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Dormir como un indiano

Un recorrido por siete hoteles asturianos instalados en viviendas construidas por los triunfadores de la emigración transatlántica. Lujo y eclecticismo entre dos continentes.

CARMEN V. VALIÑA

Llegaban de América ricos y hacendados, con leontina de oro en el bolsillo de sus trajes claros, conduciendo enormes coches y con un deje sureño. Para la posteridad ha quedado el retrato típico del indiano, el emigrante que había triunfado al otro lado del charco y volvía, repletos los bolsillos de dinero y recuerdos, a su tierra natal.

Asturias recibió a muchos de estos emigrantes triunfadores (que, como cabría suponer, no constituían precisamente la mayoría de los que se habían ido) una vez que se decidieron a volver a España. Lo hicieron con el deseo de mostrar a los convecinos el éxito de su empresa americana, y en la consecución de ese objetivo, sus nuevas viviendas fueron herramientas de primer orden.

Fachadas eclécticas, verjas ornamentales, galerías, capillas privadas, exuberantes jardines, cuidados detalles, fina decoración... En sus quintas, los indianos desarrollaron una suerte de competición que tuvo a las humildes aldeas rurales de origen como testigos asombrados: se trataba de ser el más impresionante, el más llamativo, el más ostentoso. Parte de esos dechados de lujo y experimentación arquitectónica han sido convertidos en hoteles. Quien duerma en ellos sin duda entenderá plenamente lo que supuso aquello de hacer las Américas.

VILLA LA ARGENTINA (Luarca)
La familia indiana de Los Pachorros ideó para su residencia un conjunto de formas caprichosas que hoy siguen sorprendiendo al visitante. Construida en 1899, La Argentina mantiene su ambiente original de la Belle-époque y recuerda sus orígenes con espacios como El Rincón de Ultramar o el jardín ecléctico, muy en línea con los promovidos por la nobleza y burguesía asturianas del último tercio del siglo XIX y principios del XX.

VILLA ROSARIO (Ribadesella)
Al borde de la playa de Santa Marina, Villa Rosario conjuga los ideales ornamentales de un indiano afortunado de principios del siglo XX con las tonalidades azules del Cantábrico que caracterizan su fisionomía. Mármol, acero y obras de arte de creadores contemporáneos se combinan en la decoración, en la que sobresale la escalera tallada en madera de cerezo. El sueño de cualquier emigrante exitoso.

LA CASONA DE AMANDI (Villaviciosa)
Exitoso fue el fundador de Sidras El Gaitero, Obdulio Fernández Pando, promotor de esta vivienda que, años después de su creación en 1850, se convertiría en pionera del turismo rural en Asturias. De su interés arquitectónico da fe la declaración de edificio singular que ostenta desde 1991. A principios del XX se le añadieron dos galerías acristaladas, que llenan de luz las estancias decoradas con antigüedades, grabados y arcones del siglo XVIII.

QUINTA DE VILLANUEVA (Ribadedeva)
La decoración de este palacete de 1908 nos habla también del pasado de los emigrantes pródigos que la habitaron. Catalogada como Patrimonio Arquitectónico de Asturias, sus balcones, miradores de piedra y madera, su portería de caoba o sus pinturas al fresco en los techos transpiran abolengo.

MAR DEL SUEVE (Colunga)
En el centro de la localidad, el encanto señorial de su pasado indiano nos recuerda que estamos ante una vivienda construida en 1881. Para que no se nos olvide que seguimos en el siglo XXI tenemos a nuestra disposición diez habitaciones con las más modernas comodidades.

CASONA DE LA PACA (El Pitu, Cudillero)
Esta antigua mansión de indianos de finales del siglo XIX presenta cuidados interiores que nos retrotraen al pasado, algunos de ellos, incluso con saloncito privado y terraza.



La Argentinaspa
Casa Roja
Casona de la Pacawifi
La Casona de Amandi
Villa Rosario
Quinta de Villanueva
Mar del Sueve

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