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La banca española dice que no pedirá más ayudas públicas

Logrará por sus propios medios cubrir las nuevas necesidades. En el sector se quejan de que las reglas perjudican a España y benefician a Alemania

V. ZAFRA / D. BASTEIRO

En los primeros test de estrés ocurrió. En los segundos, se repitió la jugada. Y ahora, con las nuevas exigencias de capital, ha vuelto a suceder. Las entidades españolas han salido en la foto como las peores de la clase, sólo por detrás de las griegas y no a tanta distancia como cabría esperar.

Según los nuevos requerimientos de capital impuestos por la Autoridad Europea Bancaria (EBA), y respaldado por los jefes de Estado europeos, las cinco mayores entidades españolas (Santander, BBVA, La Caixa, Bankia y Popular) necesitan 26.161 millones de euros, sólo 4.000 menos que las griegas y cinco veces más que las alemanas. Aun así, la cifra tiene truco, ya que no tiene en cuenta las obligaciones convertibles emitidas por Santander (8.497 millones) y las de Banco Popular (1.191 millones), que con toda seguridad se usarán para reducir esas exigencias. Por tanto, la verdadera necesidad es de 16.473 millones, que las entidades lograrán por sus propios medios, tal y como confirmaron ayer ellas mismas y el Banco de España, que debe autorizar los planes de recapitalización.

Las necesidades reales de las entidades son 16.473 millones de euros

No pedirán ayudas públicas ninguna de ellas y tampoco tienen planes de realizar ninguna ampliación de capital (ver información adjunta). Y, lo que es más, tampoco pretenden reducir el pago de dividendos (abonan en torno al 50% de los beneficios) ni de bonus a sus directivos. Así lo explicaron Alfredo Sáenz, consejero delegado del Santander, y también Manuel González Cid, director financiero de BBVA. Sáenz recalcó que tiene seguridad de que podrán seguir pagando a sus accionistas, pese a no cumplir las normas, porque así lo han hablado con el Banco de España, que es quien tiene que darles la autorización.

Fuentes del organismo supervisor explicaron a Público que esto se confirmará cuando las entidades presenten antes de final de año sus planes definitivos para lograr el capital que necesitan. Si estos proyectos tienen viabilidad, no habrá necesidad de limitarles los dividendos ni los bonus, dijeron.

Si la intención de estas nuevas exigencias era valorar los problemas griegos, ¿por qué es la banca española la que sale peor parada si no tiene deuda helena? Es la pregunta del millón que todo el mundo se hace en el sector financiero desde que, en la madrugada del jueves, la EBA hizo público el listado que deja al pie de los caballos a los bancos españoles. La razón de fondo que subyace de las respuestas políticamente correctas de los banqueros es que Alemania y Francia han hecho el traje a su medida, gracias a que tienen mayoría en la EBA y en la UE. Son los que más deuda griega tienen (en la que habrá un impago real del 50%), pero no salen mal parados. Las causas las explicó ayer meridianamente claro Alfredo Sáenz. Por un lado, al poner toda la deuda soberana europea a precio de mercado, lo que se ha conseguido es penalizar a las entidades que tienen muchos títulos españoles e italianos (cuyos precios se han devaluado en los últimos meses) y beneficiar a los que tienen deuda alemana y francesa, que se han revalorizado. Y precisamente con este efecto han conseguido disfrazar mucho las necesidades de sus bancos, que con sus plusvalías en deuda de sus países han ocultado sus verdaderas necesidades.

La patronal de banca denuncia que son 'arbitrariamente altas' las exigencias

Y los dos grandes bancos españoles, muy presentes en Latinoamérica, no han tenido la posibilidad de revaluar su deuda brasileña o mexicana, en la que tienen cuantiosas plusvalías que bien hubieran hecho prácticamente desaparecer sus carencias de capital.

Además, a petición de Alemania, para calcular el capital se restan los intangibles, es decir, valores como la tecnología en la que tanto han invertido las entidades españolas. Como muestra, esta resta (que a los alemanes no les perjudica porque lo tienen todo externalizado) supone un castigo de unos 2.500 millones para Santander y 700 millones para BBVA.

Y para rizar el rizo de lo que en el interior del sector financiero se considera una injusticia aunque no se atreven a decirlo ante los micrófonos es que al hacer la suma de las necesidades no se tenga en cuenta que las obligaciones convertibles son capital de la máxima calidad, aunque ya está aceptado, y que además se haya incluido como factor de riesgo los préstamos a las administraciones públicas. 'La suma tenía que salir superior a los 100.000 millones y se han apañado para conseguirlo aunque la realidad sea otra', afirman desde un banco español.

Esas críticas se resumieron en frases como la de la patronal bancaria AEB, que dijo que las cifras son 'arbitrariamente altas'; de Sáenz, que consideró que 'algo político hay en esta decisión'; de Rodrigo Rato (presidente de Bankia), que dijo que los 'números son elocuentes'; o de Mariano Rajoy, líder del PP, que afirmó que es 'preocupante' que a las entidades españolas se les pida más capital sin tener deuda griega. Francisco González, presidente de BBVA, aseguró, por su parte, que lo malo de estas pruebas es que no tienen en cuenta los verdaderos riesgos que hay ahora en Europa. Es decir, ni el inmobiliario en España ni los activos tóxicos que siguen sin valorar a precios de mercado y que son abundantes en muchas entidades europeas.

El otro gran problema, como dejaron patente en sus críticas ayer la patronal de cajas (CECA) y los sindicatos UGT y CCOO es que exigir más solvencia va a tener como consecuencia que se reduzca todavía más la concesión de créditos.

Frente a estas críticas, en el Gobierno y en el Banco de España intentan destacar lo positivo del acuerdo. Por un lado, que aunque las entidades españolas no han salido bien paradas, podrían haber salido mucho peor de haberse aplicado la quita a la deuda y si no se hubieran contabilizado las convertibles. Y recuerdan que con esta medida se conseguirá (está por ver) que vuelva la confianza al sector financiero y por tanto fluya mejor el crédito para todos.

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