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Los cuatro rostros nuevos del Gobierno de Zapatero

Valeriano Gómez, Ramón Jáuregui, Leire Pajín y Rosa Aguilar formarán parte del nuevo Ejecutivo

PÚBLICO.ES/EFE

La remodelación del Gobierno realizada por Zapatero conlleva la llegada de cuatro rostros nuevos que nunca han ocupado una cartera ministerial. 

La cara menos conocida es la de Valeriano Gómez, que sustituye a Celestino Corbacho en la cartera de Trabajo, tras su marcha para formar parte de las listas del PSC para las próximas elecciones catalanas, que se celebran el 28 de noviembre. 

Nacido en 1957 en Arroyo del Ojanco (Jaén), ha trabajado como economista en el gabinete técnico de la Comisión Ejecutiva Confederal de UGT y fue asesor del Ministerio de Trabajo y seguridad Social desde 1988 hasta 1994.

Gómez es economísta del Instituto Universitario y de Investigación Ortega y Gasset y fue secretario general de Empleo desde 2004 hasta finales de noviembre de 2006, cuando presentó su dimisión por 'motivos personales'. El nuevo ministro de Trabajo ocupó este cargo cuando Jesús Caldera ocupaba la cartera que ahora heredará de Corbacho. Desde 2007, ha sido miembro del Consejo Económico y Social (CES).

Cuando abandonó la secretaría, los sindicatos lamentaron su marcha ya que siempre ha mantenido una buena relación con ellos en defensa del diálogo social, en especial durante la negociación de la anterior reforma laboral.  

Miembro de UGT y crítico con la última reforma laboral del Gobierno, contra la que se manifestó el 29-S, su elección supone un gesto a los sindicatos para retomar el diálogo social. Gómez es licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales y especializado en la Economía del Trabajo. 

Aunque nunca formó parte de la Comisión Ejecutiva de UGT, entre 2000 y 2002 fue miembro de la representación de UGT en el Consejo Económico y Social.

En el PSOE, estuvo en el gabinete técnico de Zapatero desde 2002 hasta su nombramiento como secretario general en 2004, y en esa etapa participó en la coordinación del programa electoral socialista en Economía, Trabajo y Pensiones junto a los catedráticos Santos Ruesga y Fernando Valdés. En las elecciones generales del 14 de marzo de 2004, que dieron la victoria al PSOE, fue responsable técnico del Programa Electoral del Partido, que coordinó Jesús Caldera.

Ramón Jáuregui, por su parte, es uno de los rostros más familiares en el seno del PSOE y, pese a su dilatada carrera política (37 años de militancia socialista), nunca ha ocupado un puesto ministerial.

Jáuregui fue secretario general de los socialistas vascos, vicelehendakari del Gobierno Vasco desde 1987 hasta 1991 y Consejero de Justicia del Gobierno Vasco de 1995 a 1997. Desde junio de 2009 forma parte del Parlamento europeo. Jáuregui será a partir de ahora ministro de Presidencia.

En más de una ocasión, la rumorología ha situado a Jaúregui al frente de un ministerio. De hecho, algunas de las últimas quinielas le colocaban en Trabajo para sustituir de Celestino Corbacho, pero finalmente se instalará en el Palacio de La Moncloa para hacerse cargo de Presidencia.

Siempre a disposición del partido, Jaúregui cuenta con una amplia trayectoria política, que comenzó en 1973 cuando ingresó en el PSOE y en el sindicato UGT, y que ahora, a sus 62 años, se ve culminada con la decisión del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, de tener cerca a un político de la vieja guardia. Y en esa amplia experiencia política a Jaúregui no se le ha resistido ningún puesto. Alcalde en funciones, concejal, delegado del Gobierno, parlamentario autonómico, secretario general del PSE, vicelehendakari, consejero del Gobierno vasco, secretario de Política Autonómica del PSOE, diputado nacional y, finalmente, eurodiputado.

Durante mucho tiempo, Jaúregui ha sido en Euskadi y en España la cara de los gobiernos autonómicos del PNV-PSE, en los que tuvo la ocasión de dirigir, en 1995, la Consejería de Economía, Justicia, Trabajo y Seguridad Social.

