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Aznar menosprecia a Rajoy en la segunda entrega de sus memorias

El expresidente ilustra en la continuación de su autobiografía la distancia que hoy le separa de su sucesor. El jefe del Ejecutivo no ha incluido en su agenda la asistencia a la presentación del libro esta tarde en Madrid

ANA PARDO DE VERA

Leyendo el segundo tomo de memorias de José María Aznar (El compromiso del poder, editorial Planeta) es imposible explicarse por qué el expresidente del Gobierno eligió a Mariano Rajoy como su sucesor al frente del PP. Y no se decantó, por ejemplo, por Ángel Acebes, para quien sólo tiene buenas palabras (y reiteradas una y otra vez a lo largo de las 327 páginas de este segundo libro)

Es verdad que el actual presidente de FAES ya había descubierto en el primer tomo de su autobiografía política ese porqué: Rodrigo Rato rechazó la posibilidad de ser él el sustituto al principio, cuando quiso ser el relevo ya era tarde y Rajoy -del que el propio Aznar se encarga de aclarar varias veces que amigo-amigo no es- compartía con su antecesor el rechazo a los nacionalismos, por lo que sabría gestionar bien la amenaza de ruptura de España al no dar a los partidos políticos de inclinaciones independentistas ni agua.

Días antes del 11-M, Aznar ya confiesa un aumento de su 'preocupación por la marcha general de las cosas'El segundo libro de memorias de Aznar, sin embargo, aparte de ser una oda a sí mismo por la que no se advierte ni un resquicio de autocrítica, convierte a Rajoy -que fue vicepresidente del Gobierno y ministro de hasta cuatro carteras- en el convidado de piedra de la segunda legislatura de Aznar en La Moncloa, aunque sea éste el tiempo en que Rajoy fue ungido oficialmente por el dedo del presidente del PP. Con apenas un par de correctos elogios al trabajo de quien coordinó la campaña de la mayoría absoluta conservadora de 2000 o la crisis del hundimiento del Prestige, el expresidente despacha el trabajo de Rajoy e ilustra, en definitiva, la distancia que hoy separa al padre político y al hijo ídem.

El convidado Rajoy es citado tres veces en las primeras 212 páginas del libro de Aznar. Éste deja claro que el hoy presidente del Gobierno pertenece a su núcleo duro porque está en las reuniones, no porque haga algo para merecerlo. El autor es mucho más complaciente con Acebes, Eduardo Zaplana, Jaime Mayor Oreja o sus actuales fieles de FAES, como Javier Zarzalejos e, incluso, Ignacio Astarloa, que fue secretario de Estado de Seguridad y cuyo trabajo merece encendidos elogios.

A partir de la página 293 -y después de citarlo vagamente otras cinco veces-, la presencia del sucesor parece tomar cuerpo en el libro, aunque no en el sentido que se espera de un elegido. En este punto, José María Aznar plasma en el libro sus 'Diarios del 11-M' (capítulo 10), prácticamente repasando cada día desde el 1 de marzo hasta el 20 de abril, cuando ya está fuera de La Moncloa e instalado en su despacho de FAES.

El expresidente del Gobierno inaugura sus críticas a la era postAznar ya en la campaña de las elecciones generales de 2004, antes del atentado del 11 de marzo en Madrid. Aznar se queja en su libro por que 'el mando' (sic) del partido no aproveche lo suficiente su potencial en la campaña previa al 14-M ('Hay gente que no entiende nada'). Aunque no lo achaca directamente a este ninguneo, el aún presidente confiesa un aumento de su 'preocupación por la marcha general de las cosas'. Y mantiene la inquietud en días posteriores ('Estoy preocupado por cómo van las cosas' o 'Creo que perdemos gas', 6 y 7  de marzo); incluso, la indignación soterrada ('No me han pedido que vaya ni al País Vasco ni a Cataluña, ¿habrán sido tan malos los ocho años?') y el convencimiento de que 'vamos hacia abajo', 'las cosas no van bien' o 'me muerdo los puños' por 'estar encerrado y sin hacer nada' (8, 9 y 1o de marzo)

El atentado del 11-M y su gestión -impecable, a tenor del texto- copan el final del libro e interrumpen las críticas al PP en campaña. Con todo, el 18 de marzo y con las elecciones perdidas, Aznar da a su sucesor las indicaciones de lo que debe hacer. Se trata una sugerencia, según el entonces presidente en funciones, aunque el tono, que se transluce incluso en el texto, no deja lugar a dudas: 'Organiza bien los grupos y empieza a mover el partido. El congreso, después del verano. Defensa en bloque de los años de Gobierno. No consentir fisuras en el partido', pide Aznar a Rajoy. Al fin y al cabo, éste -que acaba de perder sus primeras elecciones generales-, no será nombrado presidente del PP hasta octubre de 2004.

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