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De la cárcel de los militares a favorito electoral

Mujica apuesta por un mensaje pragmático y las inversiones extranjeras

J. LAGOS

Directo, de carácter levantisco y sin pelos en la lengua. Esta sería la mejor definición superficial, no política, del candidato a presidente del Frente Amplio, José Pepe Mujica.

Obviamente, no es el caso de Mujica. A los 75 años y después de casi una década de prisión en las mazmorras de la dictadura militar, el hombre más popular del Frente Amplio apuesta a transformarse, a través de las urnas, en presidente del país que no logró transformar en su época de guerrillero por la vía de las armas.

Senador más votado en las elecciones de 2004 Mujica ha devenido en un gran pragmático. Hoy defiende las inversiones extranjeras y se enfrenta incluso a los ecologistas argentinos que repudian la instalación de una planta papelera de la finlandesa Botnia en las costas del río Uruguay, límite natural con Argentina.

No denosta ya el carácter agro-exportador de la economía uruguaya ni pide la expropiación de los grandes propietarios. Quizá por todo esto, por su simpatía y por la lejanía de las pretensiones revolucionarias de otras épocas, el Pepe se transforme en presidente.

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