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El brillo de un viejo negocio

La crisis empuja a parados y ancianos a vender sus joyas

R. ESCUDERO / A.TRIVES

La Puerta del Sol de Madrid y algunas calles aledañas como Montera, Arenal, Carretas y la misma Gran Vía se han convertido en el mayor centro de compraventa de oro de la capital. Decenas de hombres anuncio intentan cada día captar clientes acuciados por la crisis y necesitados de dinero rápido con la venta de algunas de las joyas que tienen en casa. Un sector en el que se han multiplicado las tiendas ante la alta demanda de clientes propiciada por la crisis y por la importante subida de la cotización del preciado metal.

El dependiente de una de las tiendas aledañas al kilómetro cero reconoce que hay dos colectivos especialmente característicos de este tipo de práctica: los jóvenes y los jubilados. Los primeros, porque no encuentran trabajo. Mientras, los segundos lo hacen porque o la pensión es demasiada baja o no tienen. Aunque, como apunta este dependiente, 'algunos jubilados también venden joyas para ayudar a un familiar con apuros económicos debido al desempleo'.

El precio medio del gramo de oro ronda los 25 euros en la mayoría de tiendas

La ley establece un procedimiento riguroso para formalizar la compraventa de oro. El cliente acude al establecimiento y ofrece al empleado el oro que quiere vender. Este lo tasa y si el interesado acepta la cifra que le ofrecen, debe rellenar un formulario. Es imprescindible que el expendedor muestre su DNI, u otro documento identificativo, para realizar la operación. Se cumplimenta una ficha donde se recogen todos los datos del vendedor y del objeto, y se archiva en un registro al cual puede tener acceso la Policía. Durante 15 días desde la adquisición del producto, las tiendas no pueden comercializarlo, porque es el tiempo que tiene la Policía para comprobar que no es robado. Una vez que ha pasado ese plazo, estos negocios colocan el oro en el escaparate para venderlo directamente o bien lo envían a empresas privadas encargadas de fundirlo. Esta última opción es la más generalizada. 'Los márgenes obtenidos por ofrecer el oro para fundirlo suelen oscilar entre uno o dos euros por gramo', explica la encargada de una tienda muy próxima a la Gran Vía.

Los encargados aluden a que es un negocio de 'riesgo', ya que las grandes fluctuaciones del oro en algunas ocasiones les pueden suponer importantes pérdidas. 'En los 15 días que tenemos que esperar para que la Policía certifique la legalidad del producto, los precios pueden bajar mucho respecto al nivel que había cuando lo compramos', afirma una empleada de una de las calles afluyentes a la Puerta del Sol.

Los que no acuden a estas tiendas, lo hacen a la tradicional y centenaria oficina del Monte de Piedad, vinculado a las cajas de ahorros; un lugar donde no se lleva sólo el oro sino otras joyas o bienes del hogar. El objetivo de la mayoría es obtener préstamos inmediatos a cambio de un objeto valioso que dejan en prenda como garantía. Otros van a recoger lo que un día depositaron.

«Ahora es el mejor momento para vender», afirma un cliente

El precio del gramo de oro ronda una media de 25 euros, aunque puede alcanzar hasta los 27. Dependerá del peso que ofrezcan los vendedores y de los quilates del oro. Los más comercializados son los de 14 y 18 quilates. La plata apenas se reclama debido a su gran devaluación en el mercado. Para ser rentable, la cantidad debe ser bastante elevada, ya que cada gramo se compra a unos 30 céntimos.

'Aunque a veces uno no quiere vender joyas a las que tiene aprecio, muy a mi pesar, ahora es el mejor momento para hacerlo', subraya un cliente.

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