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El emblema valenciano de la ciencia se desploma

El Centro de Investigación Príncipe Felipe afronta el despido de un centenar de personas y el cierre de 14 laboratorios

 

SERGI TARÍN

Hora del almuerzo. Los laboratorios abren sus puertas y un revoloteo de batas blancas invade los pasillos. La suma de murmullos se convierte en ruido de motor y la multitud desemboca en el patio del Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF), el gran referente de la investigación valenciana. De corrillo en corrillo, las conversaciones se inflaman y las palabras saltan como chispas: abuso, mala fe, persecución, injusticia.

Todos hablan de lo mismo, del expediente de regulación de empleo (ERE) que podría dejar en la calle el próximo viernes a 108 (79 científicos) de los 258 trabajadores del centro y reducir hasta en un 60% el sueldo de los que se quedan. Además, la medida supondrá el cierre de 14 de las 25 líneas de investigación, algunas relativas a enfermedades como el cáncer, el párkinson o el alzhéimer.

La crisis afecta a investigaciones sobre el cáncer y el alzhéimer

Uno de los laboratorios perjudicados es el de Biología Molecular del Cáncer. Lo dirige Rafael Pulido, que también es el presidente del comité de empresa. 'No es un ERE para salvar el centro, sino el primer paso para su liquidación'. La lógica, argumenta, es la del estrangulamiento económico paulatino. El CIPF es una fundación que vive de una subvención de la Generalitat y de los fondos que los laboratorios consiguen atraer del exterior. Esta última cuantía oscila entre los 5 y los 7 millones anuales desde 2005, cuando se inauguró el centro.

Por contra, el Gobierno valenciano ha disminuido drásticamente su aportación al pasar de 9,8 millones en 2009 a 4,6 en 2011. La reducción permite a la empresa justificar un ERE que origina un efecto dominó letal: a menor plantilla, menor capacidad de asumir proyectos; a menor competitividad, menor financiación exterior. Y, tras un nuevo giro, más despidos y recortes. Así hasta la muerte por inanición.

'Es una cuestión de criterio político', sostiene Pulido, quien deplora que la Conselleria de Sanitat sólo invierta en el centro 4,6 millones de los 6.000 de su presupuesto. 'Después se gastan tres millones en un torneo de golf en Castellón de un fin de semana o 15 millones en una torres de lujo sin construir', se lamenta en referencia al proyecto fantasma de las Torres de Calatrava, planeadas para la Ciudad de las Artes y las Ciencias, muy cerca del CIPF, y por las que el PP abonó al arquitecto Santiago Calatrava 15 millones. 'Con ese dinero tendríamos nuestro evento solucionado durante años', señala.

El ex director general es un cargo del PP imputado en el caso Fabra'

Para algunos investigadores, el ERE es algo más que el resultado de la indolencia económica del Consell. 'Es una caza de brujas', denuncia un científico de reconocido prestigio, para quien el expediente 'es la excusa para deshacerse de quienes critican la deplorable e irregular gestión del centro'. Esta misma fuente acusa al actual gerente, Carlos Pérez Espuelas, y al anterior director general, el todopoderoso Rubén Moreno, de diseñar en la sombra 'un ERE ideológico' para socavar el centro 'y que los trapos sucios queden bajo las ruinas'. Por su parte, Pérez Espuelas defiende que el expediente se presenta 'con criterios científicos, no políticos'. Y a continuación advierte con gesto sombrío de capataz: 'Estamos en crisis, hay el dinero que hay. Sólo soy un gerente que gestiono lo que me dan. Cojo una empresa en un punto y la dejo en otro'. 'Hoy un centro de investigación, mañana un almacén de naranjas', ironiza Pulido.

La lista provisional de despedidos con el ERE incluye a muchos de los científicos que en 2009 se rebelaron contra Rubén Moreno y firmaron una carta en la que exigían su dimisión. 'Fue la culminación de una situación insostenible durante cuatro años', recuerda Pulido. Pero ¿quién es Rubén Moreno? Criado a la sombra del PP, fue secretario autonómico con Zaplana y secretario general de Gestión y Cooperación Sanitaria del Ministerio de Sanidad durante la época de Aznar. Su actuación en este cargo le valió una imputación en el caso Fabra tras ser acusado de acelerar de manera fraudulenta la autorización de pesticidas.

