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El don de la voz

Javier Pérez es miembro del grupo de cultura de la acampada Sol

JAVIER PÉREZ

El 15-M, si somos prácticos, no tiene historia, ocurre a cada momento y en varios sitios simultáneamente. Quien ha estado en varias asambleas lo sabe. Reconoces a alguien nuevo porque propone algo ya dicho semanas atrás, pero con sus propias palabras. A eso lo llamo estrenar el don de la voz. Antes todo el mundo intuía que todo el mundo piensa lo mismo. Era el sentido común. El don de la voz es el sentido común que se comparte.

Ese sentido común ha organizado la comida, ha decidido no admitir dinero en la acampada y gestionarse con lo presente pidiendo lo imposible. Así comenzaron las comisiones: gente que daba soluciones prácticas a necesidades inmediatas. Luego, cuando se querían solucionar problemas generales se crearon los grupos de trabajo. En los primeros días ya había un grupo de Cultura. Después de las primeras asambleas, Cultura se especializó y trabajó en el patrimonio, en hacer visibles las posibilidades de una educación cultural, en pensar la cultura y en proponer una gestión digna y eficaz de las oportunidades de nuestro día a día.

El impulso de Sol, su horizontalidad, evidencia que la cultura es tan importante como el respeto o las propuestas políticas. Cultura ha tenido siempre una vocación mediática, funcionando a través de distintos espacios virtuales, pero también construyendo conversaciones con otras comisiones, como legal, migración, artes... Hemos disfrutado de un encuentro de creadores el 25 de junio en Madrid para evidenciar la mercantilización de la cultura. La plaza se llenó de ensayos musicales, de talleres de poesía, de exposiciones de fotos, de niños y mayores disfrutando. Porque lo maravilloso de la creación es que es un proceso sin fin y los organismos públicos sólo entienden (y a medias) de estadísticas, fines de cuatro años.

Sin embargo, la asamblea de Cultura es sólo un ejemplo de lo que empezó a evidenciarse en Sol y que no es más que el repunte de algo que ha ocurrido en Islandia y en Túnez y que se extiende por el mundo. El auténtico cambio de Sol no es lo que podamos llenar en una lista llena de palabras: es un florecimiento del sentido común. La experiencia de haber creado juntos, en la misma dirección, siendo perfectos desconocidos, es algo imborrable. Podrá olvidarse o ser despreciado, pero es el sustrato de lo que hoy florece como algo justo.

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