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La corrupción urbanística salta a la televisión

La Sexta estrena el lunes 'Crematorio', un retrato de la especulación inmobiliaria

ALEJANDRO TORRÚS

Rubén Bertomeu (Pepe Sancho, 1944) es un hombre respetado a lo largo y ancho de la Comunitat Valencià. Es arquitecto, promotor, constructor y tiene una visión única para detectar dónde está el pelotazo urbanístico del momento. Su nombre es sinónimo de éxito y, por ello, no hay alcalde o concejal que no quiera fotografiarse con él o que no cuente con su aprobación para llegar al cargo. Es una especie de dios en la tierra.

Su vida es una historia repleta de vanidad, ansia de poder y falta de escrúpulos y constituye la trama central de la ficción Crematorio, la producción de Canal+ que se adentra en la trastienda de la corrupción urbanística en España y que La Sexta estrena en abierto el lunes (22.25).

'Los pelotazos han desaparecido por ahora, pero volverán', dice Sancho

Sin embargo, Rubén Bertomeu no existe. Ni tampoco el complejo residencial Costa Azul de 500 hectáreas de terreno y tres kilómetros de costa que este hombre de negocios quiere construir en Misent (pueblo imaginario de la costa valenciana), cuyo proyecto ocupa gran parte de la trama. Pero la corrupción, la especulación urbanística y la avaricia, sí. Y, precisamente, eso es lo que quiere mostrar esta producción dirigida por José Sánchez-Cabezudo (La noche de los girasoles). 'Lo que ha sucedido con la costa del Levante es una atrocidad', resume Pepe Sancho.

Para ello, el director emprende un viaje a los bajos fondos de un negocio cuya rentabilidad parecía no finalizar nunca y se adentra en las miserias de la corrupción. 'La trama no está basada en ningún personaje, Ayuntamiento o partido político concreto. No obstante, hay algunas tramas judiciales para las que he utilizado diferentes noticias de periódicos', señala Sánchez-Cabezudo.

La serie ha obtenido el Ondas a la mejor ficción española de 2011

La historia de Crematorio es una adaptación de la novela homónima de Rafael Chrirbes, un escritor valenciano que tras pasar una larga temporada en el extranjero regresó a su Valencia natal y vio cómo la arena de playa y los naranjos habían dejado su lugar al hormigón. Esta obra fue galardonada con el Premio Nacional de la Crítica en 2008. Este camino de éxito que emprendió la novela es continuado ahora por la ficción, ya que ha sido premiada con el Ondas a la mejor serie española de 2011 y con el premio de la crítica a Lo mejor del año en el FesTVal de Vitoria.

Pero la temática no es el único elemento que diferencia a Crematorio del resto de producciones españolas. También su técnica. La ficción está rodada casi íntegramente en exteriores para captar la luz del Mediterráneo y utiliza medios propios del cine. De esta manera, la serie consigue crear una atmósfera que traslada al espectador a los años de bonanza económica donde el Mediterráneo era un tesoro sin fin y la especulación urbanística creaba puestos de empleo y riqueza para los empresarios y las administraciones públicas. 'Los pelotazos han desaparecido por ahora, pero volverán. Mientras haya un naranjo que pueda ser sustituido por un apartamento para alemanes habrá corrupción', apunta Sancho.

Esta trama de poder y avaricia que personifica Bertomeu incluye también a su familia, un clan que ha conseguido amasar una gran fortuna a lo largo de varias generaciones, pero que ahora duda de cómo él entiende el mundo de los negocios.

Su hija, Silvia Bertomeu (Alicia Borrachero), ha construido su vida en las antípodas de lo que su padre considera el éxito. Sin embargo, vive atormentada por la contradicción entre la repugnancia que le provoca los negocios de su padre y el saber que parte del éxito que ha alcanzado en su vida profesional se debe a las grandes influencias de Rubén. 'Siempre creemos que los ricos viven bien y que son felices. La serie muestra que no. Que el dinero no siempre te da la felicidad', explica Sancho.

A Rubén ni siquiera su novia Mónica (Juana Acosta) le otorga la felicidad. Conforme su fortuna aumenta, crecen sus problemas y sus alianzas le llevan a entrar en contacto con diversas mafias. Un entramado de intereses y testaferros protege la fachada de sus negocios en el cemento.

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