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"Ha cambiado todo. Está fuerte. Le apetece comer"

Los padres de Andrés y Javier, radiantes tras el éxito de la técnica pionera

RAÚL BOCANEGRA

El pelo ya empieza a brotar, negro y fuerte, en la calva coronilla de Andrés Mariscal, que el jueves cumplió 7 años. Su hermano Javier, bebé aún, reposa en los brazos de su madre Soledad Puertas, ama de casa, cerca de su marido, Andrés Mariscal, camionero. Cuando Javier crezca, sus padres le explicarán que, por primera vez en el mundo, sus células han curado a su hermano de beta-talasemia, una enfermedad genética rara y muy grave y hasta ahora incurable, que le hubiera condenado a morir antes de los 35 años y a vivir en condiciones precarias.

Andrés debía acudir, una vez cada varias semanas, a un centro médico para recibir transfusiones de sangre, que minaban su resistencia. Fueron centenares. Pero eso ya se acabó. Está curado, convaleciente, pero curado, aseguraron ayer los médicos del Hospital público sevillano Virgen del Rocío, artífices de la pionera operación.

'Y tenemos la razonable certeza de que va a seguir así', dijeron los doctores. Joseba Barroeta, gerente del complejo, aseguró que Andrés quería ser médico. '¿Quieres serlo?', preguntó. Andrés respondió asintiendo con la cabeza. Después, se puso la mascarilla blanca que aún llevará un tiempo, y se marchó.

Once millones de médulas

El hito científico llegó tras el rastreo de las características de la médula de más de once millones de donantes y el fracaso de no haber encontrado ni una compatible para curar a Andrés. Entonces, el equipo médico coordinado por los doctores Guillermo Antiñolo, jefe de genética, Álvaro Urbano, jefe de hematología, y José María Pérez Hurtado, de hematología infantil decidió lanzarse a la selección genética de un embrión para avanzar en la curación, lo que muchos conocen como bebé-medicamento. La sanidad pública andaluza ofrece este servicio desde el año 2005.

Así nació Javier, a las 11.30 del domingo 12 de octubre de 2008. Ayer lucía una gorra blanca y vestía un mono celeste de bebé. Fue el primer bebé concebido en España para salvar a su hermano, la primera parte del logro anunciado ayer, el donante perfecto. 'Les dimos el pase en profundidad para que ellos rematasen y... gol', afirmó en rueda de prensa Antiñolo. Quienes cazaron al vuelo el preciso centro fueron el doctor Urbano y su equipo.

Hace poco más de dos meses decidieron que era el momento. Andrés entró, acompañado por su madre, Soledad, en una habitación esterilizada, absolutamente limpia de gérmenes. En ella pasó algo más de un mes largo, y muy duro. La primera semana fue sometido a un intenso proceso de quimioterapia por vena para, según explicaron los médicos, vaciar la médula ósea enferma. Sufrió vómitos y se le cayó el pelo.

Células madre inteligentes

'Estaba todo muy programado, muy estructurado', explicaron los médicos. Su padre pudo entrar dos veces cada día a verle. El cuarto estaba habilitado con Internet, televisión por cable y DVD. 'Son habitaciones cómodas; hacemos lo que podemos', afirma el doctor Pérez Hurtado. El momento clave llegó hace un mes y medio, cuando se comprobó que la médula estaba marchita, sin vida. En ese momento, cualquier virus hubiera sido mortal.

Se le inyectaron entonces por vena las células madre extraídas de la sangre del cordón umbilical de Javier, que se preparó en el banco especializado de Málaga. 'Las células madre son muy inteligentes y saben dónde situarse', afirmó Urbano. 18 días después, empezó a salir la sangre sana, creada en la nueva médula. 'Esto son técnicas y derechos reconocidos en el sistema público', reivindicó María Jesús Montero, consejera andaluz de Salud.

Hace un mes, Andrés fue dado de alta. Más de un 95% de sus glóbulos rojos vienen de su donante. Su enfermedad impedía crearlos. 'Ha cambiado todo, ahora está fuerte, tiene ganas de comer', afirmó su madre. 'Ha sido un camino largo', agregó', en el que nunca hemos tenido miedo. He ido pensando en positivo. Mi hijo va a salir'. Andrés no puede aún ir a la escuela, porque debe vivir poco a poco. Tendrá un profesor de apoyo. Aún está medicado y debe evitar contactos estrechos con otros niños para no contagiarse de ninguna enfermedad.

 

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