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ENFOQUE-Sobrevivientes Sri Lanka, atormentados por horror guerra

Reuters

Por Nita Bhalla

Ranjini se despierta a los gritos.El cuerpo de su madre está en llamas, su hermana adolescenteestá cubierta de sangre y los cadáveres mutilados ycarbonizados de sus parientes yacen dispersos por todaspartes.

Esa es una pesadilla recurrente.

"Veo el rostro de mi madre quemándose (...) ella me pideque la ayude, pero no puedo o también moriré por el bombardeo",dice la menuda mujer de 23 años, secándose las lágrimas de surostro con un pañuelo a cuadros azules y blancos.

"Mi hermana pequeña está tirada con sangre por toda sufalda, pero no puedo ver la herida. Ella no puede hablar perosus ojos están tratando de decirme algo. Ella muere. Yo quieromorir también", relata Ranjini.

A más de dos años desde el final del conflicto de más dedos décadas en Sri Lanka, expertos en salud mental dicen quemiles de personas están viviendo un calvario típico de lossobrevivientes de guerra.

Ellos viven atormentados por recuerdos de los últimos mesesde enfrentamiento entre los separatistas Tigres de LiberaciónTamil Eelam y las fuerzas del Gobierno.

"En el horroroso y abrupto final de la guerra las personasfueron testigos de la muerte de familiares, pero la mayoría nopudo hacer más que huir, forzados a abandonar los cuerpos desus seres queridos sin llevar a cabo los ritos fúnebres", dijoun trabajador humanitario occidental, quien habló bajocondición de anonimato por temor a disgustar al Gobierno.

En consecuencia, muchas de las personas afectadas por laguerra no han podido dejarla atrás y son atormentadas porflashbacks, alucinaciones, pesadillas, pensamientos suicidas yconductas anti-sociales.

Los expertos sugieren que la mala salud mental ha empujadoa muchos hombres al alcoholismo y ha dado lugar a numerosasdenuncias de violencia doméstica, abuso infantil y rupturasfamiliares en las comunidades golpeadas por la guerra en elazotado norte de esta isla del Océano Indico.

Pero si bien los trabajadores humanitarios celebran lapolítica del presidente Mahinda Rajapaksa de reconstruireconómicamente el norte y fomentar el crecimiento, dicen quelas "heridas invisibles" de la guerra siguen abiertas.

HORROR Y DESESPERACION

Sri Lanka ahora vive su tercer año de paz tras vencer a losTigres Tamil en una cataclísmica batalla final en mayo de 2009,cuando los separatistas usaron a casi 300.000 civiles comoescudos humanos en una pequeña franja de tierra a medida quelos militares se acercaban.

En el distrito de Kilinochchi al norte de la isla -lacapital autodeclarada de los Tigres- los 120.000 habitantesfueron forzados a huir o refugiarse en campos de desplazadoscuando el Ejército avanzaba para poner fin a la guerra.

A un año de su regreso a casa, muchos todavía viven enhogares temporarios hechos de hierro corrugado o bajo lonassostenidas por postes de madera. Ellos relatan historias deconstantes disparos de artillería y bombardeos aéreos.

Ahora, las madres que no tuvieron tiempo de hacer el duelopor sus hijos muertos, muestran apatía frente a los quesobrevivieron, a la vez que los niños muestran signos deconductas anti-sociales en la escuela.

Los docentes hablan de tener que calmar a estudiantes quegritan -algunos de sólo seis años- quienes se tiran al piso consus manos sobre la cabeza al escuchar el ruido de un trueno oel estallido de una pinchadura de neumático, creyendo queempezaron a tirar proyectiles nuevamente.

Casi todo el mundo habla con la condición de conservar elanonimato, temiendo represalias si develan los detalles de loque ocurrió en las etapas finales de la guerra -un tema queremueve susceptibilidades de un Gobierno bajo presiónoccidental por acusaciones de crímenes de guerra.

Pero si bien un pequeño número de mujeres y niños ahoraestán empezando a pedir orientación, los hombres en estacomunidad Tamil conservadora, patriarcal y mayormente hindú semuestran renuentes.

Reacios a hablar sobre lo que vieron, los asesores dicenque su difícil situación se ve agravada por la desesperación dever sus hogares destruidos, sus pertenencias perdidas y lafalta de empleo.

Muchos buscan un escape en bebidas alcohólicas baratas opermanecen sin hacer nada a la sombra de pequeños comercios yedificios agujereados por balas que bordean la principalcarretera que atraviesa la ciudad de Kilinochchi.

SIN RECONOCIMIENTO, SIN RECURSOS

La estrategia del Gobierno ha sido concentrarse en eldesarrollo económico, invirtiendo en la construcción decarreteras, ferrocarriles y puertos en el norte.

"Nuestras prioridades son proveer vivienda y oportunidadeslaborales para la comunidad. Necesitamos de la inversión delsector privado y actividades para generar ingresos para losdesplazados que regresan", dijo R. Ketheeswaran, el agente deGobierno a cargo del distrito Kilinochchi.

"Ni siquiera tenemos suficientes médicos y enfermeras en lazona. La salud mental no es un asunto importante", agregó.

Con solo un psiquiatra por cada 120.000 personas y unaspocas decenas de asesores, menos del 5 por ciento de quienesnecesitan tratamiento lo están recibiendo, dicen trabajadoreshumanitarios.

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