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Asesinato en campaña

 

 

ERNESTO EKAIZER

Fíjate por dónde, el día de reflexión que se ha tomado Rajoy para ensayar el debate de hoy con Rubalcaba ha sido el día del asesinato (político) del ministro y vicesecretario general del PSOE, José Blanco.

Veamos la secuencia de los hechos. La jueza San José dicta un auto el 31 de octubre. Resuelve elevar una exposición razonada al Tribunal Supremo para que se haga cargo de la parte que afecta a Blanco en el caso Campeón. En dicho auto, le daba tres días al fiscal para recurrir la decisión en reforma (ante la juez) y cinco para hacerlo en apelación ante la Audiencia de Lugo. Aparentemente, todo normal.

He aquí, sin embargo, que la jueza decide no notificar el auto al fiscal y envía la exposición razonada al Supremo el 3 de noviembre. Un día más tarde, después de que Público dejara constancia de que se ha pasado por encima del fiscal, la jueza saca el auto del cajón de su despacho y se lo notifica. Esto es: lo mantiene oculto cuatro días. Y como la exposición ya está en el Supremo, la jueza ha vaciado de contenido el plazo que ella misma daba para recurrir.

El asesinato político de Blanco llena con creces el vacío de la ausencia de Rajoy  ¿Por qué ocultar el auto? Por una única razón: un recurso del fiscal, que la jueza preveía, retrasaba la entrega de la causa al Supremo. ¿Y qué problema había con este retraso, se preguntarán ustedes? Pues que, claro, Blanco se quedaría indefenso. Enviar precipitadamente la causa a espaldas del fiscal iba en su propio su beneficio, era proteger mejor sus derechos.

Es difícil creerlo. La fiscal pidió hace dos semanas informe de competencia al fiscal, quien le apuntó tres cosas: que Blanco era aforado y, por tanto, era competencia del Supremo; que un perito judicial elabora en estos momentos un informe para determinar la veracidad de las afirmaciones de Dorribo(en la contabilidad de su empresa y en las cuentas bancarias); y que la jurisprudencia del Supremo recomienda evitar, hasta donde sea posible, interferencias en campaña electoral. De ellas se quedó la jueza con la que le encajaba en sus planes predeterminados. La competencia del Supremo. ¡Elemental, mi querido Watson!

Será, por supuesto, la Justicia la que determine si cometió delitos o no Será, por supuesto, la Justicia quien determine si Blanco cometió delitos o no. Pero lo que ya sabemos es que Blanco ha sido objeto de acusaciones durante dos meses en la más absoluta indefensión. Fue en agosto cuando Dorribo impu-tado por delitos de cohecho, tráfico de influencias y otros, en un caso que afecta a la Xunta, gobernada por el PP hizo su primera declaración contra Blanco, lo que le valió su salida de la cárcel. Y en otra posterior, el 13 octubre, añadió detalles no incluidos en la primera. El 20 de ese mes, su tercera declaración aportaba datos que no había mencionado en sus dos declaraciones anteriores.

Esta es, pues, la crónica de la operación judicial y mediática para convertir el caso Blanco en un asunto de la campaña. Las formas (ocultación del auto, rechazo a esperar el informe pericial, el deseo irrefrenable de enviar la causa al Supremo hurtando el fiscal el ejercicio de recurso y el machaque jurídico-mediático-político coordinado de facto) dicen ya bastante y serían un argumento para el escritor norteamericano John Grisham. El envío de la exposición razonada ha sido el prólogo de la campaña y, tras ser repartida el sábado a la sala de causas especiales del Supremo, su oportuna filtración permitió cubrir ayer con creces el vacío de la campaña del PP: la ausencia de Rajoy. Asesinado (políticamente), Blanco excusó ayer por la tarde una entrevista en Telecinco acordada para hoy.

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