sobre las 9.30 horas de la mañana al aeropuerto de El Prat. Siguiendo la línea impuesta en Barcelona, un solo representante de los cooperantes atenderá a los medios en el aeródromo para explicar las sensaciones tras el accidentado viaje en el que se han repartido más de 107 toneladas de material sanitario y escolar desde el pasado 23 de noviembre.

Un total de 53 personas han participado en la iniciativa solidaria, que en sus últimas horas en África sufrió nuevas complicaciones: diversos problemas mecánicos y asuntos burocráticos en las fronteras de Senegal y Gambia, por lo que la última jornada, que se preveía tranquila, finalizó de madrugada.

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