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El compromiso es un asunto de amor

Se publica en España 'La cueva del sol', del escritor libanés Elias Khoury, diez años después de su primera edición en árabe

PAULA CORROTO

Decía Ortega y Gasset que todos somos lo que dictaminan las circunstancias que nos rodean. Al escritor libanés Elias Khoury (Beirut, 1948), la guerra civil que atravesó su país y aquella Guerra de los seis días de 1967 que causó miles de muertos en Oriente Próximo, determinaron de por vida su literatura y su compromiso. Por eso su estilo es tan directo. 'Al escribir en una situación en la que puedes morir porque el lugar está siendo bombardeado, lo haces muy rápido por si no te da tiempo', comenta.

Y por eso también escribió La cueva del sol (Alfaguara), novela publicada por primera vez en árabe en 1998 y que, al estilo de Las mil y una noches, relata la tragedia del pueblo palestino en los campos de refugiados.

Khoury montó la novela a partir de los testimonios de aquellos desheredados. Sin embargo, cuenta que acudió a los campos no con el fin de encontrar una historia, sino con un objetivo más humano: 'Lo hice para sentirme vivo. Los seres humanos empleamos la mayor parte del tiempo en contar historias. Es la manera que tenemos de mantenernos vivos', argumenta.

La experiencia narrativa también fue una manera de comprender el espanto. 'Descubrí una profunda tragedia humana de la que, además, todos somos responsables', apostilla. Afortunadamente, las historias le hicieron descubrir 'lo importante que es el amor en la literatura y para el ser humano. Por eso no entiendo el odio, es un invento'.

Si Sherezade es la narradora en la leyenda árabe, Khoury también convirtió a una mujer en la protagonista de su relato. Hay una razón política para ello: ' El mundo está entrando en una nueva era donde la dominación masculina se está viendo sacudida. Debemos seguir haciéndolo, feminizando la literatura'. Para él, es una manera de luchar contra la influencia que tienen las religiones monoteístas, que son 'las causantes de que la mujer siga en una posición inferior'.

Este planteamiento político entra de lleno en el compromiso adquirido por Khoury desde los años sesenta. El escritor, 'laico y de izquierdas', como él mismo se define, fue miembro de Al Fatah la organización política fundada por Yasser Arafat, 'porque era lo que debía hacer en un momento en que mi país estaba siendo ocupado', afirma.

Sin embargo, no es de los escritores que creen en la unión de la militancia política y la literaria. Es más, para él los dos aspectos deben quedar muy separados. Para explicarlo recurre a Lorca y a Neruda, dos escritores uno asesinado por los franquistas y otro destacado militante comunista, 'que no envían mensajes militantes, sino humanos. La literatura sirve para abrir una ventana al alma, pero no debe tener un objetivo ideológico'.

Otra cuestión es la escasez imperante de intelectuales de izquierda. Para él, desde la caída del bloque soviético y la desaparición de Sartre, Pierre Bourdieu o su amigo Edward Said, 'ha llegado una era en la que tenemos que redefinir la izquierda y la lucha por la justicia social'. Por suerte, en su opinión, esta época de transición 'dará lugar a nuevos intelectuales'.

Y, quizá, también a nuevos políticos y nuevas actitudes. Como Barack Obama, en quien confía 'para que arregle las cosas en EEUU y convierta al país en una potencia justa, racional y humanista al abordar el problema palestino'. De este tema no se atreve a hacer un pronóstico: 'Sólo espero que se arregle, nada más', concluye.

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