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Especies marinas de la Antártida, amenazadas por el cambio climático

El calentamiento global provoca un rápido aumento de las temperaturas en las regiones polares, haciendo retroceder los glaciares y dificultando la alimentación de los organismos. 

Ejemplar de Ascidia Roja. /pabloalcazarfotos.blogspot.com.es

EFE

La gran diversidad de especies marítimas que habita la península antártica se encuentra en peligro por el calentamiento global y la acción de los hombres, según una investigación de científicos argentinos. Las sustancias liberadas a la atmósfera por las actividades industriales y agropecuarias en todo el mundo terminan, por la propia acción de la naturaleza, en las regiones polares y provocan un incremento en las temperaturas de la zona.

Este es uno de los fenómenos que ha contribuido a convertir a la península antártica en el punto austral donde las temperaturas se elevaron con mayor rapidez en los últimos 50 años, lo que aún intriga a los expertos. "Esto se ve acelerado por oscilaciones interanuales asociadas al fenómeno del Niño y al cambio de los centros de alta y baja presión que ocurre en el Atlántico Sur, por lo que los vientos predominantes han sido del mar, que tiene mayor temperatura, al continente", explicó el investigador Ricardo Sahade, del Instituto Antártico Argentino. Estos cambios profundos, sumados a la actividad en las bases instaladas en el continente helado, afectaron al ecosistema, sobre todo al medio submarino bentónico, es decir, la vida que habita el lecho del mar.

Profesor de la Universidad Nacional de Córdoba e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Sahade integra un equipo de expertos que se dedica, desde 1994, a estudiar en la caleta Potter de la base argentina Carlini las consecuencias del calentamiento global en esas comunidades submarinas. "El 90% de los glaciares de la península retrocede y en la caleta Potter fue muy evidente. Hay un glaciar que en 1996 terminaba en el mar y ahora ha retrocedido al punto de dejar al descubierto una nueva isla", agregó.

Este retroceso causó la entrada de sedimentos de la tierra al mar, lo que dificulta la alimentación de las especies bentónicas que se nutren de filtrar partículas del agua. "Ahí vimos grandes cambios en esas comunidades en un tiempo muy corto, lo cual era absolutamente inesperado", subrayó Sahade. Las especies que más sufrieron las consecuencias fueron las ascidias, conocidas como papas de mar, aunque también resultan afectadas las esponjas, los corales y algunas algas marinas. "Es el primer cambio que se observa en el bentos de esta magnitud por el cambio climático", puntualizó el investigador argentino, quien admitió que el mayor conocimiento del impacto en la vida animal se observa en los alrededores de las bases. "Los fiordos, como el espacio analizado en la caleta Potter, prácticamente no han sido estudiados y lo que estamos viendo es que esto puede estar ocurriendo a lo largo de toda la península", dijo.

Además, los científicos tratan de aclarar las incógnitas sobre la isla recién descubierta tras el retroceso del glaciar, que apareció llena de microorganismos. Los científicos se preguntan si estos microorganismos ya vivían bajo el hielo o se desarrollaron en los seis años que demoraron desde que el glaciar dejó descubierto el lugar hasta que tomaron las muestras para analizar. "En la Antártida, todos los procesos biológicos, como la colonización, son muy lentos" y cualquiera de las dos opciones tiene desconcertados a los expertos, añadió Sahade. "Este lugar siempre nos da sorpresas", concluye el científico, cuyas investigaciones se enmarcan en uno de los programas impulsados por el Comité Científico de Investigaciones Antárticas.

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