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Un buen uso del déficit beneficiará a la economía

Los expertos coinciden en que el nivel actual es 'necesario' e 'inevitable' si no se prolonga en exceso en el tiempo. El destino adecuado del gasto público es clave para la economía

B. CARREÑO

Aunque en los hemiciclos políticos se oigan opiniones dispares, los expertos económicos lo tienen muy claro: el uso racional del déficit es necesario e inevitable en situaciones de crisis como la actual. Sin embargo, los plazos y la finalidad de los recursos son factores claves en el buen uso de esta herramienta.

'La teoría económica defiende que a corto plazo es óptimo tener déficit', recuerda Juan Rubio Ramírez, profesor de la Universidad de Duke en EEUU y miembro de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea). El Nobel de Economía en 2008, Paul Krugman, va más allá al asegurar que el déficit ha sido el instrumento 'que nos ha salvado de la segunda gran depresión'.

España tiene hasta 2013 para alcanzar la estabilidad presupuestaria

Otro Nobel de economía, en este caso Joseph Stiglitz, subraya en cada una de sus intervenciones, desde hace meses, la importancia no tanto de tener o no tener déficit, cuya utilidad defiende abiertamente, sino de la importancia de en qué se gasta ese dinero de más que necesita el Estado.

'Si el dinero no se destina a generar empleo o a crear riqueza a largo plazo el déficit es difícil de revertir', apunta Alberto Montero, vicepresidente de la Fundación Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS) que contrapone que su buen uso lo convierte en una medida esencial para la reactivación económica. Además, los expertos recuerdan que durante la coyuntura económica algunos segmentos del déficit son inevitables, como los recursos en desempleo y otro tipo de gastos sociales, al igual que la educación y la sanidad. 'Sería pésimo bajar estas partes del gasto', advierte Rodolfo Campos, profesor de economía de la escuela de negocios del IESE.

El envejecimiento de la población absorberá el 22,3% del PIB en 2030

Asumido, por lo tanto, lo 'necesario' del déficit si su orientación persigue la dinamización económica, la pregunta que surge es ¿por cuánto tiempo?

Los plazos en los que una economía puede disfrutar de los beneficios de un déficit excesivo no están claros. En Europa, es la Comisión Europea la que se encarga de decir hasta dónde y hasta cuándo. Hace unos días, el Ejecutivo europeo decidió dar autorización para que un grupo de países volvieran a la senda de la estabilidad presupuestaria que Bruselas fija en un déficit máximo del 3% del PIB, un año después de lo previsto (2013). España está incluido en este grupo de países, junto con Alemania o Francia, pero Irlanda y Reino Unido tendrán incluso más plazo.

Aunque los expertos coinciden en que no hay una correlación probada entre déficit elevados prolongados en el tiempo y bajo crecimiento, sí es claro que su extensión en el tiempo es contraproducente. 'Al final, las economías más sólidas sí son las que tienden a mantener la estabilidad presupuestaria', asevera el director del Servicio de Estudios de Caixa Catalunya, Xavier Segura. Además, la prolongación en el tiempo de un agujero en las cuentas públicas convierte un sano déficit coyuntural en uno estructural, lo que sí es pernicioso para el buen funcionamiento de la economía.

El FMI considera que el superávit español era coyuntural

Los organismos internacionales han advertido a España del peligro del envejecimiento de la población para la sostenibilidad de las cuentas públicas. El FMI calcula que para 2030 el envejecimiento de la población se comerá casi una cuarta parte (el 22,3% exactamente) de lo que produzca la economía y que, para subsanar estas necesidades adicionales, el Estado deberá endeudarse por encima del 100% de su PIB. Por eso, en opinión de Juan Carlos Martínez Lázaro, profesor de economía del IE Business School, aunque España vuelva en los próximos años a crecer en línea con su potencial (alrededor del 3%), no será extraño que siga registrando un déficit que puede situarse cerca del 4%.

En un reciente informe, el FMI advertía que en España el rápido aumento del déficit denotaba que el superávit de los años 2005, 2006 y 2007 había sido una fase coyuntural y que el sistema sobre el que pivota el Estado es de descubierto estructural en las cuentas. Esta idea de un déficit incrustado en el código genético de un país, es lo que preocupa a los expertos por su problema en la 'acumulación de la deuda', como subraya Segura.

Lo importante es cómo se usa para dinamizar la economía

La consecuencia directa más perversa del déficit (que a la postre significa sólo que el Estado gasta más de lo que ingresa) es que la búsqueda de financiación eleva rápidamente la deuda pública. Este endeudamiento genera unos intereses que deben pagarse, lo que termina absorbiendo parte del gasto público que podría destinarse a otras políticas.

El dinero del Estado ha librado al mundo desarrollado de otra gran depresión

En opinión de Campos, cuando la deuda es muy elevada 'se pone en entredicho la capacidad de pago de los estados', lo que dispara el tipo de interés a pagar aunque, recalca, el anclaje al sistema del euro da la suficiente confianza a los inversores como para que no se dispare en exceso en España.

Otros expertos recuerdan que una emisión masiva de deuda del Estado termina desplazando de los mercados a la deuda privada, ya que no encuentran compradores. Krugman desactiva esta teoría al recordar que lo que realmente determina que una compañía coloque su deuda es que su entorno económico inspire confianza, lo que en estos momentos sólo se puede lograr con la ayuda del déficit.

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