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Caos en Toronto por los violentos enfrentamientos entre los manifestantes y la policía

EFE

La manifestación convocada en Toronto en contra del G20 se transformó en un violento enfrentamiento con la policía que dio como resultado al menos 75 detenidos, varios heridos, coches incendiados y una sensación de caos en torno al protegido perímetro de seguridad de la cumbre.

Desde primera hora, las fuerzas de seguridad habían desplegado un gran dispositivo de seguridad en torno al Centro de Convenciones donde se celebra el G20, que a su vez está rodeado por una valla de 3,3 kilómetros, y de 3 metros de alto, levantada para la ocasión.

Las coordinadoras de organizaciones contrarias a la cumbre del G20 habían convocado una manifestación que se esperaba multitudinaria, y en la que esperaban que participaran unas 10.000 personas.

Los intentos de los manifestantes por alcanzar el perímetro de seguridad creó tensiones desde primera hora de la mañana entre los activistas y la policía, que contaba con agentes antidisturbios a pie y a caballo, armados con escudos, porras, gases, y pelotas de goma. Además, varios helicópteros sobrevolaron el centro de la ciudad durante todo el día.

No obstante, un grupo de jóvenes que se identifican como anarquistas, los "black block", enmascarados con pañuelos negros, se separaron del grueso de la manifestación y comenzaron a protagonizar actos provocativos y de vandalismo.

Como resultado, un coche de policía fue atacado, y otro fue incendiado, lo que elevó una columna de humo sobre el centro de Toronto. Además, atacaron los escaparates de instituciones bancarias, tiendas de conocidas marcas de vestimenta deportivas así como establecimientos McDonalds.

La policía cargó contra los activistas con gases lacrimógenos y pelotas de goma, según informaron las organizaciones que convocaron la protesta, lo que dio como resultado varios heridos leves.

El jefe de la policía de Toronto, William Blair, informó de que se habían producido al menos 75 detenciones, algunos de ellos por portar artefactos incendiarios.

El alcalde de Toronto, David Miller, dijo que los autodenominados anarquistas eran "simples criminales" determinados a hacer la máxima destrucción posible.

Los momentos más intensos de confrontación ocurrieron justo cuando los mandatarios estaban llegando a la ciudad o se preparaban para participar en la cena de inicio de la cumbre, por lo que muchos de sus programas se vieron alterados.

Entre los líderes afectados se encontró el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, que no pudo llegar al hotel que tenía asignado, debido a los enfrentamientos entre la policía y los activistas.

La comitiva española fue desviada por la organización a un hotel alejado de la zona por donde transcurría la manifestación, aunque situado dentro del perímetro de seguridad que rodea el Centro de Convenciones.

La decisión fue adoptada por la organización canadiense poco después de la llegada del avión que trasladó al presidente español y su delegación a la ciudad canadiense para participar en la Cumbre.

Fuentes de la delegación española señalaron que en ningún momento la comitiva presenció los enfrentamientos que obligaron al cambio de planes.

La delegación japonesa también se vio afectada, pues pese a que tenía previsto encontrarse con la prensa a media tarde, se vio atrapada en su propio hotel durante tres horas y media sin poder salir, según confesó un portavoz.

La cobertura periodística del inicio de la cumbre también se vio perturbada. El autobús que debía transportar al medio centenar de periodistas gráficos a la recepción de los jefes de Estado y de Gobierno nunca pudo llegar a su destino, debido a que la policía no podía garantizar su seguridad.

Las autoridades canadienses habían desplegado un gigantesco dispositivos de seguridad, compuestos de unos 20.000 agentes de policía y soldados, para proteger la Cumbre del G20.

El presupuesto del dispositivo de seguridad, que incluye la Cumbre del G8 que terminó el sábado en Muskoka, a unos 200 kilómetros al norte de Toronto, es de unos 1.000 millones de dólares, una cifra que según medios de comunicación locales ha sido calificada como excesiva por especialistas.

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