Los científicos denuncian una «caza de brujas» con fines políticos

En el CIPF recuerdan a Moreno, quien rehusó hablar con Público, como un jefe autoritario y profundamente megalómano. 'Su capacidad de pilotar el centro era nula y su currículum en materia científica, insignificante. Ninguna entidad de prestigio hubiera puesto un euro por él. La situación en la que nos encontramos refleja su incapacidad', relata Deborah Burks, especialista en diabetes. De la época de Moreno han quedado cuatro salas blancas (espacios altamente esterilizados) sin estrenar y que costaron 1,5 millones. También se contrató un programa informático de dudosa aplicabilidad por 227.300 euros y se compraron centenares de jaulas que jamás se han utilizado. Otra de las principales apuestas de Moreno fue el fichaje del investigador Miodrag Stojkovic, experto en la clonación de embriones humanos, a quien se le asignó una salario de 80.000 euros pese a que no se le recuerda ninguna investigación de calado.

Tras la revuelta de los científicos en 2009, Moreno fue despojado de toda capacidad ejecutiva, 'pero se agazapó tras su puesto de director general y juró venganza', explica uno de los científicos que firmaron en su contra. 'Moreno presionó a Sanidad y comenzaron los recortes. Su objetivo era acabar con el CIPF y para ello necesitaba a alguien de confianza en la dirección. Es cuando desembarcó en el centro Pérez Espuelas, apodado el killer por sus propios compañeros de la Conselleria', narra esta misma fuente. El ERE se presentó el 19 de octubre, justo el mismo día en que el president Alberto Fabra pronunciaba un brioso discurso en favor de la inversión científica durante la entrega de los premios de investigación Jaume I. Un día antes, Moreno había dimitido como director general tras garantizarse un puesto de salida en las listas del PP por Valencia. Y, un día después, envió un correo interno despidiéndose tras 'una etapa de nueve años de intenso y apasionante trabajo'. 'Sardónico, cínico, muy fino, Rubén en estado puro', destaca otro investigador mientras repasa las líneas de la breve misiva.

Los científicos exigieron en 2009 la dimisión del director general

Tres semanas después del anuncio del ERE, los miembros del comité de empresa no se resignan. Han vivido días duros e intensos, repletos de protestas de gran impacto mediático. Todo el centro está forrado con crespones negros, las banderas ondean a media asta a la entrada y los investigadores acuden a los laboratorios con brazaletes oscuros. El ambiente es de tensa espera y de desgobierno. No hay una dirección clara. El gerente delega en el departamento de Recursos Humanos y el director científico, Vicente Felipo, no quiere asumir el cargo hasta que no pase el ERE 'y los cadáveres de sus compañeros sean retirados de los pasillos', añade Rafael Pulido.

En la recta final de la negociación el comité da por hecho el cierre de los 14 laboratorios y se centrará en reducir el número de despidos y buscar una salida digna para los becarios, que no pasarían a la fase de contrato y perderían sus tesis doctorales. 'Es el primer ERE a un centro de investigación biomédica en el mundo', reprueba Pulido, quien argumenta lo inapropiado de la fórmula.

El ERE se presentó el mismo día en el que Fabra alababa la inversión en ciencia

'No somos una empresa mercantil, que baja la persiana y la abre en otro sitio. Un traslado de laboratorio supone perder, como mínimo, uno o dos años. Demasiado tiempo en ciencia. Supone hacer o no el descubrimiento'. Su despido podría dar al traste con 15 años de investigación en cáncer de mama. 'Prefiero no pensar. En mi laboratorio estamos trabajando a un ritmo voraz y este lunes lo vamos a decorar como si celebráramos una gran fiesta. Es nuestra manera de mantener la dignidad'.

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