Jaúregui, donostiarra de nacimiento y el menor de una familia de diez hermanos, comenzó a trabajar a los 14 años en una fundición de Pasajes (Guipúzcoa) mientras estudiaba por la noche para sacar adelante sus estudios de Ingeniería Técnica y posteriormente los de Derecho. Éstos le permitieron ejercer como abogado laboralista de UGT, en un despacho en el que coincidió con 'históricos' como José María Benegas y Enrique Múgica.

Leire Pajín (San Sebastián, 1976), es la actual secretaria de Organización del PSOE, cargo que ocupa desde 2008 en sustitución de José Blanco, ministro de Fomento. Durante sus dos años largos como 'número tres' de los socialistas, Pajín ha tenido que afrontar la primera derrota del PSOE en unas elecciones de ámbito general como las europeas de junio de 2009.

Tres meses antes, el PSOE había perdido la Xunta de Galicia, pero había conseguido una de sus mayores aspiraciones autonómicas, al colocar en el Palacio de Ajuria Enea al primer lehendakari socialista, Patxi López.

Casi cada lunes Pajín ha dado la cara en la madrileña sede de Ferraz contestando a incómodas preguntas sobre la crisis, los recortes aprobados por el Gobierno, la bajada del sueldo de los funcionarios o la congelación de las pensiones.

Vasca de nacimiento, Pajín se siente alicantina de adopción, ya que su familia se desplazó a vivir a la turística localidad de Benidorm cuando ella era pequeña.

Primero su padre, José María Pajín, hasta 2003, y luego su madre, Maite Iraola, hasta la actualidad, han sido concejales del Ayuntamiento de Benidorm, que le ha dado no pocos quebraderos de cabeza a la todavía secretaria de Organización del PSOE.

Apenas con 15 años, Pajín estrenó su militancia política en las Juventudes Socialistas. Después llegó a ser presidenta de la Asociación de Estudiantes Campus Jove, miembro del Claustro y de la Junta de Facultad de Económicas y Sociología de la Universidad de Alicante y secretaria de Educación del Consejo de la Juventud en esta provincia.

De las plataformas estudiantiles y varios cargos dentro del PSPV-PSOE, como el de secretaria de Participación de los Jóvenes, Pajín dio el salto a las listas electorales y, en los comicios del 12 de marzo de 2000, con 23 años, se convirtió en la diputada más joven de España con su escaño por Alicante. Licenciada en Sociología, Pajín batió otro récord ese mismo año, en el 35 Congreso Federal del PSOE celebrado en julio, al ser la persona más joven de la Comisión Ejecutiva Federal, donde se aupó hasta la Secretaría de Relaciones con las ONGs y Movimientos Sociales en un partido que eligió a José Luis Rodríguez Zapatero como secretario general.

Junto al equipo de Zapatero y su 'Nueva Vía', Pajín fue ganando presencia en el Congreso a lo largo de esa legislatura por su labor en varias comisiones, pero sobre todo por su crítica oposición a las políticas del Gobierno del PP, especialmente en materia social. Un mayor peso político que la llevó, en 2004, a encabezar la candidatura socialista por Alicante en las elecciones generales, en las que el PSOE volvió a la Moncloa de la mano de Zapatero.

Antes de cumplir 28 años ya era secretaria de Estado de Cooperación Internacional, un cargo que desempeñó hasta que en julio de 2004 fue nombrada secretaria de Organización del PSOE y se convirtió en la 'número tres' de los socialistas.

Rosa Aguilar es otro de los nuevos rostros pero de los que más experiencia política acumula, tras ocupar durante 10 años la alcaldía de Córdoba por Izquierda Unida, desde julio de 1999 hasta abril de 2009.

Actualmente ocupaba el cargo de Consejera de Obras Públicas y Vivienda de la Junta de Andalucía y será sustituida por Josefina Cruz, quien fuera secretaria de estado de infraestructuras del Ministerio de Fomento. A partir de ahora será ministra de Medio Ambiente, sustituyendo a Elena Espinosa, que junto a María Teresa Fernández de la Vega, se mantenía desde el comienzo del mandato de Zapatero en 2004.  

Aguilar, amiga de Julio Anguita y persona de su confianza, aceptó el ofrecimiento de Griñán de incorporarse al Gobierno de Andalucía en abril de 2009. Ese día renunció a la alcaldía de Córdoba y anunció su salida de IU, cerrando esa etapa de su vida política.

Rosa Aguilar tiene 53 años y es licenciada en Derecho Empresarial por la Universidad de Sevilla. Desde 1974 hasta su llegada al Ejecutivo andaluz, militó en el PCE, formando parte del comité central.

