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El BCE pospone la bajada de tipos pero inyecta más liquidez a la banca

BELEN CARREÑO

En la agenda de los españoles hipotecados el 8 de diciembre debe marcarse en rojo. No sólo porque es la fiesta de la Inmaculada, que por fortunios del calendario este año permite hacer un megapuente, sino porque es la fecha que los expertos descuentan como más posible para que el BCE se decida a bajar los tipos de interés. Ayer, había una posibilidad, no muy alta, de que el presidente de la entidad, el francés Jean-Claude Trichet, se despidiera del cargo que ha ostentado los últimos ocho años con una esperada rebaja de tipos. No fue así. La pelota rodó implacablemente a las manos de su sucesor, el italiano Mario Draghi, que toma posesión a finales de este mes y se las tendrá que ver con la drástica decisión.

Con todo, los expertos no esperan que en el estreno de Draghi, en noviembre, se tome una medida tan importante que, sin embargo, los mercados ya descuentan con un euríbor (el indicador de referencia para las hipotecas) claramente a la baja. Pese a esta intuición de los inversores, los miembros del Consejo de Gobierno no tenían nada clara su decisión, que finalmente adoptaron por 'consenso' y no por unanimidad, como es costumbre. En su última rueda de prensa, Trichet calificó de 'bajo' el nivel de lo tipos de interés, el 1,5%, e indicó que la inflación seguirá por encima del 2% en los próximos meses, para caer luego.

Trichet reconoció que, durante el encuentro, los 23 miembros designados por los países del euro para concertar la política monetaria habían sopesado largo rato los pros y los contras de un recorte de tipos. Finalmente, sin aparente convicción, el Consejo de Gobierno optó por un movimiento neutro. Sin embargo, sólo una inesperada y abrupta mejora de la economía de la zona del euro en este trimestre podría evitar un recorte en el precio del dinero, que el mundo financiero da por sentado.

El Banco de Inglaterra también anunció ayer un programa de financiación por el equivalente a 86.000 millones

Tanto es así que la decisión de mantener los tipos no tuvo apenas influencia en el mercado que, a sabiendas de que el inexorable recorte llegará en breve, se conformó con el parche de urgencia que planteó el BCE. Así, el Consejo de Gobierno decidió adoptar dos medidas de las que se consideran 'heterodoxas'. Por un lado, líneas de financiación a 12 y 13 meses que permitirán a los bancos seguir nutriéndose de la liquidez del BCE; y por otra, la compra de bonos emitidos por las entidades de crédito. A este último programa se destinarán 40.000 millones y comenzará en noviembre. El Banco de Inglaterra también anunció ayer un programa de financiación por el equivalente a 86.000 millones, que mediante varios instrumentos, como compra de bonos, pretende estimular la economía británica

Las medidas han sido bien vistas por los expertos, pero sólo como una etapa de transición. 'Son de poca magnitud, tendrá que inyectar más liquidez', asegura el catedrático de Banca y Finanzas del Esade Robert Tornabell. 'Se han quedado a medias', concuerda el economista jefe de Intermoney, José Carlos Díez. La mitad que el BCE ha tratado de resolver es la de liquidez de la banca europea, una cuestión cada vez más acuciante y que parece que por el momento sólo puede resolver la autoridad monetaria, a la espera de que los 17 países del euro aprueben el mecanismo de rescate pactado el pasado 21 de julio.

Algunos países siguen poniendo palos en la rueda para sacar adelante aquel acuerdo, que necesita ratificación parlamentaria de todos los miembros de la zona del euro, por lo que Trichet aprovechó su última rueda de prensa para deslizar las culpas hacia Alemania. 'Los grandes países del euro' no han estado a la altura para proteger el euro y 'la gobernanza ha sido insuficiente', recalcó el hasta ahora gobernador del euro. El francés se va tras meses de una enconada lucha con los grandes líderes europeos por las presiones de Alemania por un lado y Francia por otro para cambiar la política monetaria de la entidad. Para evitar evidenciar y poner gentilicios a estas tensiones, Trichet abogó ayer por continuar con la política de no publicar las actas de los encuentros, al contrario de lo que hacen los otros bancos centrales, y así no significar a los países.

La recapitalización de la banca centró la preocupación de su último discurso que estuvo plagado además de negras sombras sobre la posible evolución económica de la zona del euro en los próximos meses.

 

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