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"Tenemos que decidir nuestro futuro demasiado pronto"

Empresaria. En Libia y Egipto sus vestidos de novia arrasan. Ella se quita méritos y asegura que su éxito se debe a que es muy práctica

LÍDIA PENELO

Calla, se concentra, pero... Nada de nada. Asegura que es incapaz de recordar lo que quería ser de pequeña. 'Creo que no tenía las cosas demasiado claras', afirma Rosa Clará con una sonrisa.

Esta empresaria, que ha revolucionado el sector de los vestidos de novia en medio mundo, comenta que quizá quiso ser peluquera o enfermera, pero que de niña no tuvo una vocación arrebatadora. 'No tenía claro a lo que me quería dedicar, pero no sé si todo el mundo lo tiene. Por ejemplo, mi hijo, hasta el último momento, no supo qué carrera quería estudiar, y parece que lo ha acertado'.

Creció en una familia tradicional catalana de Barcelona y se recuerda como una niña muy alegre y muy tranquila. 'Mi infancia transcurrió en el Eixample de Barcelona, montaba mucho en bicicleta, jugaba en la calle y mis amigos eran gente del barrio. En verano pasábamos un mes en la montaña en casa de unos tíos y, si había suerte, otro en la Costa Brava. Nada extraordinario'.

'Vi que los vestidos de boda eran los de siempre, que no había moda'

Observando cómo desde su despacho atiende llamadas y el correo electrónico para no perder el hilo del mercado cuesta imaginarla como una niña tranquila. ¿En la escuela era de las primeras que levantaba la mano en clase para responder las preguntas de los profesores? 'Qué va, era una niña muy normal, no sacaba sobresalientes, pero tampoco suspendía. Lo sacaba todo a mi ritmo. Con las actividades extraescolares era más intrépida, me gustaba probar deportes natación, tenis, equitación aunque luego no continuaba con ninguno', revela con su forma de hablar pausada pero enérgica.

Después del Bachillerato se matriculó en Derecho, pero no terminó la carrera. 'Creo que tenemos que decidir nuestro futuro demasiado pronto. Me apunté a Derecho porque no sabía qué hacer, pero me aburrí tremendamente. Me di cuenta de que aquel no era mi camino', sostiene.

Pocas mujeres sueltan su edad sin darle la menor importancia. 'Tengo 51 años y no tengo ningún problema con mi fecha de nacimiento. Tengo un gran sentido práctico de la vida, en toda la extensión de la palabra. No pierdo mucho el tiempo dándole vueltas a las cosas'. Antes de convertirse en la número uno de su sector, Rosa Clará empezó en el mundo empresarial trabajando para una marca de cosmética, luego la contrató otra del sector textil y fue allí donde se dio cuenta de que en el mercado de los vestidos de novia había un vacío. 'Eran los mismos vestidos de siempre y no había moda ', afirma sorprendida.

Sin cojines económicos en la espalda, decidió montar su primera tienda y el negocio funcionó de maravilla. 'Estuvimos a punto de morir de éxito. En Novia España vendimos la colección entera pero no teníamos dinero suficiente para comprar los tejidos para la próxima colección.

Eran momentos difíciles porque los bancos no tenían ninguna confianza en el sector textil y tuvimos que pedir un crédito. No he olvidado a la gente que me ayudó en aquellos momentos y continúo trabajando con muchos de ellos'.

Aunque de pequeña no sabía qué quería ser de mayor, tiene muy claro su modelo de negocio. Por eso no se cortó a la hora de ir a tocar la puerta de los grandes de la alta costura para contar con su colaboración en algunas colecciones.

'Nos interesó crecer con grandes nombres a nuestro lado, y el no ya lo teníamos', argumenta. Así, con el empuje que le caracteriza, se ganó el sí de Christian Lacroix y Karl Lagerfeld, entre otros.

Mostrando las fotos de algunas famosas que se han casado con sus vestidos dice: 'Las empresas ya no son perpetuas, todo va tan deprisa que tienes que tener un gran olfato para percibir hacia dónde van las cosas'. Parece de las que nunca descansa. ¿Tiene tiempo para vacaciones? 'Se puede hundir España que yo, en agosto, me cojo vacaciones y desaparezco'.

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