Es el único de los que se ve afectado por el cambio de Gobierno que no cambia de cartera, sino que agarra otra más. Se trata de la apuesta política de Zapatero, que asciende al ministro del Interior en la escala de poder del Ejecutivo y le nombra hombre de confianza para afrontar el final de la legislatura. 

Alfredo Pérez Rubalcaba se convierte en vicepresidente primero y portavoz del Gobierno y mantiene la gestión de Interior. Diputado por Cádiz, la carrera de Rubalcaba está íntimamente ligada a las dos etapas de gobiernos socialistas. 

En 1988 fue nombrado Secretario de Estado de Educación y desde 1992 fue Ministro de Educación y Ciencia en sustitución de Javier Solana, entrando a formar parte del Gobierno de Felipe González. En el cargo se mantuvo hasta 1993, cuando se convirtió en Ministro de la Presidencia hasta 1996.

Con Zapatero, Rubalcaba ha sido portavoz del PSOE en el Congreso hasta abril de 2006, cuando sustituyó a José Antonio Alonso como ministro del Interior. Zapatero decidió este cambio para afrontar la tregua de ETA, que concluyó con el atentado de la T4 del aeropuerto de Madrid-Barajas.

Durante su gestión como ministro del Interior, Rubalcaba ha afrontado la detención de numerosos miembros de la banda y el cambio de estrategia antiterrorista del Ejecutivo tras la frustrada tregua. También ha destacado por los avances en materia de seguridad vial, donde el número de víctimas se ha reducido sustancialmente en los últimos años. 

Después de su derrota electoral ante Tomás Gómez, la aún ministra de Sanidad pasará a ocupar la cartera de Exteriores en sustitución de Miguel Ángel Moratinos. Zapatero evita así desterrar a su candidata para Madrid del Ejecutivo como se había anunciado.

Cuando José Luis Rodríguez Zapatero cerró en abril de 2009 la última remodelación de su Gobierno, Trinidad Jiménez fue uno de los últimos nombramientos que decidió. La llamó la víspera de anunciar el cambio, desde Estambul, y después de hablar sobre la Alianza de Civilizaciones, le dijo que estuviera localizable al día siguiente, cuando ella tenía previsto hacer las maletas para tomarse unos días de vacaciones.

En ese momento, era secretaria de Estado para Iberoamérica. Acabó de ministra de Sanidad y Política Social, pero su nombre pasó antes por la casilla de Cultura. Jiménez no se esperaba el ascenso. Zapatero había frenado los intentos de Ferraz por incorporarla como número dos al Parlamento Europeo para reforzar la candidatura encabezada por Juan Fernando López Aguilar. Pero ella nunca pensó que lo hiciera porque estuviera pensando en nombrarla ministra. Lo atribuyó a la satisfacción del presidente con el desempeño de la tarea que le había encomendado apenas hacía dos años y al horizonte inmediato de la Presidencia española de la Unión Europea.

Hija del magistrado José Jiménez Villarejo y militante socialista desde 1983, después de pasar cinco años trabajando en actividades de cooperación al desarrollo en Guinea Ecuatorial, Israel y Camerún, Trinidad Jiménez se había reenganchado al PSOE en 1995 como asesora de la Secretaría de Internacional y, más tarde, de la Fundación Progreso Global que se creó para Felipe González.

Tras la toma del poder en julio de 2000, Zapatero la situó al frente del área de Internacional de la Ejecutiva del PSOE y, tres años después, la eligió para intentar el asalto a la Alcaldía de Madrid confiando en el revulsivo que podía suponer su identificación como símbolo de la renovación zapaterista frente a un dinosaurio como José María Álvarez del Manzano. La apuesta resultó envenenada porque José María Aznar maniobró hábilmente y opuso como contrincante a Alberto Ruiz-Gallardón, que logró mayoría absoluta para el PP. Trinidad Jiménez hubiera preferido no recibir aquel encargo porque, aun en el supuesto de haber ganado las elecciones, la alejaba de la política nacional. En 2006, Zapatero la recuperó como secretaria de Estado para Iberoamérica, aunque con este nombramiento volvió a convertir en un agujero negro al socialismo madrileño. Tras este rodaje, que Zapatero suele aplicar a su gente, llegó el ascenso.

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