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"La España democrática no ha sabido hasta ahora volcarse en Guinea Ecuatorial"

El ministro de Exteriores ha viajado estos últimos días a Malabo y Bata para impulsar una nueva era de cooperación económica y social con el régimen ecuatoguineano de Obiang

CARLOS ENRIQUE BAYO

Su última misión es una de las más complicadas de su carrera, porque las relaciones con Guinea Ecuatorial levantan ampollas entre los políticos españoles.

Tanto es así, que algunos de los diputados del PSOE y de IU a los que se había ofrecido la posibilidad de acompañarle en ese viaje para estrechar lazos con la dictadura de Teodoro Obiang Nguema, quien cumplirá el mes que viene 30 años en el poder, han rechazado la invitación.

Pero Miguel Ángel Moratinos Cuyaubé (Madrid, 8 de junio de 1951) está convencido de que ha llegado el momento de impulsar una nueva era de colaboración con nuestra ex colonia, porque España no sólo se beneficiará de los intercambios económicos con el tercer productor de petróleo de la África subsahariana, sino que también podrá influir positivamente en su desarrollo político y social, favoreciendo una transición democrática que muchos dudan que vaya a producirse.

¿España quiere cooperar con el régimen de Guinea Ecuatorial?

Nuestros objetivos son ambiciosos, y necesarios. La España democrática no ha sabido hasta ahora volcarse en Guinea Ecuatorial y nos hemos limitado a ejercer desde lejos la crítica de su política interior. En este viaje, he contado con la plena colaboración del PP para establecer una nueva política de Estado hacia Malabo, con actuaciones que acompañen una modernización de Guinea Ecuatorial, que también está cambiando. Por eso quería que me acompañase una representación plural de la sociedad española, incluidos miembros del Senado y del Congreso de los Diputados, así como del sector económico. Y no sólo empresarios, sino también integrantes de los medios de comunicación. Porque quiero que se conozca la nueva Guinea Ecuatorial, que crece al 30% cada año, que vive un nuevo desarrollo político y social y que para ello necesita la asistencia de España. Queremos establecer unas nuevas normas de relación entre los dos países.

Pero el último informe de Human Rights Watch sigue siendo muy crítico con el régimen ecuatoguineano y denuncia que Obiang se está apropiando de los beneficios del petróleo, sin que el producto de esa riqueza mejore las condiciones de vida de la población...

Siempre respeto los informes de las organizaciones humanitarias, pero los datos hay que valorarlos en su contexto. Ningún Estado es perfecto y también hay que subrayar los pasos positivos que se han dado. Porque este informe sale gracias a que se ha permitido el acceso al país de enviados de Amnistía Internacional y del Comité Internacional de la Cruz Roja. Malabo incluso invitó especialmente al relator de Derechos Humanos de la ONU para que visitase las cárceles del país. Han sido liberados unos veinte presos de los llamados políticos y se ha permitido el regreso de uno de los líderes del Movimiento de Independencia de Bioko. También se ha ratificado en el Parlamento la ilegalización de la tortura. Hay una oposición que aún no es lo suficientemente amplia ni representada, pero que está ahí ejerciendo su labor, y tengo que elogiar el trabajo de Plácido Micó. En el viaje, me entrevisté con todo un sector de la oposición, mientras que hay otros países donde las autoridades se molestan por esos contactos... Hay que ver, en el entorno regional africano, los pasos que se han dado y los que quedan por hacer. A finales de año, hay previstas elecciones presidenciales y esperamos la presencia de observadores internacionales.

¿Qué evaluación hace de su viaje a Guinea Ecuatorial?

Positiva. Se abre una nueva etapa de reencuentro. Políticamente, la visita ha sido útil porque hemos trasladado el mensaje de que España no puede estar ausente y servirá para mejorar el sistema de participación política ante próximas elecciones. Los empresarios han reconocido la utilidad y se ha abierto una cartera de oportunidades. Y también ha sido útil para el desencuentro de percepciones y de imagen, lo que implica un esfuerzo de mayor transparencia y libertad.

