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Barak mantiene con vida el proceso de paz al permanecer en el Gobierno

EFE

Pese a haber prometido lo contrario hace ocho meses, el ministro israelí de Defensa y líder laborista, Ehud Barak, anunció hoy que permanecerá en el Gobierno de Ehud Olmert, lo que mantiene con vida el proceso de paz con los palestinos.

Barak se había comprometido en las elecciones primarias de su formación a abandonar el ejecutivo cuando se hicieran públicos los resultados del informe Winograd -sobre los errores de Israel en la gestión de la guerra de El Líbano de 2006-, lo que, de haber cumplido, hubiera dejado en minoría a la coalición gubernamental.

Tras divulgarse la versión final de ese informe el pasado miércoles, el titular de Defensa aseguró esta mañana que no había olvidado su compromiso de dimitir, pero justificó su permanencia en el gobierno con el argumento de que "la situación hoy es diferente".

"Sigo en el puesto de ministro de Defensa porque soy consciente del tipo de retos que afronta Israel: Gaza, Hizbulá, Siria, Irán, la rehabilitación del Ejército y el proceso político", comentó a la prensa antes del inicio de la reunión del gabinete ministerial.

Barak cree que el contenido del informe Winograd fue "duro", lo que "tiene implicaciones y conclusiones complejas tanto en asuntos individuales como éticos", pero prefiere "sacar esas conclusiones en el momento adecuado".

Aunque esperada, pues sus asesores la habían filtrado a los medios de comunicación durante la semana, la decisión del responsable laborista evita una crisis gubernamental y consiguiente ruptura del proceso de paz con los palestinos.

La espantada de los diecinueve diputados laboristas hubiera dejado el actual bloque ejecutivo en minoría, con tan sólo 48 de los 120 escaños que componen la Knesset.

En ese caso, Olmert hubiera podido caer en una moción de censura, verse obligado a dimitir o anticipar las elecciones previstas para 2010, con la previsible victoria del conservador y nacionalista Likud de Benjamín Netanyahu.

Y aunque no se hubiesen adelantado las elecciones, la frágil coalición de Gobierno del Kadima, el Partido de los Jubilados y el ultra-ortodoxo sefardí Shas se hubiera mostrado incapaz de continuar el diálogo con el presidente palestino, Mahmud Abás, que repudia la oposición de derechas.

Precisamente, la formación ultranacionalista de Avigdor Lieberman, Israel Beitenu, abandonó el Ejecutivo hace tres semanas por su rechazo a las negociaciones políticas con los palestinos.

Olmert y Abás se comprometieron el pasado noviembre en Annapolis (EEUU) a firmar este año un acuerdo de paz.

Numerosos analistas políticos coinciden en que el laborismo hubiera cometido un suicidio político al dejar al Gobierno en minoría, una vez que el informe Winograd evitaba responsabilizar directamente a Olmert de los errores en los 34 días de contienda con la milicia chií libanesa Hizbulá.

Sobre todo, ahora que el clamor popular contra Olmert es menor que cuando la comisión Winograd presentó en abril su informe preliminar.

Si hace ocho meses el 68 por ciento de la ciudadanía exigía al primer ministro que dimitiera, hoy opina lo mismo el 53 por ciento, según una encuesta difundida este fin de semana por el instituto demográfico "Diálogo".

No obstante, algunas voces en el propio campo laborista han lamentado la decisión de Barak, incluida la del secretario general, Eitan Cabel, quien abogó por adoptar un "posicionamiento ético, pese a las buenas razones para permanecer en el Gobierno".

"Me temo que pagaremos un carísimo precio político por ello", sentenció.

Mañana, residentes del norte de Israel -donde cayeron los Katiushas de Hizbulá durante la guerra de El Líbano-, familiares de víctimas del conflicto y representantes políticos tienen previsto congregarse ante la sede del Parlamento, en Jerusalén, para exigir la renuncia de Olmert y Barak.

Quizás por ello, el jefe de Gobierno, quien respiró aliviado y casi rompió a llorar tras leer la tibia versión final del informe Winograd, quiso hoy escenificar la seriedad con que afronta las recomendaciones del documento, que subraya "graves deficiencias" en la gestión de la guerra en los ámbitos político y militar.

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