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Campana y se acabó en Torrevieja

ÓSCAR ABOU-KASSEM

Vecinos y residentes en Torrevieja. Ese era el destino que esperaba a muchos de los concursantes que triunfaron en el Un, Dos, Tres, todo un clásico de la televisión. Si se lograba sobrevivir a la tanda de preguntas y a la eliminatoria se podía alcanzar un premio gordo en la tercera fase, la subasta.

El máximo triunfo era dinero, un coche como el Seat Málaga o un apartamento en Torrevieja. La urbanización La Torreta II era el destino de los ganadores y de sus acompañantes, los sufridores. Ahora por aquí no queda ni rastro de ninguno de ellos.

'Como decían en el concurso, esto iba a ser el boom. Iba a ser lo más. Pero ahora míralo', se lamenta Aurora. Ella y sus hermanas Pepita y Elena están cortando rastrojos a la entrada del chalet familiar. La inesperada visita había pillado literalmente en bragas a Pepita, una simpática sexagenaria que no habla hasta que se viste con unos pantalones cortos.

Las tres acuden cada verano desde Madrid a cuidar el número 332 de La Torreta II, pero si pudieran se lo quitaban de encima. El chalet de enfrente ha salido a subasta. En la urbanización también abundan los bun-galows ocupados por extranjeros, sobre todo alemanes y austriacos. 'A mí me gusta mucho Benidorm, pero esto está hecho un asco', dice Elena.

La Torreta II es una urbanización deprimente con más de 1.200 casas. Según Elena, ni el Ayuntamiento ni la constructora (Masa) se hacen responsables de su mantenimiento. El resultado son unas calles sin asfaltar, unos columpios inservibles y unas calles sin nombre. Más que un premio gordo en el concurso más emblemático de la televisión española, esto parece un castigo en toda regla.

Cada vecino ha decidido dar su toque personal en las ampliaciones que casi todas las viviendas han padecido. El crecimiento descontrolado es tal que no quedan ni aceras. Por las calles no hay ni un alma. Un perro con malas pulgas anda suelto e impide el paso entre dos calles.

Los bungalows destinados a los agraciados están ahora vacíos. 'Aquí todo está muerto ya', dice riéndose Pepe Jiménez. Él compró su casa en 1978 por 425.000 pesetas. 'Yo vine de los primeros aquí. No teníamos de nada en la zona y las calles estaban sin asfaltar'. Sus nietos no paran de incordiarle. 'Los niños están bien para un rato, pero mañana se los devuelvo a sus padres'. Jiménez, un murciano de Cieza, 'el pueblo de Camacho', me remite a la señora Carmen 'que todo lo sabe' para encontrar el chalet de Mayra Gómez Kemp.

La propia Mayra se debió dar cuenta que aquel no era el destino glamuroso que vendían en el programa de Chicho. Ahora en la casa con el número 222 no vive nadie y tiene un cartel de se vende. La entrada está situada por una calle estrechísima y muy descuidada.

'Duró poco y al tiempo se lo acabó vendiendo a la india, la primera mujer de su marido', el lío lo intenta aclarar por su parte Leonor, que se autodefine alegremente como radio macuto. 'Y este es Radio La Torreta' dice refiriéndose a su vecino Antonio.

Entre los dos cuentan como Mayra llegó aquí a finales de los ochenta. La gente no dejaba de presentarse en su casa para saludar y hacerse fotos con ella. Acabó tan harta que terminó vendiendo el chalet a la primera mujer de su marido. ¿Relación cordial o venganza encubierta? 'Era una india guapísima', apunta Antonio, también jubilado.

La india había sido secretaria personal de Margaret Thatcher y se retiró a Torrevieja tras la caída de la premier británica en 1990. 'Pero tenía miedo a los bichos y como creía en la reencarnación yo le decía ten cuidado que esa cucaracha puede ser tu prima, cuenta Leonor. Hace dos años se largó a Londres para no volver tras poner la casa la venta.

El estado en el que se encuentra La Torreta II hace pensar que los verdaderos afortunados fueron en realidad aquellos que en la última edición de 2004 se hicieron con un apartamento en la ciudad de vacaciones de Marina dOr. Campana y se acabó.

 

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