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Belgrado vuelve a la normalidad tras la violencia desatada contra la embajada de EEUU

EFE

Belgrado volvió hoy a la normalidad tras la violencia desatada en la víspera contra las embajadas de EEUU y de otros países que reconocieron a Kosovo, en la que murió una persona y otras 130 resultaron heridas, muchos de ellos policías.

Los equipos municipales trabajaban para reparar las señales de tráfico destruidas y limpiaban las calles del centro de grandes cantidades de vidrios de ventanas y escaparates rotos, de contenedores quemados y de otros desperfectos ocasionados por grupos violentos, en su mayoría jóvenes.

Varios políticos serbios han reprobado la violencia que ensombreció la protesta masiva de más de 500.000 personas -según datos de la policía- contra la independencia de Kosovo.

El primer ministro serbio, Vojislav Kostunica, condenó hoy esta violencia e instó a los ciudadanos a "no ocasionar ni el menor incidente", en interés del país.

También lamentó "la gran desgracia, la violencia que llevó a la pérdida de una vida humana" en las manifestaciones convocadas en la tarde de ayer por el Gobierno contra de la independencia de Kosovo.

El ministro de Defensa, Dragan Sutanovac, indicó que con tal mensaje, de ninguna manera se puede ayudar a los serbios en Kosovo y que con la imagen enviada al mundo desde Belgrado la noche pasada se reforzará aún más a aquellos que en este momento tienen una postura adversa hacia Serbia.

Los grupos incontrolados atacaron anoche en Belgrado la embajada estadounidense, donde irrumpieron por un balcón e incendiaron parte del edificio. Una persona, al parecer uno de los manifestantes, murió carbonizada y se esperan los análisis de ADN para establecer su identidad.

Pocas horas después, el Consejo de Seguridad de la ONU condenó "en los términos más firmes" el ataque a varias embajadas en Belgrado e insistió en la obligación de los gobiernos de proteger las dependencias diplomáticas.

También fueron atacadas las embajadas de Turquía, Croacia, el Reino Unido, Bélgica, Bosnia-Herzegovina, Alemania y Canadá, y apaleados tres reporteros de la prensa extranjera.

Desde que el pasado día 17 la mayoría albanokosovar proclamó la independencia unilateral de Kosovo, se han desencadenado protestas en Serbia, algunas de ellas violentas, y se han registrado decenas de heridos entre policías y manifestantes así como cuantiosos daños materiales.

Aunque la cúspide del Estado reiteraba a diario los llamamientos a "protestar con calma y dignidad", algunos ministros han manifestado su comprensión hacia la ira desatada como "algo no bonito, pero legítimo".

Serbia dejó claro que no renunciará a la pugna por Kosovo, y anunció que sus intentos por recuperar la provincia serán "pacíficos, políticos y diplomáticos".

La pérdida de Kosovo supone un revés doloroso para Serbia y sus ciudadanos, que consideran esa provincia la cuna de su identidad nacional y cultural y de la espiritualidad ortodoxa.

En Serbia han crecido últimamente la reservas hacia la Unión Europea (UE) por el apoyo de muchos países comunitarios a la independencia de Kosovo.

Las disensiones surgidas recientemente en el seno del Gobierno sobre la vía pro europea, antes definida como una prioridad pero ahora puesta en entredicho, no han sido superadas, sino sólo apartadas ante el difícil momento que se vive por Kosovo.

También se han acrecentado los sentimientos nacionalistas, junto con la decepción y la incertidumbre sobre el futuro económico y político del país.

Serbia se ha planteado ahora como un cometido importante reforzar sus instituciones y la economía en las zonas de Kosovo pobladas por serbios, que siguen leales a Belgrado y no reconocen el gobierno de Pristina.

En 1999, la Administración, el Ejército y la policía de Serbia, entonces liderada por el presidente autoritario Slobodan Milosevic, se retiraron de Kosovo según un plan de paz internacional recogido en la resolución 1.244 del Consejo de Seguridad de la ONU.

Ese plan estableció la administración internacional provisional en Kosovo y el despliegue de una fuerza bajo el mando de la OTAN (KFOR), pero también garantizó a Serbia la integridad territorial y la soberanía en ese territorio hasta llegar a un estatuto definitivo.

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