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EEUU lleva su reforma financiera a la cumbre del G-20

Reuters

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, pidió el viernes a los dirigentes mundiales que sigan su dirección en la reforma financiera, al tiempo que otros países alabaron sus progresos en luchar contra las elevadas deudas que amenazan la recuperación mundial.

Al día siguiente de la victoria lograda en el Congreso estadounidense con la aprobación de una reforma regulatoria, Obama animó a sus colegas del G-20 a cumplir sus propias promesas para acabar con las maniobras arriesgadas de los bancos, a las que se ha culpado de desatar la peor crisis financiera en 80 años.

"Espero que este fin de semana en Toronto podamos aprovechar estos progresos coordinando nuestros esfuerzos para promocionar el crecimiento económico, conseguir la reforma financiera y fortalecer la economía global", dijo poco antes de dejar Washington para ir a Canadá.

"Necesitamos actuar concertados por una simple razón: esta crisis demostró y los acontecimientos continúan afirmando que nuestras economías nacionales están inseparablemente relacionadas".

El G-20 de naciones ricas y emergentes reforzó sus encuentros en el momento culminante de la crisis financiera y destinó billones de dólares para combatir una profunda recesión. Ese frente unido ha sido alabado por haber evitado una recesión incluso más profunda.

Pero a medida que las economías se recuperan lentamente aumentan los desacuerdos sobre los próximos pasos a dar y la unidad del G-20 se está debilitando, poniendo nerviosos a los inversores, que temen que las divisiones podrían poner en peligro la recuperación.

"La cohesión generalmente evidente entre los políticos a la hora de gestionar la crisis global está en peligro de dar paso a un debate más disgregador sobre cómo gestionar la recuperación", dijeron analistas de Credit Agricole en una nota a clientes.

formado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia - se reúne el viernes y el sábado, centrándose sobre todo en ayuda al desarrollo para los países más pobres.

Mientras Obama puede reclamar el liderazgo en la reforma regulatoria, Estados Unidos va por detrás de Alemania, Reino Unido y otros países que priorizan los recortes en el gasto para reducir los déficit. Otros posibles motivos de conflicto son el comercio y la divisa china, el yuan.

Ya al comienzo de la reunión del G-8, la canciller alemana, Angela Merkel, negó que hubiera divisiones, y aseguró que no hay contradicción entre recortar los gastos y un crecimiento sostenible. Además declaró que Estados Unidos no mostró una visión opuesta a la política europea de reducción del déficit.

El primer ministro británico, David Cameron, quitó importancia a la división transatlántica, pero dijo que para reducir los desequilibrios entre los países más exportadores y aquellos con más deudas también haría falta que América se apretase el cinturón.

"Parte de la gestión de los desequilibrios es que los países con más déficit se arremanguen, hagan el trabajo y se aseguren de que están viviendo con sus medios", afirmó.

El año pasado, el G-20 se comprometió a coordinar una serie de reformas a finales de 2012 y Obama puede presumir de que ha cumplido la mayor parte de estos compromisos. Europa todavía no ha aportado unas normas amplias.

Además, países como Canadá o Japón, cuyos bancos tuvieron un mejor rendimiento durante la crisis, han puesto objeciones a algunas de las propuestas de reformas, argumentando que castigan de manera injusta a los bancos que no contribuyeron a la misma. El primer ministro japonés, Naoto Kan, dijo que el debate de las reformas debería tener en cuenta la situación de cada país.

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