¿Ha trasladado a las autoridades las quejas de la oposición?

Sí, desde luego. A todos los niveles. Y hay además un compromiso de seguimiento.

¿Viajará Zapatero al país antes de que acabe el año como pide Obiang?

El presidente visitará Guinea Ecuatorial cuando las condiciones políticas y diplomáticas lo aconsejen. Será lo más rápido posible, pero veremos cuándo es el momento. Hay voluntad del presidente de Guinea Ecuatorial y este Gobierno [español] ha prestado mucha atención al país.

Algunos miembros de la delegación expresaron incomodidad por el protagonismo que le ha dado a Fraga.

Sinceramente, creo que lo merece. Es una personalidad, que además está haciendo un esfuerzo personal enorme después de haber sido y nos guste o no, esto es la historia, la realidad clave en la independencia del país. No habría una Guinea Ecuatorial independiente si no se hubiera firmado en su día ese acta y lo hizo él. En España, homenajeamos a los padres de la Constitución. ¿Por qué no vamos a reconocer aquí su esfuerzo? No se entendería que no le hubiéramos prestado atención y aquí nadie lo hubiera entendido. Ha tenido el protagonismo que merecía y veo fuera de lugar cualquier crítica.

En cuanto al entorno, ¿Europa no está desaprovechando las oportunidades que le presentaría África si participase en su desarrollo?

Hasta ahora, no se miraba a África desde Europa o muy poco. Nosotros acabamos de presentar el segundo Plan África, haciéndolo no como un problema, especialmente migratorio, sino sobre todo como una oportunidad. Se ha hablado mucho del golfo Pérsico como uno de los centros neurálgicos del interés de las grandes economías mundiales, pero ahora se está trasladando ese interés al golfo de Guinea, donde también hay grandes recursos minerales, de gas y de petróleo. Hay que prestarle más atención a África, pero dejándoles a ellos desarrollar y explotar sus propios recursos. Como dijo Federico Mayor Zaragoza, 'no es un continente pobre, sino un continente empobrecido'. Así que lo que no queremos es empobrecerla aún más, sino todo lo contrario, ayudarla a progresar.

Su próximo viaje pendiente es a Gibraltar, el primero de un ministro de Exteriores español al Peñón. ¿Podemos esperar algún avance en temas como el control del aeropuerto o los problemas de vertidos en el Estrecho?

Será la tercera sesión del Foro Tripartito de Diálogo y no tratará de cuestiones de soberanía, sino de la cooperación en asuntos prácticos, en los que se está avanzando, como el fiscal, el del aeropuerto y el de las telecomunicaciones. En cuanto a la colaboración medioambiental, habrá que hallar una fórmula político-jurídica, puesto que cada parte mantiene sus posiciones en cuanto a la soberanía de las aguas. De lo que se trata es de resolver los problemas concretos que surgen en aguas de tanto tráfico marítimo, algo que se puede resolver con las nuevas tecnologías, por ejemplo mediante un sistema de alerta temprana.

En cuanto al dossier de los presos de Guantánamo que hemos accedido a acoger, ¿puede haber problemas con terceros países que los reclamen y con los que tengamos acuerdos de extradición, como Túnez?

Hay toda una serie de circunstancias que examinar. Por supuesto, al aceptarlos, tendremos que respetar nuestra legislación interna, la externa con otros Estados y la internacional. En cualquier caso, no serán más de cinco y estudiaremos caso por caso a nivel personal.

¿Tiene esperanzas de que se resuelva pronto la crisis provocada por el golpe de Estado de Honduras? ¿Está trabajando España en ese sentido?

De momento, es una buena noticia que el presidente Zelaya haya asumido la responsabilidad de aceptar la mediación de Óscar Arias, de forma que se pueda alcanzar una solución de carácter puramente centroamericano. Es mucho mejor que el relieve y el liderazgo de la negociación sea de los propios centroamericanos. Sí confío en los buenos oficios de Óscar Arias, que también preside el Sistema de Integración Centroamericano.

