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ENFOQUE-Jóvenes con cáncer celebran la vida en fiesta graduación

Reuters

Por Rick Wilking

Cuando Brandon y LindsayMcElhinney pisaron la pista de baile en una fiesta degraduación en el Centro Westin Tabor, en Denver, tenían unasola cosa en mente: pasarla bien.

Los recién casados, vestidos con máscaras, fueron unos delos 50 adolescentes y jóvenes enfermos de cáncer y otrasenfermedades de la sangre que asistieron a la cuarta Fiesta deGraduación del Cáncer en Denver, que ofrece la oportunidad detener una verdadera celebración de fin de curso.

Gente pelada, sillas de ruedas, problemas en la piel. Nadasorprende en esta fiesta, donde los invitados saben lo que esenfrentar la muerte y soportar desoladores tratamientos sincerteza de poder curarse.

Las mujeres usaron vestidos de noche, algunas dejando aldescubierto las cicatrices que les dejó la implantación dedispositivos médicos que administran la quimioterapia, mientrasque sus parejas vistieron trajes y esmoquin. Muchos andaban enmuletas y a otros les faltaban brazos o piernas.

"Me da la oportunidad de estar con otras personas jóvenesque pasaron las mismas cosas que yo por el cáncer. Es unaoportunidad de vivir o revivir una fiesta de graduación, quemuchos pacientes con cáncer se perdieron", dijo BrandonMcElhinney, de 26 años, a Reuters.

"Me perdí todos los bailes de la secundaria y las fiestasde graduación por temas relacionados al cáncer y el efectosocial que tiene en los jóvenes", dijo Lindsay, de 23 años.

Tanto Brandon como Lindsay sobrevivieron al cáncer.

A Lindsay le diagnosticaron leucemia linfoblástica aguda(ALL por su sigla en inglés) a los 13 años y a Brandon leucemiamieloide crónica (CML) a la misma edad. Ambos sufrieron seriascomplicaciones y contratiempos en el camino.

Se conocieron en un campamento organizado por el Centropara el Cáncer y Desórdenes de la Sangre del Hospital de Niñosde Denver.

"(Tener cáncer) me cambió la vida para mejor, en el sentidode las personas que conocí y las experiencias que tuve,incluyendo mi maravillosa esposa, que también es unasobreviviente", dijo Brandon.

"El domingo cumplimos un año de casados. Me dio una nuevaperspectiva de vida y unas sorprendentes ganas de vivirla",agregó.

La fiesta de graduación anual da a los pacientes unaoportunidad de disfrutar un ritual de la adolescencia.

FIESTA CON TODOS LOS DETALLES

El fundador del evento, Tommi McHugh, especialista en niñosy organizador del centro del hospital, dijo que los jóvenes seentretienen tanto con la preparación previa -los peinados, lamanicura y la elección de la vestimenta- como con la verdaderafiesta.

"Muchos de estos jóvenes se perdieron sus fiestas degraduación de sus colegios porque estaban deprimidos por laquimioterapia, estaban en el hospital recuperándose de unacirugía o simplemente no se sentían bien", contó McHugh aReuters.

"Este evento les da la oportunidad de ser un adolescentenormal. Otros jóvenes no lo consiguen", agregó.

Para Mike Bamford, de 15 años, fue su primera fiesta. Miketiene fibrosis quística y fue diagnosticado con LLA enseptiembre del 2009, una enfermedad que lo obligó a pasar sietemeses en el hospital, luchando por su vida. Fue dado de altahace un par de semanas, pero regresó para el festejo.

"Es una oportunidad de juntarse con otros chicos que tienenlo mismo que yo", dijo Mike a Reuters mientras bailaba en susillas de ruedas, con las piernas raquíticas luego de haberperdido tanta masa muscular.

Mallory Evans, de 15 años, a quien le diagnosticaronleucenia en el 2006 y ahora está en remisión luego de 30 mesesde quimioterapia, estaba ansiosa por bailar con sus amigos.Para la fiesta, decidió llevar el dispositivo que alguna vez leadministró la terapia como collar.

"Lo importante es estar bien como para pasar un buen rato.Es una noche para celebrar, olvidarse del cáncer y sersimplemente un adolescente normal", dijo Mallory, que se perdiótodo el sexto grado y estuvo pelada por un año.

McHugh dijo que todos los años la fiesta de graduacióntiene un profundo impacto en algunos jóvenes.

Citó el ejemplo de una niña que se había negado a hablar yse aisló durante su enfermedad. Sin embargo, aceptó venir a lafiesta y, cuando comenzó a bailar, fue claro que se sintiócómoda entre la multitud, por eso, cuando sintió demasiadocalor, se sacó la peluca y siguió bailando.

El año pasado, vino un adolescente que estaba en lasúltimas etapas de su enfermedad, no podía hablar ni caminar. Sepasó la noche bailando en la silla de ruedas moviendo su brazo,y todos bailaban con él. Se murió a la semana siguiente.

"Fue increíble", dijo McHugh. "Cada año, estos niños sontan inspiradores en su habilidad, que no se hacen preguntas. Nohay miradas extrañas. Simplemente pueden celebrar que sesienten bien y aceptados", añadió.

McHugh explicó que la mayor preocupación para losadolescentes que sufren cáncer es el aislamiento y luego ladisociación de sus pares, por eso necesitan a otros queentienden por lo que están atravesando.

"Se enfrentan con perder la vida, o quizás una pierna, o suconfianza, mientras sus amigos siguen adelante, pero para elloscambia todo", dijo.

Además, aseguró que le sorprende que a pesar de que tienensus vidas amenazadas y atraviesan severos tratamientos, lamayoría de los jóvenes que luchan con estas enfermedades nocambiarían nada si tuvieran la oportunidad.

Esto es lo que ocurrió con Brianna Simmons, de 14 años, aquien le diagnosticaron leucemia mieloide aguda en febrero del2009. Esta fue la primera vez fue asistió a la fiesta degraduación, con la esperanza de conocer a otros adolescentescon cáncer.

"(Mi enfermedad) me impactó de tantas maneras que no tepuedes imaginar, por eso no la cambiaría por nada del mundo. Mehizo una persona mejor y más fuerte, no doy por sentado lascosas y amo mi vida", confió a Reuters.

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