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EEUU aprueba una inyección masiva de dinero para reactivar el empleo

La Reserva Federal comprará hasta final de 2011 bonos a la banca por valor de 429.000 millones

ANTONIO LAFUENTE

La Reserva Federal anunció una inyección de dinero en el mercado financiero de más de medio billón de dólares con el objetivo declarado de 'fomentar al máximo el empleo y mantener la estabilidad de los precios'. Para ello, comprará bonos del Tesoro por valor de 600.000 millones de dólares (unos 429.600 millones de euros), a razón de 75.000 millones mensuales hasta finales del 2011. A esa cifra se añadirán, además, entre 250.000 y 300.000 millones procedentes de un programa de reinversión de activos inmobiliarios.

La medida fue adoptada tras dos días de deliberaciones en los que el panel de gobernadores del banco central estadounidense concluyó 'que el ritmo de la recuperación de la producción y del empleo continúa siendo bajo', según dijo ese organismo en un comunicado. La Fed destacó que, 'aunque el consumo crece gradualmente, se mantiene constreñido por la alta tasa de desempleo, el modesto aumento de los ingresos de los hogares, la bajada del mercado inmobiliario y un crédito rígido'. También resaltó que las inversiones 'se mantienen débiles'.

Ante ese panorama 'los empresarios se mantienen reticentes a hacer nuevas contrataciones' y para animarles a que las hagan la Reserva Federal anunció su medida de compra de deuda pública a los bancos, acción que ha contado con el acuerdo de todos los miembros de su comité de dirección, excepto uno.

La compra de deuda pública supone entregar a los bancos cantidades ingentes de dinero; es decir, inyecta mucha liquidez en el sistema financiero al tiempo que baja los tipos de interés, sobre todo a largo plazo. Sin embargo, la medida es incierta, y tiene tantos partidarios como detractores.

En un mundo feliz, el de quienes están a favor de la medida, esa liquidez junto con el descenso de los tipos de interés debe servir para que los bancos presten con mayor facilidad a las empresas que quieren invertir en bienes de equipo o expandir sus negocios. También debe facilitar la compra de acciones y, de esa forma, un despegue de la bolsa. Además, los bajos tipos han de conducir a que las familias pidan préstamos para la compra de viviendas o bienes de consumo. Todo un círculo de virtuosismo capitalista que debería terminar en la contratación de nuevos trabajadores.

En cambio, en un mundo apocalíptico, el de quienes están en contra de la medida, tanta liquidez plantea graves peligros. Por ejemplo, un fuerte aumento de la inflación, que obligaría a subir los tipos de interés haciendo así descarrilar todo el proyecto de la Fed. A esa crítica, la Reserva Federal ha contestado ya: 'Las expectativas de la inflación a largo plazo permanecerán estables'. Pero no ha respondido a otro peligro, el del hundimiento del dólar, que desanimaría las inversiones en esa moneda y alentaría a los especuladores a llevarse el dinero a otras bolsas, como las de China, Brasil o la India.

El Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz se ha situado en una posición intermedia y ha dicho que no cree que la medida surta mucho efecto porque antes de tomarla se debería haber saneado el sector inmobiliario y, especialmente, el financiero, origen de la crisis global.

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