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Antonio Oteiza, el arte religioso al servicio del hombre

EFE

La obra de Antonio Oteiza, uno de los autores más destacados de la escultura religiosa española del siglo XX, que desde el expresionismo ha buscado llegar al hombre de hoy, podrá ser contemplada a partir de hoy en una exposición en San Sebastián.

"Una manzana de Cezanne puede tener más religiosidad que un cuadro de Rafael", ha afirmado hoy Oteiza (San Sebastián, 1926), hermano menor del también escultor Jorge Oteiza (Orio, 1908 - San Sebastián, 2003), en la presentación de esta exposición para la que ha reunido dos centenares de piezas, casi en su totalidad de pequeño formato, bajo el título "De hombres y santos".

Son en su mayoría esculturas y relieves en bronce, aunque también se exhiben barros, cerámicas y alguna pintura, repartidas en los tres espacios de las salas Boulevard de la Kutxa y que permanecerán expuestas hasta el 10 de julio.

Si Jorge fue el hermano que trabajó lo abstracto desde la razón, el pequeño de los Oteiza, sacerdote desde 1953, habla desde el sentimiento para crear sus figuras de formas desdibujadas.

Fraile capuchino, misionero en diferentes países del continente americano y apasionado de los viajes, Antonio Oteiza planteó a sus superiores su deseo de dedicarse al arte religioso en 1961.

Desde entonces, y sin taller fijo, ha firmado una numerosa producción, en la que la temática religiosa está omnipresente, pero que también se ha acercado a la vida de los hombres; a sus trabajos, juegos, deportes, música y fiestas, a la maternidad, la paternidad y la pareja.

Este "capuchino aventurero", como él mismo se define, hombre de carácter como su hermano, ha presentado "De hombres y santos".

Su sentido de lo religioso le lleva a un arte "al servicio del hombre", denosta esa "línea de arte sacro" basada en la exposición de "custodias y objetos antiguos".

"Lo más religioso es aquello que tiene una voz que alcanza al público", afirma rotundo, convencido de que "la panorámica actual del arte sacro es de una pobreza total".

Antonio Oteiza, el único escultor vivo junto a Venancio Blanco del que se han exhibido obras en "Las Edades del Hombre", se confiesa "hermano" de Berruguete y admirador de Giotto, Gargallo, Henry Moore, Giacometti y, por supuesto, su hermano mayor, con el que trabajó un año en el grupo escultórico de la basílica de Arantzazu.

También autor de una decena de libros, a Oteiza le gusta contar historias y para eso se sirve de los relieves, "croquis de la predicación", a los que atribuye "una intencionalidad ética y pedagógica".

Oteiza se siente satisfecho por haber puesto su "granito de arena" en el arte religioso de nuestros días.

"La Iglesia, si está comprometida con el hombre, tiene que saber utilizar su imagen", subraya.

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