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El Dalai Lama dice que si China concediera la autonomía al Tíbet los problemas desaparecerían

EFE

El líder espiritual tibetano, el Dalai Lama, afirma que si el Gobierno Chino "aplicase lo que está escrito en su Constitución, si concediera la autonomía municipal y regional y diera plenos poderes a los tibetanos todos los sentimientos negativos desaparecerían".

El Dalai Lama hizo estas declaraciones en una entrevista con el semanario italiano "L'espresso", publicada hoy, en la que el líder religioso añade que "China podría mantener el control de la Defensa y de Asuntos Exteriores del Tíbet. Bastaría que entendieran que nuestro interés es un desarrollo material rápido".

El Dalai Lama propuso la "Vía Intermedia" para solucionar la situación del Tíbet, en la que en vez de la independencia se reclama la autonomía de la región, y que fue aprobada en 1997 en un referéndum entre los exiliados tibetanos.

También explicó que el problema más importante entre la comunidad tibetana y el Gobierno Chino es "el comportamiento" de éste último, que "usa la fuerza para crear la paz y con la fuerza generan terror".

Un comportamiento, que según subrayó, crea "un profundo resentimiento" por parte del "95 por ciento" de la población tibetana.

Desde el pasado 10 de marzo, monjes budistas secundados por la población civil han protagonizado protestas en el Tíbet, para recordar el aniversario de la fracasada rebelión tibetana contra el mandato chino en 1959, que causó la huida al exilio del Dalai Lama.

Las manifestaciones desembocaron en la capital tibetana, Lhasa, en unos disturbios que costaron la vida a numerosas personas y que provocaron que las protestas se extendieran a todo el mundo.

Sobre las acciones violentas realizadas por algunos tibetanos durante estas protestas, el líder budista comentó que "en general los tibetanos siguen principios no violentos", pero que "bajo la presión de la emoción, ciertas cosas ocurren".

El Dalai Lama expresó que actualmente existe un "conflicto de raza" entre tibetanos y chinos e indicó que tras las primeras protestas en Lhasa se sintió como en 1959, cuando los choques violentos entre los ocupantes chinos y la población causaron cerca de 90.000 muertos sólo en la capital.

"Nadie escuchó entonces y nadie escucha ahora mi posición", lamentó el líder budista, que aseguró: "nuestro problema debe resolverse entre tibetanos y chinos, sobre la base de una compresión plena".

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