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Diez personajes de ficción que no merecieron morir

Algunos fallecimientos en la pequeña y gran pantalla estaban justificados por el guión. Pero muchos buscaban el morbo para lograr una audiencia masiva.

David Gallardo / EUROPA PRESS

Queremos mostrar nuestra cara más emotiva al reivindicar algunos de los personajes que no merecieron la mala suerte de terminar su vida con un terrible deceso. En algunos casos, el fallecimiento estaba justificado por las exigencias de la propia historia, propiciando un final tan doloroso como grandioso. Aunque en otros se podía apreciar un evidente ejercicio de morbo televisado en busca de la tan deseada audiencia masiva. Murieran por los motivos que murieran, aquí va nuestra propuesta con una decena de personajes que no merecieron fallecer.

Peculiar cuestión la de Charlie Sheen, a quien sus desvaríos en la vida real terminaron por costarle el despido de la exitosa sitcom Dos Hombres y Medio. El actor se sentía intocable, pero los productores, cansados de recibir insultos, terminaron por hacerle ver lo contrario. Una pena, pues nadie podrá nunca encarnar a un personaje de la calaña Charlie Harper como el bueno de Charlie Sheen, siempre difuminando las líneas entre realidad y ficción. Adorable a su manera.

Nunca nadie merece morir, pero el caso de la abnegada esposa de Ned Flanders fue especialmente cruel, con un dramático (y ciertamente cómico) final provocado por una serie de encadenadas desdichas iniciadas, cómo no, por Hommer Simpson. Pues si él no hubiera aparcado su coche en la plaza para ambulancias del estadio de Springfield, desde cuyas gradas se precipitó al vacío Maude, tal vez la desdichada se hubiera salvado. Al menos fue despedida con todos los honores.

El padre de Simba en El Rey León gobernó la selva como un rey justo, respetado y querido por todos. Sin embargo, su hermano Scar triunfa en la conspiración por usurpar su trono y termina asesinándole, al tiempo que hace creer al joven Simba que de alguna manera ha sido culplable del fatal desenlace. ¿De verdad es necesario someter a los críos a este tipo de dolorosas emociones desde tan pequeñitos?

La respuesta a la anterior pregunta parece clara si atendemos al deceso de la mamá de Bambi, una de las escenas más tristes de la historia del cine. Porque no, el tiempo no lo cura todo, ni mucho menos, y no son pocos los adultos supuestamente maduros que aún hoy se estremecen al recordar este luctuoso suceso que llevan incrustado en su psique, tal vez sin saberlo. Y es que si el frágil cervatillo y su mamá viven felices en su bosque, ¿por qué destruir esa ingenua alegría? Vale, en este caso no es algo gratuito, pues la intención es concienciar sobre el respeto a los animales, pero seguro que hay formas menos impactantes de hacerlo. ¡Ay, qué pena!

Pero para cumplir aquello de que no hay dos sin tres, aquí tenemos una tercera muerte traumática para el público infantil, con el bonachón gnomo y su señora despidiéndose de todos nosotros convirtiéndose en árboles. Una forma muy metafórica de morir, pero no por ello menos desgarradora. Psicoanalistas del mundo, vengan acá, acérquense a explorar la causa primera de todos los desequilibrios posteriores que tanto tiempo les ocupan.

Muerto varios cientos de veces y resucitado otras tantas, lo que no se comprende es tanto ensañamiento con el pobre chaval, que apenas molesta ni abre la boca. Sea como fuere, Kenny es el personaje de ficción más veces asesinado y de las formas más variopintas. Purita crueldad gratuita, tan ácida como encantadora, desafiando los límites de lo políticamente correcto con sonoras carcajadas.

Anthony Brower Ardley era el amor de Candice 'Candy' White, una muchacha huérfana que a finales de los setenta vivió años de intensa popularidad al protagonizar la serie anime Candy Candy. Un intenso dramón con todos los ingredientes para pulverizar las entrañas de los espectadores, en el que tuvimos que asistir al accidente equestre de Anthony que terminó costándole la vida ante los horrorizados ojos de la dulce Candy.

Si hay una frase que define a la España de los primeros años ochenta es '¡Ha muerto Chanquete!'. El fallecimiento del entrañable anciano de Verano Azul, aparte de provocar una estupefacción incuantificable, llegó incluso a las portadas de los diarios y revistas de la época, confirmándole como icono y referente de toda una generación. Un shock total y absoluto, un trauma perdurable hasta nuestros días, por obra y gracia del actor Antonio Ferrandis.

No era uno de los actores principales, pero su carácter simpático y vivaracho le hizo valedor de las simpatías del gran público. Interpretado por Jorge Roelas, Marcial sufre un fatal percance de tráfico que le cuesta la vida después de que prácticamente todos los personajes de la serie pasen uno por uno por el lugar de los hechos y tengan (sorprendentemente) tiempo para despedirse de él de manera personalizada. Lacrimógeno hasta la parodia, sí, pero tétrico también.

El protagonista de Scarface', interpretado por Al Pacino, quizás no sea un tipo al que reivindicar entre los vivos por su condición de inapelable capo mafioso, pero después de defenderse con uñas y dientes en solitario frente a un pelotón de rivales armados hasta las cejas, mereció mejor suerte. Por un momento parece que Tony va a salirse por enésima vez con la suya gracias a esa actitud arrolladora que le hace grande, pero no amigos, no. Era cuestión de tiempo, pero al menos hizo falta casi todo un ejército para acabar con él. Un villano inmortal, icono de luchador hecho a sí mismo.

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