Pero ¿no estamos dando rango de interlocutores válidos a los golpistas?

De lo que no cabe duda es que cualquier solución debe pasar por el retorno de Zelaya a la Presidencia. Ese diálogo sólo puede servir para restaurar la legalidad constitucional. Pero es positivo el gesto de Zelaya, con el fin de que no haya más violencia.

Si se adelantan las elecciones hondureñas, ¿no habrán ganado los golpistas en su objetivo de cercenar la Presidencia de Zelaya?

Ya he dicho que tiene que regresar a Honduras como presidente constitucional... y no creo que aceptase volver en ninguna otra condición. Pero en este proceso hemos de dar el espaldarazo a la labor de Óscar Arias y para ello ya he hablado varias veces con el ministro costarricense de Exteriores, Bruno Estagno.

¿No vamos a reducir nuestra influencia internacional si diluimos nuestros principios de defensa de la justicia universal? ¿Estamos modificando la legislación en respuesta a las presiones de otros países?

Al contrario. Los cambios decididos por el Gobierno en la legislación sobre jurisdicción universal han sido necesarios para que esta sea más efectiva que hasta ahora. Yo, como todo el Ejecutivo, estoy a favor del cumplimiento de la justicia universal y de la persecución de los crímenes de lesa humanidad, pero para ello lo que hay que hacer es potenciar la Corte Penal Internacional, cuya creación es el gran logro en ese terreno para la comunidad mundial y para todos los sectores progresistas que estamos a favor de la justicia universal. Por supuesto, las jurisdicciones nacionales no se pueden quedar de brazos cruzados, pero la realidad es que cuando se abrían causas, a menudo luego no se podía llevar a término el proceso judicial, ni alcanzar una sentencia en las condiciones anteriores. Lo que se ha acometido es adaptar la legislación precisamente para que se pueda aplicar y ejecutar la justicia universal. Por eso establecemos una conexión clara con algún ciudadano o tema español, y no se debe a las presiones de otros países, sino a la necesidad de hacer más efectiva la legislación.

¿Está siguiendo de cerca la crisis en Xinjiang provocada por la revuelta de los uigures en China?

Muy de cerca, porque la situación es muy seria. Como quedó claro cuando el presidente Hu Jintao abandonó la cumbre del G-8 para regresar a Pekín. Hemos pedido moderación y diálogo, pero son las propias autoridades chinas las que reconocen la importancia de esos dos principios. Y la prueba de que están muy preo-cupadas es que el ministro de Exteriores chino me ha llamado a iniciativa propia para discutir el tema.

En cuanto al conflicto que usted ha vivido más directamente, el de Oriente Medio, ¿cree que la nueva era de Obama ofrece esperanzas de paz?

Bueno, en realidad hay dos orientes medios. En el conflicto árabo-israelí, sí creo que ahora podemos encontrar una nueva dinámica de negociación gracias a la nueva Administración de Obama. A ello contribuyen varios factores positivos: el inicio de la reconciliación interpalestina (hay que ver cómo se desarrolla el Congreso de Fatah en Belén a principios de agosto), la aceptación por Netanyahu de la solución de los dos Estados y una mayor unidad en el mundo árabe, en parte fomentada por el problema del desarrollo nuclear de Irán. Y ese es el siguiente círculo de tensión, el de Irán.

¿Es posible una solución militar en Afganistán, como parece que apuesta Obama con la gran ofensiva que acaba de lanzar?

No, no hay una solución militar. Las soluciones siempre son políticas. En este caso, pasa por la reconstrucción del Estado de derecho, la restauración social y la reconstrucción de las infraestructuras; por la creación de una sociedad cohesionada bajo un poder ejecutivo eficaz y estable. Y para que ese Gobierno tenga la legitimidad necesaria, es preciso que se celebren unas elecciones, este agosto, libres y equitativas. Es por ello que España financiará esos comicios con cinco millones de euros, del total de 200 millones que se aportarán para garantizarlos, y participará en la protección de más de 8.700 observadores internacionales.

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